sábado, noviembre 24, 2007

Hablamos con... Javier Cámara (una entrevista)

A las órdenes de Isabel Coixet, Julio Medem, Pedro Almodóvar y Agustín Díaz Yanes ha participado en los últimos éxitos del cine español, pero siempre reserva un hueco para los cineastas debutantes. Es el caso de Tomás Fernández, al frente de La torre de Suso. La película se proyectó dentro de la sección Zabaltegui, del Festival de San Sebastián y ya está en las carteleras.

Daniel Galindo: Queremos que seas tú, el protagonista absoluto, quien nos de unas pinceladas acerca de La torre de Suso.
Javier Cámara:
Pues con poco se dice mucho: es la primera película de un director con las ideas muy claras, que pretende contar la historia de un grupo de amigos que se vuelven a encontrar después de una década sin verse y se dan cuenta de que sus vidas han cambiando y también tienen que reconocer que sus sueños son otros.

D.G: Una cinta sobre la amistad, una comedia con un tono agridulce...
J.C:
Hay un claro homenaje a una generación que hubo en Asturias, la de los hijos de la minería, que se vio abocada a enfrentarse y superar duros problemas. Pero por el enfoque, los protagonistas pueden ser gente de cualquier rincón del planeta, y el tratamiento, con mucha delicadeza, ternura, y un poco de ironía, contribuye a que el mensaje universal que plantea llegue más lejos si cabe.

D.G: La película apela directamente a la sensibilidad del espectador, precisamente por el halo nostálgico que la envuelve...
J.C:
Lo cierto es que nosotros, los actores, no éramos conscientes de que estábamos recreando una especie de duelo por los amigos que se han ido, que ya no están... Los que se vuelven a reunir por circunstancias tristes son los verdaderos protagonistas. Es la típica película que terminas de ver y te apetece llamar a todo aquel al que hace tiempo que no ves. El espíritu de la película nos lo enseñó muy bien el director para que supiéramos transmitir ese sueño que el tenía, el de contar un trozo muy importante de su vida. Yo creo que el espectador va a reír y a llorar... Se lo va a pasar muy bien.

D.G: Te acompañan en el reparto actores como Malena Alterio y Gonzalo de Castro, sin olvidar a dos veteranos del cine y el teatro...
J.C:
Los que hacen de mis padres, menudo orgullo, porque a Emilio Gutiérrez Caba no hay que presentarlo y Mariana Cordero es una actriz que, igual a la gente no le suena su nombre, pero ha hecho cosas muy importantes a las órdenes de Fernando Colomo en Al sur de Granada, de Benito Zambrano en Solas, y pronto la veremos en Todos estamos invitados, de Manuel Gutiérrez Aragón.

D.G: Estoy pensando... Menuda vida les tuvo que dar tu personaje a esos padres...
J.C:
El chico huye de una vida prefabricada, de un futuro organizado por sus padres, que además, en este caso, son un hombre que ha vivido más de treinta años encerrado en una mina y una mujer que ha estado con el corazón en un puño, esperando una terrible llamada desde la mina... Pero eso le ocurre a Cundo aunque también podría pasarle a cualquiera de nosotros.

D.G: Hable con ella, Torremolinos 73, Lucía y el sexo, La mala educación, Malas temporadas, La vida secreta de las palabras, Ficción, Alatriste... Y todo esto y mucho más, Javier, en cuestión de muy poco tiempo...
J.C:
Y no me he dado ni cuenta... Como me lo paso tan bien, trabajando en lo que me gusta, me llaman y allá voy. Lo último que he terminado de rodar es la historia de un chef y una jefa de sala, a la que da vida Lola Dueñas, y se titula Fuera de carta, de Nacho García Velilla, al que también conocí en Siete vidas y cuando pienso que he dejado la pequeña pantalla para hacer cine con gente que sabe mucho de televisión, me entra la risa.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... Silvia Abascal

Esta madrileña de 28 años ha sabido conquistar a todos con trabajos en cine siempre diferentes, como El tiempo de la felicidad, La fuente amarilla, La voz de su amo, El lobo, Vida y color...

Ahora tenemos la oportunidad de disfrutar de sus dotes como intérprete en una ópera prima diferente y entrañable. Y pronto la veremos en el teatro, a las órdenes de Manuel González-Gil, convertida en una de las Gatas que deambularán por el escenario, al que tiene la necesidad de subirse al menos una vez al año.


Daniel Galindo: Escuchando a Gabriel os ha dado la posibilidad de contar una historia de manera atípica, poniendo el acento en sentimientos y empleando sobre todo la música y la palabra...
Silvia Abascal:
La música es el más universal de las artes: todos entendemos su lenguaje y creo que es muy buena vía para que fluyan sentimientos de todo tipo. Y en esta película hay un fuerte protagonismo del amor, el rencor y la ternura, además de hablar de la recuperación de la ilusión, de las reconciliaciones y de lo que significa. Para llegar a buen puerto fue vital la batuta de José Enrique March quien, dentro de la humildad de esta producción, fue muy exquisito en formas y detalles.

D.G: Es una película que depara muchas sorpresas, entre ellas, ver cómo Silvia Abascal ejecuta piezas al violín...
S.A:
Qué va, qué va... ¿Tú sabes lo difícil que es el violín? Además me merece muchísimo respeto. Pero es como todo, hay que ser disciplinado y nunca decir que no puedes: de algo tiene que servir la disciplina, el tiempo y la energía dedicados, además de intentar dar lo máximo para ser lo más creíble posible. En eso consiste tu aportación como actriz, y no me olvido del respeto y el amor, en este caso, hacia el instrumento que es la joya del músico, del mismo modo que el cuerpo y la voz lo son para nosotros, los actores.

D.G: Una de las cosas buenas de la ficción es que te permite descubrir mundos que hasta la llegada de un guión o un libreto podían ser del todo desconocidos...
S.A:
Ese es el mayor lujo del actor. Yo creo que si eres un pelín curioso puedes aprender muchas cosas: todos tenemos mil parcelas dentro, algunas más escondidas que otras, pero la interpretación te permite acercarte a ellas de manera descarada. Además, es un oficio en el que, si te implicas, te hace más tolerante por ponerte en la piel del otro, tomando su perspectiva. Es cierto que debes intentar no juzgar al personaje, sino sentirlo para poder ampliar horizontes y caer en cosas que jamás te hubieses planteado.

D.G: ¿Es más especial un rodaje como el que os mantuvo ocupados con motivo de Escuchando a Gabriel? Supongo que al ser un proyecto con el que muchos empezaban en el mundo del cine, sería diferente a otros dirigidos por gente con más experiencia...
S.B:
Sí, empezando por los retos a los que nos enfrentábamos, uno de ellos era el listón tan alto que tenía que alcanzar Javier Ruiz con el personaje de Gabriel. He de confesaros que nada más leer el guión pedí a todos que ese personaje se convirtiese en varón, porque está lleno de matices y recorre todos los estados posibles. Luego, al coincidir mucha gente que seguro se va a abrir camino en esta industria, había sobre la mesa mucha ilusión y ahora estamos todos esperando a que la película se haga un hueco merecido, aunque la cosa está difícil, debido al aluvión de estrenos que hay cada semana.

D.G: Pero lo importante es lo que queda, trabajos como el de La dama boba, por el que te alzaste con una Biznaga de Plata en el Festival de Málaga y supuso tu tercera candidatura al Goya...
S.A:
Ya no sólo de cara a las críticas, los premios, los reconocimientos... Para mí son más ricos los procesos que los resultados, y con La dama boba, a las órdenes de Manuel Iborra, viví una época maravillosa, por muchas razones: siempre me dan mucho drama y esto era comedia; teníamos la posibilidad de jugar con el verso –que no se hacía desde que Pilar Miró rodó El perro del hortelano- y prepararnos con una mujer que tanto sabe, como es Alicia Hermida.

D.G: Y pronto te vamos a ver como una de las Enloquecidas; las otras dos son Verónica Forqué y Concha Velasco...
S.A:
Es una comedia loca, loca, que he rodado después de un proyecto para televisión, 48 horas, donde encarno a la hermana de Miguel Ángel Blanco. Enfoqué ese trabajo desde el rigor y la delicadeza, intentando ser objetiva e intentando obviar todas las referencias a aquel hecho que nos cambió a todos. Y pasar de ese drama a la comedia más irreverente fue un giro total: no sabes cuanto he disfrutado viendo a esos dos monstruos de la interpretación, así que espero que también vosotros lo paséis muy bien.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, noviembre 09, 2007

Hablamos con... Marta Belaustegui

Desde que tiene uso de razón, esta madrileña mantiene un idilio con el teatro, a veces dando la cara sobre el escenario, en otras ocasiones sacando adelante montajes desde la trastienda de la producción. Con ella hablamos de los entresijos de su compañía, Teatro del Duende, que pone en escena Dile a mi hija que me fui de viaje, con ella y María José Goyanes en los personajes principales.

Daniel Galindo: Contemplando la línea que seguís desde la compañía, vemos que habéis estrenado autores que en España no habían subido aún a las tablas...
Marta Belaustegui:
Es una satisfacción poder decir que, a pesar de que se había hecho mucho Pirandello, nadie se atrevió con La tinaja, el montaje con el que nosotros empezamos, un texto muy crítico, muy potente... Y desde entonces hemos pasado por Valle-Inclán y Bernard-Marie Koltés, sin olvidar a un Edward Albee desconocido, el de La comedia del bebé, hasta llegar a Denise Chalem, un Premio Molière que merecía ser traducido al castellano. Son textos que nos gustan y que conllevan a su vez un cierto riesgo y casi una obligación para que el espectador escuche discursos nuevos que, junto a la revisión de los clásicos, nos hacen evolucionar.

DG: A pesar de todos los quebraderos de cabeza que puede dar afrontar la producción de una obra modesta y distribuirla, sois muchos los actores que os empeñáis en esta gratificante tarea que es la de vivir para el teatro...
MB:
Salí de la Escuela de Arte Dramático y la verdad es que lo que quería era formar compañía, algo que he llegado a cumplir en tres ocasiones: algunas nos duraron muy poco, porque cuesta sostener los sueños, pero con Teatro del Duende ya llevo quince años. En realidad lo veo como una necesidad: es mi forma de expresarme y el trabajar en equipo te permite la posibilidad de esta en activo en todo momento y sentirte pleno como artista, sin tener que esperar a que los demás cuenten contigo.

