viernes, mayo 04, 2007

Jean Genet, un perfil

Nunca quiso que Splendid's viese la luz. Dos décadas después de su muerte, el Centro Dramático Nacional recupera este texto que ha derivado en un montaje que navega contracorriente.

Así lo cree su director, José Carlos Plaza, que ha descubierto en uno de sus textos más engañosos sobre la necesidad de aparentar ante los demás, la fascinación del 'otro lado' gracias a los escritos de un autor al margen de lo común.

No sabemos si por voluntad u obligación Jean Genet se adentró en los submundos que un par de siglos antes visitó el también parisino y controvertido Donatien Alphonse François de Sade, más conocido como el Marqués de Sade. Lo cierto es que este novelista y dramaturgo, autor también del poemario El condenado a muerte, no tuvo que fantasear sobre las vidas de los marginales, aunque le dio rienda suelta a su imaginario para reinventarse otras existencias, otros entornos para seres que pudieran mantener su idea de la vida y el papel que le había tocado representar.

Como si del inicio de una de sus obras se tratase, Genet nació a finales del año 1910 en un ambiente poco favorable en los arrabales del París más alejado de las vanguardias artísticas y la luz de sus avenidas más ilustres. Hijo ilegítimo de una meretriz, con menos de 10 años ya destacaba por ser un hábil ladrón, aunque no siempre consiguió escapar de la policía. Vio la Legión Extranjera como la posibilidad de escapar de centros de internamiento y cárceles juveniles, aunque pocos años después desertó de otro reducto de normas y reglas.

Comenzó entonces una vida de mentiras, falsedad y marginalidad, de hurtos para sobrevivir y prostitución... ¿Realidad o ficción? En torno a los personajes más controvertidos siempre aparece una costra de suciedad moral no exenta de atractivo o morbo para el común de los mortales. La de Genet fue alimentada por sí mismo (siempre se definió como homosexual, bandido, traidor y cobarde) y por los demás: él, que repudió un mundo que le había repudiado, fue acusado injustamente ('he robado porque los demás me creían ladrón'). El mal camino se enderezó después de una condena a cadena perpetua que fue conmutada en 1948 gracias al apoyo de intelectuales como Jean Cocteau, Jean-Paul Sartre y Pablo Ruiz Picasso.

Entre las cuatro paredes de una celda empezó a escribir. Lo primero, Nuestra Señora de las Flores, un texto autobiográfico acerca de la homosexualidad y la vida en los bajos fondos. De su producción narrativa destacan Diario de un ladrón, Querelle de Brest, El milagro de la rosa y Pompas fúnebres, que combinan el lenguaje lírico y literario con cuadros de la realidad más cruda. En el lector caló su simpatía hacia los desheredados y los marginados de la sociedad, expuestos al sexo, el delito, la muerte. Su gran éxito en el teatro vino de manos de Las criadas, aunque para Sartre, ningún libreto (Los negros, Severa vigilancia, El balcón, Los biombos) superaba la calidad de Splendid's. Tres años antes de su muerte, en 1986, fue reconocido con el premio nacional de las letras francesas.

Directores como José Carlos Plaza se sirven de él para meter la mano en el fango, en lo políticamente incorrecto. El que tomaba como referencia tanto pinceladas pintorescas como aspectos grotescos de la humanidad estaba interesado en mirar hacia donde nadie quería hacerlo: inmundicias, detritus, amoralidad... Sobrecoge la lectura de Cuatro horas en Chatila, escrito después de la matanza de miles de refugiados palestinos en los campamentos de Sabra y Chatila, en septiembre de 1982. No nos sorprende que llegase a afirmar que 'hasta los desperdicios formaron parte de la esencia de Dios'.