DG: Dirección, interpretación, producción... Al fin y al cabo todo forma parte de lo mismo que, en definitiva, es contar historias...
MB:
Así es, aunque me da la sensación de que los que nos ponemos a ello, los que nos remangamos y nos ponemos las katiuskas estamos muy mezclados con los mercaderes, con los vendedores de arte, los que distribuyen teatro... Y llega un momento en el que todo se combina demasiado. Nosotros tenemos la compañía y es un espacio en el que no se mezcla nada, es un lugar muy puro, en el que se trabaja y hacemos las cosas porque nos sale del corazón, sin tener que hacer concesiones de ningún tipo y eso me hace sentir tan libre... Además me gusta generar trabajo e incluso, en determinadas ocasiones, contar conmigo misma.

DG: Y eso da frutos como en el caso de Dile a mi hija que me fui de viaje... ¿Cómo llegasteis a este texto?
MB:
De una manera casual, cuando fuimos a comprar los derechos del anterior montaje, La comedia del bebé, y quien nos los facilitó nos miró y nos dijo: 'tengo una obra y además las dos actrices están sentadas frente a mi'. Nos llamó la atención el comentario, leímos la obra y nos dejó sin respiración. Y esa sensación debe desembocar en algo... ¡y aquí está ya nuestra obra!

DG: Dos mujeres en una cárcel condenadas a comunicarse...
MB:
Yo creo que el título, Dile a mi hija... es una decisión porque los dos personajes inician un itinerario individual pero llega un momento en el que tienen que empezar a entenderse, aunque sea a la fuerza, y cada una toma su propia decisión. Es una historia de secretos y mentiras, aunque a partir de ellos, nazcan las grandes verdades. Es una historia de amor, fundamentalmente.

DG: Dos personajes que tienen que encontrarse...
MB:
El punto de partida es ese: en la vida nosotros elegimos con quien vivimos entre cuatro paredes y esa situación hace que la relación se tenga que establecer a la fuerza, en la incomunicación hay comunicación. Estás obligado a vivir con esa persona, y el día a día puede ser terrible o no. Lo atractivo de este texto es ver cómo se van encontrando dos seres tan diferentes entre sí, dando a entender que al final nos necesitamos unos a otros.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

domingo, octubre 07, 2007

Demi Moore, un perfil

La que en los noventa fue la estrella mejor pagada de Hollywood ofreció en el pasado Festival de San Sebastián todo un tratado de interpretación, fama y mercado. Y presentó película, Un plan brillante.

Por si no lo sabía, Demetria Gene Guynes nos lo aclara: "la carrera de un actor tiene subidas y bajadas, es como una ola y lo único que puedes hacer es lanzarte a ella". Se despachó a gusto con los periodistas la que ha recibido proposiciones indecentes, ha sido acosada, juró a Melanie Griffith, Rita Wilson y Rossie O’Donnell que serían Amigas para siempre, se marcó un Striptease y se rapó la cabeza al cero cuando le tocó ser La teniente O’Neil.

En su último estreno vemos a Moore compartiendo secuencias con Michael Caine, algo que si se lo hubieran dicho cuando debutó en el cine, allá por 1984, no lo hubiera creído, sobre todo si se lo dice el propio Caine, que daba vida al padre de su personaje en Lío en Río.

Por mucho maquillaje que le pongan durante la caracterización de su personaje en Un plan brillante nadie puede negar que, a sus 44 años, sigue siendo una de las bellezas de Hollywood, ese lugar al que llegó con poco más de 20. Por cierto, hablando de físico, ella señala que la belleza es algo que lo mismo puede jugar a favor que en contra y asegura que en su caso el papel que ha desempañado sido favorable, "pero lo esencial es no depender de ella para conseguir tu objetivo final".

Para la actriz nacida en Rosswell, Nuevo México, es un error centrarse demasiado en mantener la juventud en lugar de celebrar todo lo que conlleva la madurez. Su objetivo en la vida es buscar papeles que le supongan un reto: no le gusta repetirse, sino explorar nuevos caminos y salir de la comodidad que ya ha logrado en el terreno profesional.

Y ahora rebusquemos en su pasado: no, no vamos a decir que se ha divorciado ya dos veces, es madre de tres hijos –junto a Bruce Willis- y está en su tercer matrimonio, con Ashton Kutcher, quince años más joven que ella. Lo que sí hemos encontrado es que su mayor éxito data de 1990, es –seguro que lo han adivinado- Ghost, y llegó a ser la primera actriz del mundo en cobrar 10 millones de dólares por película.

Volviendo a lo estrictamente cinematográfico, dice que ahora elige mejor los papeles, prueba de ello es el de Bobby por ejemplo, a las órdenes de Emilio Estevez, un trabajo corto, pero intenso. A pesar de estar presente en casi el 90% de los planos, el de Un plan brillante no fue muy acertado que digamos. Veremos qué ocurre con Mr. Brooks, un título a punto de ver la luz en el que comparte protagonismo con Kevin Costner y William Hurt.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Maribel Verdú, un perfil

Muchos consideran su trabajo en Siete mesas (de billar francés) y El laberinto del fauno como el renacer de las cenizas de este ave Fénix, aunque en realidad esta madrileña nunca se marchó para los amantes del cine en español.

Es de esas actrices que nos han saludado toda la vida sobre la pantalla grande, desde que a los 15 años apareció junto a Fabio Testi en El sueño de Tánger, de Ricardo Franco.

Fue el malogrado cineasta quien le regaló en 1997 uno de sus papeles memorables, el de 'la tuerta' en La buena estrella, con Antonio Resines y Jordi Mollá. Como leeremos, el cine le ha dado grandes satisfacciones a tres bandas y, en concreto, con sus dos amigos, aunque por separado, haría muchas de sus cerca de 40 películas: Carreteras secundarias, La celestina, El portero...

Quien haya visto Amantes, de Vicente Aranda, difícilmente podrá olvidar los primeros planos de la joven Maribel en Burgos. Por aquel momento, comienzos de los 90, ya empezaba a ser conocida en cine, tele y teatro. Repetía aquel cuarteto, porque en ese caso fue cuarteto, compuesto por la actriz, Jorge Sanz y Victoria Abril, bajo la atenta mirada del maestro Aranda, que pusieron en pie una atípica continuación de la televisiva Los jinetes del alba.

Cuatro años antes, en 1986, los más jóvenes del grupo aficionado a los capítulos de La huella del crimen se conocieron con motivo del rodaje de El año de las luces, de Fernando Trueba. Desde entonces Sanz y Verdú han sido novios, hermanos, amigos y esposos en la pantalla grande, la última vez en Tiempo de tormenta, de Pedro Olea. A Maribelín -así se refiere a ella Resines- se la rifan todos, por algo ha trabajado con Montxo Armendáriz (27 horas), Carlos Saura (Goya en Burdeos), Gerardo Herrero (Frontera sur), José Luis Garci (Canción de cuna) y Bigas Luna (Huevos de oro), sin olvidar a sus queridos Vicente y Fernando.

De resaca por culpa de la fábula del fauno, más terrible que hermosa, Verdú reconoce que ahora toca descansar, a pesar de que el papel le ha dado, si no todo, mucho: hace unos meses volvió a pisar la alfombra roja de los Oscar, casi 15 años después de acudir por primera vez a Los Ángeles con Trueba y la trouppe de actrices de Belle Epoque, también el amigo Jorge. Su papel a las órdenes de Guillermo del Toro le ha devuelto a la primera línea cinematográfica.

El año 2006 ha sido uno de los más productivos de su carrera: cuatro largometrajes a un lado y otro del Atlántico, sin olvidar su primer protagonista a las órdenes de Gracia Querejeta. Con la directora madrileña y Blanca Portillo ha formado un trío indisoluble que, según reconocen las tres, irá más allá de Siete mesas (de billar francés). Como apuntamos, es sólo uno de los títulos que tiene en la nevera a punto de estrenar, entre los que se encuentran Oviedo Express, de Gonzalo Suárez, y sus escapadas a Argentina con El niño de barro, otra incursión en el género de terror, y México, con motivo de La zona, de Rodrigo Pla. Maribel suma y sigue.


Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

sábado, octubre 06, 2007

Hablamos con... Ricardo Darín

Ya está en las pantallas La señal, una película de género negro que nos lleva hasta el Buenos Aires de 1952. Es lo último del actor argentino que se dio a conocer en España con El hijo de la novia y al que luego hemos visto en títulos como Nueve reinas, Kamchatka y La educación de las hadas.

No sabemos si alguna vez pensó ponerse detrás de la cámara, pero seguro que no entraba en sus planes hacerlo de una manera tan improvisada. Tras la muerte de un amigo, el cineasta Eduardo Mignogna, ha conocido, casi sin pretenderlo, el gran esfuerzo que supone hacer un largo, no sólo en términos económicos, sino también el desgaste emocional que conlleva... De todo ello nos habló en su paso por Madrid.

Daniel Galindo: El guión que Mignogna no pudo ver convertido en imágenes por fin está en las pantallas...
Ricardo Darín: Y si has visto sus películas, El faro del sur, El viento, Sol de otoño, La fuga... Te habrás dado cuenta de que no es una película de Mignogna. Martín Hodara y yo le dimos muchas vueltas a la cabeza y al final decidimos no dejarnos influir por él. Me explico: él era el alma, sí, pero elegimos un camino muy diferente al que él hubiese tomado. Seguro que le hubiese quedado una cinta más esperanzadora, porque él tenía un gran sentido del humor, era muy inteligente...

D.G: Tú le conocías muy bien, ¿qué hubiese opinado del resultado?
R.D: Creo, de verdad, que estaría de acuerdo con lo que hemos hecho, sobre todo porque intentamos plasmar los valores y los códigos de una generación que pocos han sabido retratar, muy pocos, salvo él en su novela, una historia de traición y ambiciones ambientada en los días en que Eva Perón agonizaba.

D.G: Ese es el fondo pero la idea era la de dar una vuelta de tuerca al cine negro...
R.D: Queríamos una película de género pero buscando siempre el equilibrio y la credibilidad, sin que se nos quedase a todos un regusto negativo, recargado por culpa de unas interpretaciones acartonadas, menos digeribles y más propias de los años cuarenta y cincuenta. Los espectadores estamos acostumbrados a otra cosa, el gusto se ha educado de otra forma, es diferente y por eso, a sabiendas de que pretendíamos retratar una época, evitamos copiar giros y claves para huir del homenaje presuntuoso y hacer más nuestra la película, con una actuación negra y seca, pero mostrando la vulnerabilidad de los personajes y mostrando un equilibrio entre la argentinidad y los patrones del género.

D.G: Ahora verá todo el proceso de concepción de un largo de manera diferente... ¿Qué ha aprendido de la experiencia?
R.D: Muchas cosas, pero de lo que más me enorgullezco es de haber sobrevivido a los miedos, la responsabilidad y los quebraderos de cabeza por una primera película a la que se unía un componente sentimental por la muerte de Mignogna. Me quedo con el sacrificio que supone estar muchos meses con un proyecto, con la mirada totalizadora que te proporciona eso... Y he disfrutado muchísimo en el proceso de edición y montaje ya que ahí pude descubrir el origen de un gesto, algo que espero me sirva cuando esté delante de la cámara: a mi edad he cambiado de opinión en cuanto al trabajo del actor.

D.G: ¿En qué sentido?
R.D: En cuanto a eso de meterse en los papeles de época: siempre me pareció un tanto ‘facilista’, incluso infantil... Los grandes actores cambiaban de registro al enfundarse en trajes de otros tiempos, sólo por colocarse un sombrero, pero he comprobado que vestirse de cierta forma te condiciona a la hora de andar, de moverte, de expresarte... Uno empieza a comportarse de otra manera y eso enriquece la actuación.

D.G: Está de más preguntarlo, pero... ¿Repetiría la experiencia?
R.D: Sin dudarlo. Lo de actuar y dirigir a la vez es algo que no me parece recomendable porque alguno de los dos trabajos se puede resentir en el camino. Ya sabes que en este caso no tuve más remedio, pero me cuidaré de que no vuelva a pasar. Nadie sabe qué va a hacer en un futuro, pero lo que sí sé es que para poder dirigir hay que tener una historia muy clara y muy bien pensada, además de algo bueno que contar.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... Gracia Querejeta

Una estación de paso, El último viaje de Robert Rylands, Cuando vuelvas a mi lado y Héctor. Cuatro películas, sólo cuatro, y la cineasta madrileña se había convertido ya en un referente del cine reciente español.

La última, Siete mesas (de billar francés), estaba llamada a ser una de las grandes apuestas de este final de año, pero antes incluso de su estreno oficial ha dado más de una satisfacción, como la Concha de Oro al mejor guión y el reconocimiento, también en San Sebastián, a una de sus actrices, Blanca Portillo.

Daniel Galindo: Sabemos que te ha quedado un regusto amargo tras los premios que os habéis traído de San Sebastián...
Gracia Querejeta: No quiero que nadie lo entienda mal, pero me ha dado pena que Maribel se quedara sin premio. Me gusta mucho que hayan destacado la labor de Blanca, también el premio al mejor guión: está muy bien que se reconozca la labor más solitaria, que es la de escritura, pero me hubiese gustado que el premio a la actriz fuese ex aequo, porque Blanca y Maribel se sostienen una a la otra.

D.G: Blanca Portillo y Maribel Verdú, dos mujeres, dos personajes, condenados a entenderse...
G.Q: Por circunstancias de la vida no tienen más remedio que sacar a flote un negocio, un viejo salón de billares. Su relación cambia conforme avanza el metraje y al final es la película más optimista que he hecho. Salió de manera espontánea porque, después de esos veinte primeros minutos demoledores, necesitaba reírme de los dramas. Ha sido una necesidad y creo que el espectador agradece que entremezcles lo cómico con lo trágico. Ahí está por ejemplo el equipo de billaristas, que parecen sacados de otra época y le dan el toque menos dramático a la trama.

D.G: Ya se va diciendo que las tres formáis un nuevo núcleo duro del cine español, al menos en cuanto a amistad se refiere...
G.Q: Nunca se sabe lo que puede pasar cuando unos actores y un director empiezan a trabajar mano a mano: puede que la cuestión quede ahí y luego cada uno se marche a su casa, y hay veces que se sobrepasa la línea y desde trabajo se llega a la amistad. En nuestro caso se ha producido una doble fortuna, porque no siempre ocurre y tampoco tiene que pasar necesariamente, pero es cierto que con ellas me he sentido muy a gusto, me siento bien.

D.G: Blanca y Maribel son nuevas en el universo Querejeta; quien no llegar por primera vez a un proyecto tuyo es el guionista David Planell.
G.Q: Ya habíamos trabajado juntos en Héctor y lo cierto es que ha sido un trabajo muy intenso, aunque hemos tardado menos tiempo en parirlo que el anterior, alrededor de un año, muy poco si somos conscientes de mi lentitud habitual. Aunque hemos tenido dedicación exclusiva al proyecto, tengo que decir que ha sido un proceso muy fluido y muy, muy gratificante. Además te enriquece ver otro punto de vista sobre un mismo hecho.

D.G: Como ocurrió con Héctor, la película supone echar un vistazo al barrio de siempre, en este caso al municipio madrileño de Coslada, con ayuda de personajes luchadores, que son una constante en tu cine...
G.Q: Sí, yo creo que casi lo hago ya para exorcizar los miedos que puedo tener en un momento determinado de mi vida. Tiene mucho que ver con la necesidad de autoconvencerse de que casi siempre suele haber salida incluso de las situaciones más tremendas. Yo escribo para vengarme de los fantasmas y las cosas que me paralizan. Lo hago con ese propósito, pero el caso es que no me curo, aunque sí que todas mis historias, aunque el punto de partida pueda ser dificultoso o penoso, de pronto giran y eso es porque alguien acaba echándole ganas a las cosas y trabajo. De esta forma uno también contribuye a que pueda encontrarse con otras vías para tirar hacia delante y estar mejor de como uno estaba.

D.G: Y es por ese mensaje positivo y esa manera de contar las cosas que tus películas gustan tanto...
G.Q: No soy yo quien tiene que responder a eso, pero es cierto que todos pretendemos llegar al mayor número de público. Yo al menos no tengo intención de quedarme con mis cosas para mí misma y los míos, quiero que las películas fluyan para la gente que las está viendo. A veces pienso que quizás no sean fáciles o cómodas, pero sí creo que juegan con el valor de la cercanía: me gusta que el espectador se sienta reconocido en los problemas que está planteando la historia.

D.G: Tres veces has pasado ya por Donosti, la primera vez fue con El último viaje... La segunda con Cuando vuelvas a mi lado, acompañando a esas tres mujeres que deben cargar con las cenizas en un viaje al pasado...
G.Q: Esta película es diferente: no tiene flashbacks, todo el rato es hacia delante... Tendrá puntos en común con Cuando vuelvas... Incluso con Rylands, no lo sé, yo tengo la sensación de que todas las películas que he hecho, que tampoco son tantas, están unidas por una fina línea unas con otras y desde luego Siete mesas… es heredera de todo lo que he hecho anteriormente. También es distinta, yo sé que es distinta.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

domingo, septiembre 30, 2007

Hablamos con... Kim Rossi Stuart

Su primer trabajo como director nos lleva a conocer la historia de una familia romana tan curiosa como cercana. Líbero es la propuesta de un actor que casi se sintió obligado a ponerse detrás de la cámara. ¿El resultado? Una película a la que está acompañando por todo el mundo casi dos años después de su paso por Cannes.

Daniel Galindo: Durante hora y media tenemos la suerte de contemplar como mirones un relato sencillo que conecta con el espectador. Parece que estamos faltos de eso, de que nos cuenten historias cercanas...
Kim Rossi Stuart:
El estilo, el corte de la película es muy realista. Siempre pretendí contar el día a día, algo alterado eso sí, de una familia normal. Esta familia es italiana, sí, pero con visos de ser de cualquier pais occidental.

D.G.: Y nos conviertes en espias...
K.R.S.:
Mi idea era que les viésemos a través del ojo de una cerradura, que el espectador pudiese contemplar de manera natural, sin artificios, ese trozo de vida cercano y más frecuente de lo que creemos. Intento contar las historias de manera que se mantenga viva la atención del público, con un guión que le interese.

D.G.: Actuar y dirigir viene a ser lo mismo, contar historias, pero ¿de dónde te viene ese interés por colocarte al otro lado del visor?
K.R.S.:
Siempre tuve el deseo de ponerme detrás de la cámara desde que tome conciencia de lo que hacía, actuar con regularidad, siempre planteándome problemas que podían preocupar al director. Lo de escribir no lo tenía en mente, lo llevaba a cabo, pero la posibilidad de orquestar un proyecto pasaba a un segundo plano cuando volvía a tener en mis manos un papel a las órdenes de directores a los que consideraba como maestros y posibles fuentes de enseñanzas.

D.G.: Lo que no estaba tan claro era que en esta cinta estuvieses delante y detrás de la cámara...
K.R.S.:
Ya me parecía demasiada responsabilidad asumir un trabajo de dirección pura y dura, pero se dieron casualidades que me llevaron a pensar que nadie conocía a ese padre como yo después de haber convivido con él durante tres años. Mi objetivo prioritario era que los niños estuviesen a gusto, transmitirles confianza... Al final todo se volvió muy orgánico, yo tenía autoridad como director y, a la vez, como cabeza de familia.

D.G.: Dicen que es complicado rodar con niños, pero es mucho más complicado y arriesgado que un niño lleve el peso de la historia, ¿no?
K.R.S.:
Todo personaje que aparece en el metraje tiene la intención de evidenciar su interacción con el niño desde el punto de vista del pequeño. También en el plano técnico el enfoque estaba siempre en consecuencia de su perspectiva, tanto visual como emotiva.