Santidad y crimen, orden y mal... La línea que separa estos contrarios es demasiado fina como para distinguirla. Nuestro mundo, donde no existen blancos ni negros, sino una amplia gama de grises, se parece mucho a una cesta de manzanas. Pudo ser una reflexión de Genet, aunque en este caso es de Mauro Armiño, responsable de la traducción de Splendid's. Seguro que con esta afirmación hubiese estado de acuerdo él francés quien, como dice Armiño, se limitó a introducir el gusano en una manzana que ya estaba podrida: no iba a ser él quien maquillase ese cadáver.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... Sergio Otegui (una entrevista)

Asegura que es actor por inercia, al tener en casa al maestro Juan José Otegui (El precio,Visitando al sr. Green). Con más de 15 años de carrera, su nombre aparece vinculado a montajes muy recordados, como La gaviota, dirigida por Amelia Ochandiano. Aunque nos tiene acostumbrados a personajes cómicos -es capaz de encontrar la comicidad y trasmitirla- lleva un tiempo embarcado a proyectos con fuerte carga dramática. Cuando la aventura de Splendid’s terminé retomará Johnny cogió su fusil, uno de los éxitos en la actual temporada de la Cuarta Pared.

Daniel Galindo: Vuelves a coincidir con José Carlos Plaza y, por primera vez, participas en un montaje del Centro Dramático Nacional…
Sergio Otegui:
Una conjunción difícilmente rechazable. Con él ya había trabajado hace tres años en Mirando hacia atrás con ira y cuando me llamó no lo dudé, incluso antes de leer la pieza. Luego puede comprobar que era una obra tan complicada como interesante, en la que se dicen cosas muy valientes que no suelen gustar al ser oídas.

DG: Plaza argumentó al presentar Splendid’s que quería actores inteligentes que tuvieran interés en embarcarse en un viaje diferente y arriesgado.
SO:
La obra requiere una confianza entre el director y los actores que a lo mejor no tiene porqué darse en otros montajes. Él da cosas por supuestas en los intérpretes, que cumplen una serie de requisitos, de ahí que la selección no fuera un cásting al uso. Su nivel de exigencia es muy alto y por eso sabe que a cada uno de nosotros puede exigir unas cotas mínimas de esfuerzo, no se conforma con cualquier cosa. Mi caso fue diferente al de mis compañeros, ya que por las características del personaje, me incorporé en la segunda parte de los ensayos, que habían tenido lugar durante 7 semanas.

DG: Ese locutor radiofónico, al no estar dentro del mundo más provocador de Jean Genet, aporta una visión un tanto externa…
SO:
Yo me abstraigo al interpretar un papel que es la representación de la sociedad en la obra y por tanto escapa al lenguaje poético, onírico y metafísico de Genet, que dibuja a unos seres marginales en una situación extrema, de absoluto agotamiento, que para un actor supone un desgaste brutal al estar siempre al límite. El deterioro de los personajes queda patente según avanza la obra al tiempo que Genet arremete contra la sociedad sin ningún tipo de tapujos. La sensación de pérdida, de tirar la toalla ante la posibilidad de descansar, se refleja muy bien en la pieza.

DG: Salvando las diferencias lógicas, encuentro muchas similitudes entre Splendid’s y tu anterior montaje, Johnny cogió su fusil.
SO:
Pero Johnny es un eterno luchador a su pesar: no tiene la oportunidad de no pelear, así que no le queda otra cosa que replantearse su vida desde esa situación insólita en la que está: sin sentidos, sin extremidades, sin futuro… Supuso un trabajo muy motivante, sin olvidar el reencuentro con Beatriz Bergamín y el director, Jesús Cracio, con quien hace muchos años desarrollé el formato del monólogo. Es curioso que esta obra sea un largo soliloquio salpicado de pequeñas escenas.

DG: Gracias a la televisión, con una serie mítica como Más que amigos, conocimos a un actor que llevaba mucho tiempo subido a las tablas, que no le hace ascos a nada…
SO:
A mi lo que me gusta es trabajar, el medio me es indiferente. Es cierto que, a diferencia de lo que hago en televisión, en teatro me encuentro muy cómodo haciendo comedia. Pero un actor debe ser bueno a la hora de contar historias de todo tipo. Luego echas de menos que se hagan más funciones de ciertos montajes o que salgan más proyectos en cine, aunque pronto se estrenará Manolete, donde tengo un pequeño papel.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.