D.G.: Como actor has trabajado con directores como Michelangelo Antonioni (Más allá de las nubes), Roberto Begnini (Pinocho), Gianni Amelio (Las llaves de casa) y pronto te veremos de nuevo como intérprete en Romanzo criminale, de Michele Placido. ¿Hay algo de ellos en tu ópera prima o has escapado de toda referencia?
K.R.S.:
Siempre aprendes, de lo positivo y de lo negativo, y he podido notar que un grandísimo siempre atraviesa por dificultades. Esto me hizo sentir más cómodo a la hora de afrontar las dificultades. Por otro lado he intentado plantear una película sin referencias explícitas a nadie: yo quería hacer algo personal, única, mía... y esto lo digo sin pretensiones de ningún tipo.

D.G.: La vida de Líbero está siendo larga, no deja de estrenarse en nuevos paises (Argentina, Reino Unido, Francia). Si ésta ha salido bien, está saliendo bien, puede que Kim esté pensando en una segunda...
K.R.S.:
Llevo acumulando notas y apuntes desde hace mucho tiempo, pero no sé cuál es la historia más urgente a contar. Seguro que será un proceso bastante largo, primero escribo con total libertad, sin presiones, y luego porque tengo que analizar qué quiero contar y cómo lo quiero hacer.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, agosto 31, 2007

Hablamos con... Julio Medem

Se dio a conocer entre vacas y ardillas rojas, buscó cochinillas en la tierra, a Lucía le descubrió el sexo, sufrió la piel contra la piedra y nos presentó a dos amantes en el Círculo Polar. Llega el turno de Caótica Ana.

Daniel Galindo: El relato parte de un homenaje explícito a tu hermana, ya fallecida. Al final su recuerdo queda para vuestra intimidad y en la película se muestran sus cuadros, pintados con cera y mucho color.
Julio Medem:
En un primer momento la evocación de Ana me atrapó, incluso quería contar su forma de ser, su expresividad, por medio de una historia positiva, luminosa… Empecé a escribir en profundidad el guión y me di cuenta de que el personaje se estaba independizando de alguna forma, tomando un rumbo diferente. La comedia tornó en drama, apareció el caos y otro libreto cobró vida propia. Ana ya era muy distinta a mi hermana, así que por otro lado me sentí muy aliviado. Y pensé ‘es mejor que sea así’.

DG: Y entonces llegó una curiosa cuenta atrás, un despiece con aire de fábula en el que Ana es a la vez princesa y monstruo de un reino donde está instala la tiranía. Hablar de poesía visual resultaría pretencioso, pero sí es cierto que las imágenes están cargadas de simbolismo…
JM:
Las experiencias inconscientes que emergen de las profundidades de Ana representan la lucha de la mujer frente al señor de la guerra, es una especie de oda a la feminidad y de enfrentamiento contra la supremacía impuesta del género masculino sobre el femenino. El hombre blanco es la primera causa de las desgracias de la humanidad y el contrapunto lo encontramos en la mujer, que es la vida, ya que representa la fertilidad y la continuidad de la raza humana.

DG: Como buen creador prefieres no explicar las metáforas que empleas, las ideas plasmadas en imágenes. Un ejemplo lo encontramos en el caos, que es algo así como un espesor que Ana, que todos, llevamos dentro y un día, con ayuda o sin ella, llegamos a conocer…
JM:
En realidad estamos conformados, de manera muy íntima, por el material de los muertos, por todos aquellos que ya vivieron: no estamos solos, somos lo que somos porque otros fueron lo que fueron. Esa especie de arcilla es lo que nos da forma y al tiempo también contenemos, está en nuestra memoria. Yo no sé si hay paraísos o espíritus en el más allá, pero estoy seguro de que nosotros, ahora, estamos completando la existencia de los que ya no están.

DG: Y a esta reflexión sobre el alma añadimos el hecho de que te ha salido la película más viajera y no sólo por haber mostrado el corazón de Nueva York, los desiertos del Sahara y Arizona, la isla de Ibiza, Madrid…
JM:
Lo que más me interesa de Ana es su interior, las ‘vidas’ que contiene… Y luego siendo un personaje pequeñito, sencillo, con actitud de falta de profundidad que en definitiva es su lucha para no enfrentarse a algo fuerte, oscuro y remoto. Esta criatura es un compendio de actitudes que tienen que ver con los niños, que tienen los afectos y las emociones a flor de piel, que pueden pasar de la risa al llanto, que sienten sin plantearse un porqué.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

sábado, agosto 04, 2007

Hablamos con... Antonia San Juan (una entrevista)

Artista que toca diferentes palos, incluso la gestión. Así podemos definir a una mujer que se considera actriz por encima de todo. Asegura que se hizo directora para seguir actuando y poder dirigir a la intérprete que es. Ahora podemos comprobar esa faceta gracias a Hijos de su madre, que inaugura la nueva era del madrileño Teatro Arlequín.

Daniel Galindo: Regresas a Madrid con Las que faltaban, será en octubre, pero lo nuevo es esta comedia con la que sacas tu mirada como observadora "externa" implicadísima en el resultado final.
Antonia San Juan:
Como una madre que mima y regaña a sus hijos. Aún así, a pesar de la responsabilidad, disfruto muchísimo dirigiendo. Es una experiencia preciosa y reconfortante, además de constructiva, ya que me sirve como modelo para corregir y probar cosas. Todo va reposándose y uniéndose a este largo y bonito camino que es la vida.

DG: Hijos de su madre parece tu obra más tuya, aunque lo cierto es que te agencias todos los libretos, en el buen sentido.
ASJ:
Todos los textos, tanto los de Otras mujeres, como los que incluí en Las que faltaban, pasaban por mi mano. Necesito que los autores me den libertad para poder enriquecerlos, adaptármelos... Este es el primer espectáculo que, después de trabajar con otros montajes, nace él solito, casi por necesidad: estoy cargada de tantas vivencias que el propio texto me pide que lo escriba.

DG: Creo que tus dos primeros cortometrajes, V.O. y La china, convergen en este montaje...
ASJ:
Después de contar aquellas historias me quedaba material al que darle forma, así que escribí dos relatos más que fueron Los frecuentadores y Almas gemelas. En principio los escribí para mí, para tener cuatro registros distintos, siguiendo a dúo la línea del monólogo, de mostrar a cuatro mujeres diferentes, pero lo que ocurrió es que se unió la gira de Las que faltaban con la necesidad de sacar adelante Hijos de su madre.

DG: ...Y es entonces cuando te acuerdas de Helena Castañeda.
ASJ:
Estoy muy contenta con ella, con su versatilidad para poder pasar de un personaje a otro. Es el vértice idóneo para el triángulo que también forman Félix Navarro, un cantante lírico con mucha simpatía, y Luis Miguel Seguí, además de fijo en la empresa, por ser un excelente actor que cuenta ahora con bastante tirón televisivo gracias a La que se avecina.

DG:Hijos de su madre aborda temas de actualidad, las relaciones sentimentales, la amistad... Es una comedia, sí, pero con acento crítico.
ASJ:
Tiene que tenerlo porque el teatro es el espacio que siempre se ha reservado para que el bufón, los comediantes, digan todo, sin cortapisas. Yo dejo que mis personajes digan que tienen que decir, incluso hasta con un grado de pudor, de autocensura. Aunque parezca que yo me excedo en comentarios, nunca termino de decir todo lo que quiero, pero también con ese cinismo que caracteriza a las televisiones afirmo que cualquier comentario vertido por cualquiera de los personajes que aparezcan ni la compañía ni la directora se hacen responsables.

DG: Por lo que podemos comprobar, todo tu trabajo sigue la misma línea...
ASJ:
Todo forma parte de lo mismo, contar historias, da igual que lo hagas desde la dirección, la interpretación, la producción o la escritura. En cuanto al estilo, de lo que se trata es que al final tu obra tenga un sello, una marca editorial, y que la gente reconozca quien está detrás de eso. Esa es la ambición de todo artista. Al final no es que haya 60 obras de teatro, hay una sola que estás representando durante toda la vida, pero con diferentes nombres, compañeros, momentos...

DG: Y afrontas una nueva etapa, la gestión del Teatro Arlequín, que esperas que se convierta en un espacio multidisciplinar, no sólo teatral.
ASJ:
Teatro y más cosas: desde escuela de actores hasta un espacio para la reflexión creativa. Lo voy a llevar durante unos cuantos años, quién sabe si veinte.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... Alberto Jiménez (una entrevista)

Este inquieto creador da muestras de su capacidad gestora con Cuerpo de mayor, la tercera entrega de Nada es casual, que ya podemos ver en la madrileña sala Cuarta Pared.

Daniel Galindo: El origen de Nada es casual lo encontramos hace 7 años en Santiago de Compostela, en unos encuentros teatrales, y parece que la mezcolanza de preocupaciones, miedos, inseguridades y alegrías ha dado juego...
Alberto Jiménez:
Y no quería contar tanto mis historias como investigar acerca de lo que yo puedo aportar en realidad al público, cómo difundir lo que sale del actor-creador, qué puedo hacer para que nadie se sienta defraudado y, sobre todo, responsabilizarme de todo un proceso creativo, no sólo del canal de comunicación.

DG: Y hasta cierto punto tenías esa necesidad de vomitar lo que encerrabas dentro...
AJ:
Sí, lo que os acabo de contar era la teoría. A partir de ahí, me voy dando golpes, casi de manera literal, porque a veces me encuentro con el vacío, con la sensación de que no tengo nada que contar... Pero toparte de bruces con tus límites te sirve para ir creciendo y aprendiendo, y no sólo de uno mismo sino también de la gente que me acompaña en esta aventura.

DG: Golpes te das unos cuantos en este Cuerpo de mayor, con el que pones punto final a la serie Nada es casual, decías que no era plan llegar a la entrega número 25...
AJ:
La verdad es que en muchos momentos de este proceso me aferraba a la idea de que tenía que limitarme a mi trabajo como actor, que ya es lo suficientemente creativo, pero luego me entusiasmaba la idea de afrontar un reto más completo, con más palos que tocar.

DG: Durante algo más de una hora despliegas un abanico de facetas, desde la escritura, hasta la producción y la interpretación... No es tarea fácil.
AJ:
Hay que tener un talento del que yo carezco. Lo que ocurre es que la respuesta del público y los compañeros está siendo tan bonita que merece la pena atravesar de nuevo por esta experiencia en la que se sufre mucho, sí, aunque siendo realistas, el verdadero sufrimiento es el de los que se juegan su vida en trabajos precarios. Por nuestra profesión nos podemos sentir muy afortunados.

DG: Antes de tomarte unas vacaciones y aparecer de nuevo en la pantalla grande con El hombre de arena y Oviedo Express, tenías ganas de seguir redescubriéndote en varios registros.
AJ:
Sí, quería mostrarme de manera diferente al "Alberto actor", al que suelen dirigir otros. Es un reto más que afronto, y es especial en el caso de Cuerpo de mayor, que trata acerca de temas duros que, con ayuda del humor y con esas historias cotidianas donde realmente podemos descubrir lo trascendente de la vida pero sin grandilocuencias, hace que el mensaje que se pretende comunicar no resulte empalagoso y tedioso.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

domingo, julio 08, 2007

Hablamos con... Sergi López

Le conocemos por su trabajo en la pantalla grande, pero lo curioso es que el de Vilanova i la Geltrú se marchó hace años a Francia, a aprender más acerca del teatro, pero acabó convirtiéndose en uno de los europeos más requeridos por el cine, a un lado y otro de los Pirineos.

Daniel Galindo: …Y después de cuatro años dedicado en exclusiva al cine, al trabajo con cineastas como Stephen Frears, Manuel Poirier, Miguel Albaladejo y Guillermo del Toro, el actor vuelve a casa…
Sergi López:
Tenía muchas ganas de subirme de nuevo a un escenario. El teatro es la madre de todo. El cine siempre fue algo, no ya secundario, sino que no entraba en mis planes. Yo me fui a París a estudiar a una escuela de teatro, con lo cual el hecho de abandonar un poco ese camino, casi me dolía. Cuando veía a compañeros en escena me entraban ganas de estrangularles y ponerme en su lugar, así que me dije, antes de meterme en follones, vamos a intentar montar algo propio.

DG: Y tanto que lo habéis montado: Non Solum se estrenó en 2005 en el Festival Temporada Alta, de Girona, y tiene aún mucha vida por delante…
SL:
El espectáculo partió de la idea simple de reencontrarme con las tablas y fíjate por donde vamos: con bolos durante todo el verano, entre rodaje y rodaje. Es verdad que nos está desbordando un poco, porque queremos darle salida en dos idiomas, catalán y francés, y queremos machacarnos aún más porque, en cuanto podamos, lo haremos en castellano también. No tenemos la intención de explotarlo, por ejemplo, durante seis meses a fondo y nada más. Sé que compaginarlo con el cine es una muy feliz complicación, pero como estoy yo solo, pues me las apaño para ponerme de acuerdo conmigo mismo. Es algo muy personal, que queremos que crezca con nosotros, con el director, Jorge Picó, y conmigo.

DG: Tan personal que supone tu vuelta ese era tu deseo: volver al medio en el que criaste como actor…
SL:
…Y como persona. Yo tuve el feliz incidente de toparme con el cine y entonces tuve que aparcar mis proyectos con una joven compañía de teatro en París. Cambié de parcela pero siempre con la vista puesta en volver, en dotar de sentido algún día el porqué estoy en esto. No me gustaría perder la ilusión, olvidarme de que para mi, actuar es como un juego, aunque sea un tragedia. Es imprescindible disfrutar, encontrarse con el placer. Y el teatro te lo facilita

DG: Pero el cine abre muchas puertas…
SL:
Desde luego y es mágico, además de que lo puedan ver millones de personas, pero el teatro es muy potente en su sencillez: las cosas ocurren en un momento y ya, nunca más. El público es testigo privilegiado y el actor también. Cualquiera que haya probado este veneno, como aficionado o profesional, sabe de lo que estoy hablando.

DG: Inoculado el veneno, subimos el telón y encontramos a Sergi López haciendo muchas cosas a la vez…
SL:
Y todas mal (risas). Nunca pretendí hacer una cosa convencional pero tampoco sabía lo que quería hacer, más bien tenía claro lo que no quería hacer. Por eso el espectáculo ha salido un poco parecido a mi: extraño, surrealista, absurdo y muy, muy cómico. Como me reconozco mucho en el personaje, que son muchos al mismo tiempo, de ahí las risas del principio: canto mal, hago mimo mal y bailo mal… No quería caer en lo común, ni vanagloriarme de lo que puedo hacer más o menos bien, como un alarde. No, no me gusta la gente que presume.

DG: Se te nota contento con el resultado de Non Solum.
SL:
Sí, porque ha sido ver cumplido un sueño y una vez que lo armas, te das cuenta de que consigues emocionar a la gente. En esto, como en todo, lo importante era el juego, pasarlo bien, pero también la sinceridad… Quería comprobar si esto tenía sentido, si era capaz de llevar al público hasta paraísos insospechados.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

domingo, julio 01, 2007

Hablamos con... Juan Carlos Fresnadillo (una entrevista)

A punto de cumplir los 40, la carrera de este tinerfeño está más que consolidada después de una tarjeta de presentación que llegó hasta los Oscar con su cortometraje Esposados, en 2001 estrenó un primer largometraje sorprendente, Intacto, y ahora dignifica un encargo del mismísimo Danny Boyle: 28 semanas después.

Daniel Galindo: Danny Boyle te recomendó para que dirigieras este encargo, de hecho, te envío un mensaje proponiéndote continuar la historia…
Juan Carlos Fresnadillo:
La primera reacción fue decir "esto es una locura", sobre todo porque yo admiró su trabajo y soy fan incondicional de 28 días después. Pero cuando hablé con Danny y los productores encontré las razones por las que podía encajar en el proyecto. Me dijeron que quería que crease una nueva película, diferente por completo, pero que respetase la esencia. Un tipo tan grande como es Boyle ha sido también muy generoso: lo primero que me dijo fue que me olvidase de lo que él había hecho y que filmara mi mirada.

DG: ¿Y te dieron libertad absoluta, partiendo de esa premisa?
JCF:
Sí, pude explayarme a nivel creativo y contra con mi equipo, Enrique López a la cabeza. Desarrollé unas ideas, las presenté y vi que en realidad les entusiasmaba mi trabajo. Fue contemplar la luz verde y coger las maletas e irnos a Londres a disfrutar de la aventura que se nos presentaba, un viaje en toda regla, no sólo por rodar en un idioma que desconocías, con actores de primer nivel y un equipo técnico que no se quedaba atrás. Y además de esa lección humana y vital, el viaje me ha servido de autoaprendizaje de mi mismo.

DG: La película derriba todos los clichés propios del género de terror y, no contento con eso, aportas también tu toque personal, sin olvidar una alta dosis de violencia…
JCF:
La historia en esta ocasión está dotada de un realismo salvaje. Me decante en parte por rodar como si se tratase de un documental. Yo creo que la realidad es violenta y sangrienta, y eso hay que contarlo, era una muestra de honestidad por mi parte: haberlo escondido no hubiese estado bien. Para que el relato tenga el impacto emocional que debe tener, en algunos momentos la cámara tiene que enseñar cosas destructivas y oscuras.

DG: Es una forma también de que el espectador se identifique con las víctimas de esos rabiosos, ¿no?
JCF:
Para engancharle tienes que enseñarle lo que supuestamente les ocurre a los personajes. Por eso hay que mostrar la crudeza en toda su dimensión, aunque de manera justificada. También quería innovar y aportar algo nuevo al cine de terror, mi obsesión era la de transmitir veracidad, además de captar la violencia y reflejar, por medio de una alegoría, el mundo en el que vivimos.


DG: Hablamos ahora de buenas críticas, excelentes en Gran Bretaña, y de una recaudación de más de 30 millones de dólares en sólo dos fines de semanas: los infectados pisan los talones de Spiderman 3… ¿Sufrimos de vértigo?
JCF:
Intento abstraerme, olvidarme de toda esa vorágine. El triunfo al otro lado del Atlántico y en la propia Gran Bretaña ha sido una sorpresa que me llena de orgullo y satisfacción, porque lo que han dicho críticos que para mí siempre han estado en un pedestal ha sido muy fuerte, y eso que la crítica siempre es dura con las películas de género, aunque tú te refieras a la peli como terror de autor.

DG: Lo cierto es que más vértigo da el fin de la humanidad, tal y como planteáis con la película…
JCF:
Estamos rodeados de amenazas, que cada vez parecen más cercanas, desde le calentamiento global a las enfermedades, pasando de manera inevitable por las guerras. Vuelve a surgir una preocupación general por nuestra destrucción. Estamos viviendo en una cultura que ella misma intuye que tiene un final. Quizás pueda pecar de pesimista diciendo esto, pero tengo la impresión de que estamos abocados a una destrucción, no sabemos en cuanto tiempo y tampoco quiere decir que sea algo negativo, me explico: desde un punto de vista histórico, después del desastre viene el renacimiento, todas las crisis son para bien y detrás de todo lo que se destruye acaba creándose algo nuevo y mejor.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... Juan Carlos Naya (una entrevista)

Cada noche se encierra en los sótanos de un banco, uno de esos a los que solemos confiar nuestros secretos y pertenencias más valiosas.

El actor reivindica también la faceta de productor, aunque no ejerza de ello en Madrugada de cobardes, y nos invita a un espectáculo teatral que promete más de una sorpresa, tantas que la productora sabe que tendrá poco efecto negativo su aviso promocional: 10 euros la entrada, y si no gusta, devuelven el dinero.


Daniel Galindo: Después de diferentes experiencias con compañías formadas por decenas de miembros, ahora toca un montaje con un carácter más íntimo, no sólo por la trama, sino también por la producción.
Juan Carlos Naya:
Las grandes funciones de clásico en las que me he embarcado han sido con el Teatro Español, claro, empresa pública. Piezas de este tipo son muy difíciles de afrontar desde una compañía privada, por lo que hay que recurrir al formato del monólogo o a textos con muy pocos personajes. Embarcarse en historias con más gente es muy peligroso: como se suele decir, en el teatro ganas pesetas y pierdes duros.

DG: Ahí se enmarca una obra con la que diste rienda suelta a tu faceta como productor en la temporada pasada: Marlene.
JCN:
Es coincidencia también que los textos, adaptados en montajes menos multitudinarios, me han interesado. Desde que terminé El retrato de Dorian Gray, una gran producción, me fui hacia una función de dos personajes y autor español, caso de Marlene, de Martín Garrido; luego he estado con Bárbara Rey, los dos solos en un Ático con terraza y con la palabra de Juan José Alonso Millán…

DG: Y ahora, Madrugada de cobardes, escrita y dirigida por José Cabanach.
JCN:
Una aventura muy interesante, ya que en ella se habla de problemas de hoy y yo, la verdad, es que ya estaba algo cansado de referirme siempre a situaciones del siglo XVI y centurias venideras. Contar con un tipo comprometido, que domina el verbo y además pretende contar cosas reales, me pareció una oportunidad imposible de rechazar, sin olvidar que se crea una magia muy especial sobre las tablas trabajando con un solo compañero, con el que te tienes que batir en duelo interpretativo y al que tienes que recurrir en todo momento.

DG: Dos personajes encerrados en la cámara acorazada de un banco… ¿Con qué se encuentra el espectador cuando cae sobre él esa madrugada?
JCN:
Se va a topar con un buen texto, inquietante, en la que el autor, que además, también es director, juega con todos los trucos teatrales a su alcance. Lejos de parecer un relato monocorde, la función está tan bien planteada que atrapa a todo el mundo, al menos, eso creo. Y luego está el tema de las cajas de seguridad a las que muy pocos tienen acceso. Eso otorga un morbo y una tensión fundamental para que nadie se aburra, aderezado además de humor, drama, violencia y cotilleo: cada caja que se abre encierra todo un mundo por descubrir.

DG: Y por encima de todo, y nos ponemos algo metafóricos, la palabra, al igual que esas cajas, encierra muchos matices…
JCN:
Por desgracia, el valor de la palabra, la fuerza del vocabulario, se están perdiendo. Hay que transmitir con la palabra, pero también que ese discurso tenga un sentido, coherente con el mundo en el que vivimos.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con Joan Ollé (una entrevista)

Comenzó el viaje como actor, en 1974, una década más tarde se decantó por la dirección... A este usuario habitual del puente escénico Barcelona-Madrid le gustan los retos. Prueba de ello son sus próximos proyectos, que compagina mientras su versión de Soldados de Salamina sigue de gira por Cataluña y el resto de España hasta la próxima primavera: una excelente oportunidad parar disfrutar de la palabra bien dicha.

Daniel Galindo: Hemos podido leer el libro, ver la película de David Trueba, quizás tengamos muy reciente su argumento, pero como bien sabemos, un texto acaba siendo siempre diferente en función de quien marca la visión...
Joan Ollé:
Y es un arma de doble filo, ya sabes eso de traduttore, traditore. Cuando se traslada algo de un lenguaje a otro traicionas su espíritu, por mucho que quieras respetar la esencia. Buscaba la fidelidad estricta; es decir, de este libro lo que más nos entusiasmó fue la escritura y yo no quería cambiarla, de ahí que apostase por quedarme cerca y conservar la estructura a partir de la palabra, una maravillosa materia prima.

DG: En esta búsqueda del héroe verdadero sobresale la fuerza del texto, que tiene a su servicio una curiosa sinfonía de voces y un soliloquio contundente bajo el nombre de Memoria de ultratumba.
JO:
Si la palabra está bien dicha y es buena, podemos recrear retratos y situaciones en la mente. Es lo contrario a lo de la una imagen vale más que 1.000 palabras. En eso centré el trabajo con los intérpretes, basado en la amistad y diferenciando varias partes. En la primera pretendí que dejarán de interpretar para pasar a ser instrumentos musicales: precisos en la dicción, en la musicalidad... En definitiva les he pedido que buceasen en el texto para llegar a la humanidad que desprende Javier Cercas, ya sea en el monólogo de un fascista que quería ser escritor o en un acto donde la emoción contenida sale a rebosar cuando se encuentran dos seres humanos olvidados, perdidos.

DG: ¿Qué nos dices de Javier Cercas? ¿Cómo ha vivido su ingreso en el teatro?
JO:
Ha sido un compañero de viaje espléndido. Él empezó diciendo "haz lo que quieras que yo ya he hecho lo mío; para que tú te explayes, tengo que apartarme". Pero desde el principio se mantuvo pegado a nosotros, aportando su ilusión. Su confianza sigue siendo la mejor garantía de que esto está saliendo bien.

DG: No has cambiado ni una sola palabra del texto, fidelidad máxima...
JO:
Era mi homenaje a un autor con la capacidad de conmover, y no todos la tienen. Acabé la novela una noche de verano en Grecia: me puse a llorar con las últimas páginas del libro y tuve muy claro que aquella emoción que sentí en privado tenía que trasmitírsela a los demás, al menos intentarlo. Fue relativamente fácil poner en pie el montaje, un grano más a nuestra pasión por recuperar el "teatro documento". Mucha gente ha disfrutado en privado de la historia, yendo a un asunto colectivo que es nuestra guerra civil... ¿por qué no llevarlo a un sitio vivo como el teatro, concelebrarlo en público y así releer la novela de otra manera?

DG: Esa misma idea de compartir movió a Josep María Pou a hacerse cargo de La cabra o ¿quién es Silvia?...
JO:
El teatro es un sitio de gente viva, donde la palabra sigue teniendo un valor, es el arte más fácil del mundo: uno que cuenta una historia y otro que la recibe. En nuestro mundo tecnológico, el teatro es la última iglesia y me refiero en el sentido de religar lo terrenal con lo trascendente. Antes las ciudades eran oscuras y las personas iban al teatro en busca de luz y espectáculo, ahora es quizás al revés: toda la vida es un espectáculo y creo que de vez en cuando es bueno refugiarse en el teatro, un lugar donde hay menos mentira que en la vida.

DG: Has apostado por una escena limpia, la luz, los actores y la palabra... ¿Hemos hecho pleno?
JO:
Creo que sí. Parece que el público ha captado nuestras intenciones y algunos maestros me han dicho que les ha gustado. Uno de ellos fue José Luis Gómez y como uno es todavía un chavalito que lo que quiere es aprender, le encanta que los grandes y el público le digan que estamos haciendo algo que no es estridente, donde no se grita y da idea de un teatro que, por lo menos, no molesta.

DG: Y como "persona que está aprendiendo" seguro que tienes deberes por hacer... JO: En la Feria del Libro de Frankfurt acompaño a la cultura catalana con una especie de suicidio artístico que consiste en condensar la historia del habla catalana en hora y media. Estoy abocado al fracaso más estrepitoso, pero en el fondo creo que valdrá la pena ya que estarán Carles Santos, María del Mar Bonet, primera figuras de este trocito de piel de toro que es Cataluña. Quiero que el mundo se entere de que más allá de un pseudo problema político se pueden hacer cosas buenas por la cultura y el arte. Y con motivo de la Expo de Zaragoza dirigiré El ángel exterminador, de Buñuel, una idea de Jordi Mesalles, un querido amigo que falleció sin poder poner en escena su sueño.

DG: ¿Con ovejas sobre el escenario?
JO:
Pues no lo había pensado, aunque sí que es cierto que las ovejas son más caras que los actores. A lo mejor hay que mezclar unas cuantas con esas personas encerradas en una habitación de la que no pueden salir a pesar de que las puertas están abiertas. Otra vez será traduttore, traditore, pero en este caso robaremos ideas del cine y no de la literatura.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... José Carlos Plaza (una entrevista)

Hablar de este madrileño de 61 años es hacerlo de más 4 décadas de teatro en nuestro país. Su trayectoria abarca desde la gestión del Centro Dramático Nacional hasta la dirección escénica de óperas como Don Carlo, Wozzeck, Carmen y, recientemente, Fidelio.

Acabado su viaje hasta Jean Genet, retoma Afterplay, obsequio de Helio Pedregal y Blanca Portillo. En su agenda no hay hueco libre: habitual del Festival de Teatro Clásico, ya está metido en faena para sorprendernos con una Fedra muy especial con Alicia Hermida y Ana Belén.

Daniel Galindo: Un montaje muy laborioso, Splendid´s, le ha traído de cabeza estos últimos meses por ser una muestra atípica de teatro que no entronca con lo habitual. Es curioso que la obra salga de la cartelera el 3 de junio, un viaje demasiado corto después de tanto esfuerzo...
Jose Carlos Plaza:
Que su vida sea más corta de lo normal se atiene a la programación del CDN. Tiene muy acentuado el toque experimental y se pensó para darla a conocer a un determinado público. Se concibió como un desafío puntual y, hasta cierto punto, un acto de rebeldía al ir en contra de lo está en vigor: la frivolidad, la superficialidad, el olvidarse de uno mismo... Genet nos coloca un espejo delante y claro, no nos gusta mirarnos. Pero el teatro está para eso, para obligar al ser humano a mirarse dentro de sí y ver lo que no quiere reconocer. Quería, de alguna forma, continuar esa intención, aunque enfrentarme a este mundo poético y filosófico y además estrenar fue como lanzarse a una piscina sin saber si había suficiente agua.

DG: ¿En algún momento ha sentido que podía ahogarse? Si para nosotros ha sido un montaje difícil de digerir, para el director y los actores debe estar siendo una experiencia intensa.
JCP:
La función ha ido creciendo, los actores hablan de un viaje y como tal, tiene momentos en los que todo sale mejor y otros más abruptos. Es una bajada a un submundo que nunca se completó, es decir, Genet no da el visto bueno a la obra y es Sartre el que se enamora de ella... Yo creo que el autor no la considera terminada, por lo que hay un planteamiento por su parte de una cantidad de ideas, de una enorme fuerza de imágenes y sentimientos, pero con una débil o inexistente dramaturgia pretendida. Había que mantener una línea argumental en una obra en la que los personajes hablan por boca de un pensador. No ha sido fácil combinar esos procesos internos con el entorno en el que se desarrolla la historia, son gángsteres atrincherados en un territorio donde domina la inmundicia.

DG: Si para comunicar sentimientos se necesita un acto previo de confianza entre director y actor, en este caso responde a un vínculo mucho más estrecho.
JCP:
Hemos estado muy unidos. Es cierto que a veces se han sentido perdidos al no ver con claridad la luz que creo que yo sí percibí desde el principio, pero poco a poco, por su enorme fe hacia mí y hacia Genet, hicieron una entrega de confianza total, siendo los principales defensores de una dramaturgia que hemos hecho entre todos. Se tocan temas muy duros, se habla de la violencia, el miedo, la cobardía, la homosexualidad, los límites de la realidad, la pérdida de la identidad, del fracaso de una vida... Para ellos ha sido extenuante, no tengo palabras para agradecer lo que han hecho.

DG: Considera al actor por encima de todo, un material sensible muy valioso...
JCP:
Y fundamental para que se pueda dar el hecho teatral. Sin ellos no habría nada y a ellos les debo el estar aquí. Sólo les puedo pagar siendo coherente con eso: tanto en el caso de Splendid's, como en Solas con Lola Herrera, Natalia Dicenta y Carlos Álvarez-Novoa, tenía que contar con profesionales que tuvieran ingredientes precisos: generosidad, valentía, sensibilidad, cultura...

DG: El proceso a la inversa se dio con Afterplay: dos actores-productores necesitaban una mirada externa, limpia y acertada... Tenía que ser Plaza.
JCP:
Y siempre se lo agradeceré: fue la experiencia íntima, del placer, el río tranquilo, lleno de ternura y paz... Casi la experiencia contraria a la idea de lucha y revolución que nos ha tenido ocupados en el CDN. Cada montaje tienes que afrontarlo de manera diferente y precisa. Me considero un servidor de los textos, que son como lienzos delicados: a veces tienes que trabajar sobre ellos, ya puede ser un Velázquez o un cuadro del siglo XXI. No pretendo tener un estilo propio, sólo sigo el texto, que me aporta una determinada forma de hacer, y al actor, que es lo más sagrado.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... Audrey Tautou (una entrevista)

Siempre le perseguirá la sombra de Amélie, aunque lo cierto es que ese papel le permitió trabajar más tarde a las órdenes de Stephen Frears (Negocios ocultos) y Ron Howard (El código Da Vinci).

El fascinante personaje creado por Jean-Pierre Jeunet también la convirtió en objeto de deseo de muchos aficionados al buen cine y embajadora de la nueva hornada de intérpretes europeos junto a Daniel Bruhl, pero de las subidas y bajadas a Montmartre han pasado ya 6 años. Actualmente, con 15 películas en su haber, la heredera del toque Hepburn, sigue labrándose un camino personal, no exento de devaneos interesantes y posible escapadas hollywoodienses: ya se sabe, la línea recta no siempre es la mejor opción.

Daniel Galindo: Después de dramas como Largo domingo de noviazgo te acercas de nuevo al género con el que te conocimos, mucho antes de Amélie incluso.
Audrey Tautou:
Sí, es un registro de comedia pura, más comedia que todas las películas que han calificado de comedia. Creo que no tenía un papel similar desde 1999, año del estreno de Venus: salón de belleza. Ah, y no me puedo olvidar de mi escapada española, a Barcelona, con Una casa de locos.

DG: ¿Hay algo de tu personaje en Un engaño de lujo que te gustaría llevarte puesto?
AT:
Muy poco, la verdad. No es una mala chica, pero sería su polo opuesto en la vida real. Tras ese lado banal hay un fondo soñador e infantil que le lleva a no reparar en medios para llegar a ser una princesa. Por eso y por muchos otros aspectos, es el personaje más lejano a mí, aunque no creas, no me causó muchos quebraderos de cabeza meterme en su piel: un buen vestido, un peinado y unos tacones altos sirvieron para allanar el recorrido. Además, rodar con todo el equipo fue una especie de vacaciones muy bien pagadas.

DG: Y de nuevo, en casa, cine europeo...
AT:
Nunca me fui, la verdad, si es que lo dices por El código Da Vinci.

DG: ¿Qué hizo una chica como tú en un rodaje como ese?
AT:
Intentar no dejarse llevar por el interés que rodeó al proyecto y sus lógicos miedos e inseguridades. A pesar de mis limitaciones lingüísticas, era ya la segunda cinta que rodaba en inglés, la primera, por cierto, con un compatriota vuestro y gracias a su trabajo en Francia, casi mío, Sergi López. Me fijé más en la forma de actuar de dos maestros como Tom Hanks y Jean Reno, que en la estructura del guión. Me gusta colaborar con gente interesante, que tenga cosas que contar y lo haga bien. Eso te puede llevar a trabajar en Turquía, Latinoamérica, España... donde sea, además nunca me hubiera visto haciendo una película tan grande, y eso que Largo domingo... fue brutal.

DG: Pero hay cintas que dejan una huella más profunda... ¿Pesa mucho la imagen de Amèlie Poulain?
AT:
Al contrario, no pudo existir mejor tarjeta de presentación. El mejor regalo de tu vida no lo puedes asociar a un posible problema. Lo que peor llevo es la fama y la perdida de identidad y anonimato, dos cosas muy diferentes, libertades preciosas que quiero mantener, pero de la que suelen carecer los que acaban convirtiéndose sólo en una celebridad del cine norteamericano y, ya puestos, del cine mundial.

DG: Puede que te veamos como Coco Chanel...
AT:
Y además en Francia, sí. El guión todavía se está escribiendo a partir de una novela de Ana Gavaldon, poco más se puede decir. Me encanta hacer películas en mi país, en toda Europa, la verdad, porque todavía queda un cine de autor, que me atrae muchísimo, por ejemplo Pedro Almodóvar, Julio Medem, Sergio Castellito, Isabel Coixet, Nanni Moretti... La verdad es que hay muy buenos guiones escritos en francés, español, italiano, alemán, sueco... incluso en inglés, con acento británico, por supuesto.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... Alberto San Juan (una entrevista)

Teatro, cine... Da igual siempre que haya una buena oportunidad para superarse. A este madrileño que dejó el periodismo por el viejo oficio de actor le atraen los retos, y el de Bajo las estrellas, lo era.

Esta cinta, opera prima del director Félix Viscarret, arrasó en el pasado Festival de Málaga, donde también hubo premio para el protagonista. Y es que Alberto San Juan interpreta a un personaje que bien podría haberse presentado como un ser odioso, dentro de un complejo mundo de sentimientos que había que anclar a tierra firme.


Daniel Galindo: El director pensó en ti desde que empezó a leer la novela, aunque el personaje fuese irrespetuoso, caradura, tierno, un poco perdido en el mundo… ¿Cómo es Beni según Beni o, mejor dicho, en palabras de Alberto San Juan?
Alberto San Juan:
Mi personaje padece un sentimiento de orfandad. Su forma de no sufrir es no implicarse en nada, pero un accidente le obliga a tomar postura. Es la ansiada segunda oportunidad, la que le llega a una persona que iba a la deriva. Al final se da cuenta de que la solución no consiste en encerrarse en uno mismo sino en darse: además la moral social no vale, sólo la honestidad de los sentimientos.

DG: Hay que decir que Viscarret siempre remarca que Alberto, como actor es reservado y correcto, muy diferente a este rol que te devuelve, en cierta manera, a la infancia…
ASJ:
Y hace muy bien porque gran parte de la vida adulta es absurda y dolorosa sin motivo aparente. Fernando Aramburu ya dejó bien claro la filosofía de este personaje en la novela El trompetista del Utopía y Félix se ha encargado de, respetando su esencia, matizar mucho más su comportamiento y de incidir en la visión vitalista con la que afronta la muerte, un tema que planea sobre toda la evolución dramática de esta película ‘de carreteras perdidas’.

DG: Lo de road-movie a la navarra suena como un plato de menú…
ASJ:
Y de postre, el western, porque Benito Lacunza es un antihéroe que vuelve a casa a saldar una cuenta y encuentra personajes que viven en ninguna parte.

DG: Y de nuevo os cruzáis Emma Suárez y tú, en Bajo las estrellas, y pronto te veremos junto a Maribel Verdú…
ASJ:
Bonita casualidad. Trabajar con Emma en Horas de luz fue una de las cosas más intensas que he vivido, es única. Y luego está Gente de mala calidad, a las órdenes de mi amigo Juan Cavestany y teniendo como compañera de reparto a Maribel en una comedia amarga, muy amarga, sobre gente que hace las cosas mal.

DG: Hemos leído que Alberto San Juan todavía no ha encontrado su lugar en el cine… ¿Después de una década delante de la cámara?
ASJ:
Lo cierto es que en parte es así: me considero más vinculado al teatro, donde me siento con más autonomía y más dominio a la hora de trabajar. Después de unas cuantas, muchas películas, me sigue dando la sensación de que el escenario es más humano que el cine al no estar sometido a tanta presión económica: el teatro vale para pagar el alquiler y la compra, hacerse rico es difícil.

DG: Pero engancha… Y, además, ya sea en Animalario o en otro proyecto, Andrés Lima y tú vais a muerte…
ASJ:
Siempre que podemos… Ya le he pedido un pequeño papel en la zarzuela que dirigirá en el año que viene. Por ahora estoy concentrado en una nueva versión de Arlequín, servidor de dos patrones, de Carlo Goldoni, para el Teatro de La Abadía.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

sábado, junio 16, 2007

Arthur Miller, un perfil

El hijo de unos emigrantes vieneses personificó el sueño americano y fue más lejos aún, al sentar las bases del teatro del siglo XX y contribuir a derribar ese mismo sueño.

Vivió la centuria anterior de manera intensa aunque esperó al recién entrado siglo XXI para despedirse, no sin antes dejarnos su ingente obra literaria que abarca, tras unos primeros cuentos y novelas, desde piezas teatrales tan conocidas como Todavía crece la hierba y Todos eran mis hijos, hasta guiones, el primero, Vidas rebeldes, llevado al cine por John Huston.

En España son muchos los que han versionado al considerado como uno de los mejores dramaturgos del siglo pasado. Su teatro forma parte del repertorio tanto de grandes teatros, como de pequeñas compañías. Juan Echanove viajó con El precio durante varias temporadas. Así pudo estar más cerca de un "ídolo" que influyó en su forma de interpretar y en sus posturas sociales y políticas. Esa forma de ver el teatro realista, más allá del naturalismo, "del nobilísimo arte de entretener", fue convenciendo a todos.

De él se decía algo así como que era a la lengua inglesa lo que Bertolt Brecht a la alemana. Nunca quiso aleccionar a sus espectadores, sino jugar con la ironía y la sátira. Su mensaje está más cerca de la moral humana que de la política. Sus dramas inciden en los valores familiares y morales de la sociedad occidental de mediados del siglo XX, aunque en todos aparece bien marcado su peculiar acento crítico. Y algo que a todos nos gusta mucho de los textos, su vigencia, permanece inalterable incluso en los textos que ambientó cuatro siglos atrás, como Las brujas de Salem (Teatro Español, Madrid, hasta el 15 de julio) vinculado al momento en que fue escrito, pero cuyo vigor moral lo sitúa por encima de épocas y casos concretos.

De eso, de crear fuentes teatrales inalterables, primeras referencias, se encargó este maestro de la pluma que igual alababa al marxismo, que lo criticaba, sufrió la caza de brujas del senador McCarthy y denunció la intervención de Estados Unidos en Corea y Vietnam. Avisó de la desunión de la sociedad, la que siempre ha inquietado a los más puritanos y conservadores, y se hizo fuerte en la idea de que, en realidad, nada es permanente e inalterable, de ahí la progresión de su mundo literario.

En España recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2002. Miller fue tan conocido por sus obras, como por su activismo político y su vida sentimental. Se casó en tres ocasiones: con su novia del colegio, Mary Slattery, la hija católica de un vendedor de seguros; con la actriz Marilyn Monroe, de la que también se divorció, y con la fotógrafa austriaca Ingeborg Morath, que retrató magníficamente la Guerra Civil española.

Con La muerte de un viajante se alzó con el prestigioso Pullitzer. La primera versión teatral de esta pieza, dirigida por Elia Kazan en 1949, se llevó 6 premios Tony… Muy buenas perspectivas para un drama escrito en seis semanas cuando contaba con 33 años. El guionista y dramaturgo se marchó de viaje con la muerte el 10 de febrero de 2005. Tenía 89 años.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

sábado, junio 02, 2007

El universo Coixet se expande hasta Hollywood

Se han descubierto tres nuevos satélites: Penélope Cruz, Ben Kingsley y Dennis Hopper. Orbitan a las órdenes de la cineasta en Nueva York y Vancouver.

El motivo es el rodaje de su sexto largometraje, Elegy, basado en la novela de Philip Roth El animal moribundo. Isabel Coixet rueda de nuevo en inglés, ésta vez a partir de un guión no escrito por ella, y lo hace después de ser uno de los altavoces de los Invisibles, el proyecto de Javier Bardem que le emparentó con Wim Wenders, Mariano Barroso y Fernando León de Aranoa.

Demasiado viejo para morir joven fue su tarjeta de presentación en 1988. Tenía 26 años y con ella optó al Goya a la mejor dirección novel. Emma Suárez, Fernando Guillén y Carmen Elías fueron los primeros en girar en torno a esta creadora sui generis, luego llegarían muchos otros, compatriotas afines a su cine -Javier Cámara y los hermanos Almodóvar como productores-, y foráneos, como Tim Robbins y Monica Bellucci. No hay diferencia entre ellos ya que el cine es su mejor visado.

Con Cosas que nunca te dije comenzó su periplo norteamericano. Continuaría con Mi vida sin mí 8 años más tarde, sin olvidar la escala gallega de A los que aman, con Patxi Freytez, Gary Piquer y Albert Pla, entre otros. Tras su pasional historia de amor paneuropea cogió las maletas y se marchó hasta Canadá para relatarnos su 'triste cuento vitalista' en el que Amanda Plummer, Mark Ruffalo, María de Medeiros, Deborah Harry y Scott Speedman tenían un protagonismo activo.

Al contrario de otros cineastas que comenzaron en el mundo de la publicidad, Coixet no lo ha abandonado: lo mismo sigue a Manolo Escobar en la búsqueda de su carro, que manda a Leonor Watling al quinto pino, bien equipada eso sí. Su manera de realizar ha marcado un estilo propio que se puede ver cuando la actriz se transforma en la voz de Marlango y protagoniza videoclips como el de It´s all right.

Su abuela vendía entradas en un viejo cine de Barcelona y de ahí le viene su vocación. Dice que nunca quiso ser actriz, sino la persona que hacía esas hermosas historias, relatos que sirven para transmitir una idea concreta del mundo: aprovecha su obra para dar a conocer músicos como Anthony & the Johnsons, recuperar escritores como John Berger y plasmar su peculiar catálogo de píldoras sobre el amor, la familia y la amistad.

Si en todas sus películas da pinceladas acerca de su compromiso social, en La vida secreta de las palabras lo hace con mayor profusión: su refugiada bosnia, interpretada por Sarah Polley, estaba íntimamente relacionada con el Consejo Internacional de Rehabilitación de Víctimas de la Tortura, una sólida y necesaria institución que permite que supervivientes al tormento puedan dejar de sobrevivir para intentar vivir.

Su quinto largometraje parece una extensión del Viaje al corazón de la tortura, documental con el que recorrió el lado más siniestro de la India, el corazón de los Balcanes y Turquía. Detrás de sus gafas de pasta y su personalidad estridente se parapeta un carácter curioso, una rara avis ávida de indagar en la vida de los otros y contárnosla, empeñándose a través de su productora Miss Wasabi, su nombre de guerra.

Siempre que le llaman para participar en un proyecto colectivo no pone excusas. Había motivo para gritar junto a otros y criticar al Gobierno de José María Aznar. Ella lo hizo narrando La insoportable levedad del carrito de la compra. Dejando a un lado su activismo, se tomó unas vacaciones para declarar su amor por París con un episodio rodado en el barrio de la Bastilla con Sergio Castellito como cicerone. Y ahí no termina la historia ya que es una de las cinco cineastas que se han unido bajo el paraguas del medio ambiente para rodar un corto sólo con la ayuda de un móvil. Incombustible.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, mayo 04, 2007

Jean Genet, un perfil

Nunca quiso que Splendid's viese la luz. Dos décadas después de su muerte, el Centro Dramático Nacional recupera este texto que ha derivado en un montaje que navega contracorriente.

Así lo cree su director, José Carlos Plaza, que ha descubierto en uno de sus textos más engañosos sobre la necesidad de aparentar ante los demás, la fascinación del 'otro lado' gracias a los escritos de un autor al margen de lo común.

No sabemos si por voluntad u obligación Jean Genet se adentró en los submundos que un par de siglos antes visitó el también parisino y controvertido Donatien Alphonse François de Sade, más conocido como el Marqués de Sade. Lo cierto es que este novelista y dramaturgo, autor también del poemario El condenado a muerte, no tuvo que fantasear sobre las vidas de los marginales, aunque le dio rienda suelta a su imaginario para reinventarse otras existencias, otros entornos para seres que pudieran mantener su idea de la vida y el papel que le había tocado representar.

Como si del inicio de una de sus obras se tratase, Genet nació a finales del año 1910 en un ambiente poco favorable en los arrabales del París más alejado de las vanguardias artísticas y la luz de sus avenidas más ilustres. Hijo ilegítimo de una meretriz, con menos de 10 años ya destacaba por ser un hábil ladrón, aunque no siempre consiguió escapar de la policía. Vio la Legión Extranjera como la posibilidad de escapar de centros de internamiento y cárceles juveniles, aunque pocos años después desertó de otro reducto de normas y reglas.

Comenzó entonces una vida de mentiras, falsedad y marginalidad, de hurtos para sobrevivir y prostitución... ¿Realidad o ficción? En torno a los personajes más controvertidos siempre aparece una costra de suciedad moral no exenta de atractivo o morbo para el común de los mortales. La de Genet fue alimentada por sí mismo (siempre se definió como homosexual, bandido, traidor y cobarde) y por los demás: él, que repudió un mundo que le había repudiado, fue acusado injustamente ('he robado porque los demás me creían ladrón'). El mal camino se enderezó después de una condena a cadena perpetua que fue conmutada en 1948 gracias al apoyo de intelectuales como Jean Cocteau, Jean-Paul Sartre y Pablo Ruiz Picasso.

Entre las cuatro paredes de una celda empezó a escribir. Lo primero, Nuestra Señora de las Flores, un texto autobiográfico acerca de la homosexualidad y la vida en los bajos fondos. De su producción narrativa destacan Diario de un ladrón, Querelle de Brest, El milagro de la rosa y Pompas fúnebres, que combinan el lenguaje lírico y literario con cuadros de la realidad más cruda. En el lector caló su simpatía hacia los desheredados y los marginados de la sociedad, expuestos al sexo, el delito, la muerte. Su gran éxito en el teatro vino de manos de Las criadas, aunque para Sartre, ningún libreto (Los negros, Severa vigilancia, El balcón, Los biombos) superaba la calidad de Splendid's. Tres años antes de su muerte, en 1986, fue reconocido con el premio nacional de las letras francesas.

Directores como José Carlos Plaza se sirven de él para meter la mano en el fango, en lo políticamente incorrecto. El que tomaba como referencia tanto pinceladas pintorescas como aspectos grotescos de la humanidad estaba interesado en mirar hacia donde nadie quería hacerlo: inmundicias, detritus, amoralidad... Sobrecoge la lectura de Cuatro horas en Chatila, escrito después de la matanza de miles de refugiados palestinos en los campamentos de Sabra y Chatila, en septiembre de 1982. No nos sorprende que llegase a afirmar que 'hasta los desperdicios formaron parte de la esencia de Dios'.

Santidad y crimen, orden y mal... La línea que separa estos contrarios es demasiado fina como para distinguirla. Nuestro mundo, donde no existen blancos ni negros, sino una amplia gama de grises, se parece mucho a una cesta de manzanas. Pudo ser una reflexión de Genet, aunque en este caso es de Mauro Armiño, responsable de la traducción de Splendid's. Seguro que con esta afirmación hubiese estado de acuerdo él francés quien, como dice Armiño, se limitó a introducir el gusano en una manzana que ya estaba podrida: no iba a ser él quien maquillase ese cadáver.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.