domingo, septiembre 30, 2007

Hablamos con... Kim Rossi Stuart

Su primer trabajo como director nos lleva a conocer la historia de una familia romana tan curiosa como cercana. Líbero es la propuesta de un actor que casi se sintió obligado a ponerse detrás de la cámara. ¿El resultado? Una película a la que está acompañando por todo el mundo casi dos años después de su paso por Cannes.

Daniel Galindo: Durante hora y media tenemos la suerte de contemplar como mirones un relato sencillo que conecta con el espectador. Parece que estamos faltos de eso, de que nos cuenten historias cercanas...
Kim Rossi Stuart:
El estilo, el corte de la película es muy realista. Siempre pretendí contar el día a día, algo alterado eso sí, de una familia normal. Esta familia es italiana, sí, pero con visos de ser de cualquier pais occidental.

D.G.: Y nos conviertes en espias...
K.R.S.:
Mi idea era que les viésemos a través del ojo de una cerradura, que el espectador pudiese contemplar de manera natural, sin artificios, ese trozo de vida cercano y más frecuente de lo que creemos. Intento contar las historias de manera que se mantenga viva la atención del público, con un guión que le interese.

D.G.: Actuar y dirigir viene a ser lo mismo, contar historias, pero ¿de dónde te viene ese interés por colocarte al otro lado del visor?
K.R.S.:
Siempre tuve el deseo de ponerme detrás de la cámara desde que tome conciencia de lo que hacía, actuar con regularidad, siempre planteándome problemas que podían preocupar al director. Lo de escribir no lo tenía en mente, lo llevaba a cabo, pero la posibilidad de orquestar un proyecto pasaba a un segundo plano cuando volvía a tener en mis manos un papel a las órdenes de directores a los que consideraba como maestros y posibles fuentes de enseñanzas.

D.G.: Lo que no estaba tan claro era que en esta cinta estuvieses delante y detrás de la cámara...
K.R.S.:
Ya me parecía demasiada responsabilidad asumir un trabajo de dirección pura y dura, pero se dieron casualidades que me llevaron a pensar que nadie conocía a ese padre como yo después de haber convivido con él durante tres años. Mi objetivo prioritario era que los niños estuviesen a gusto, transmitirles confianza... Al final todo se volvió muy orgánico, yo tenía autoridad como director y, a la vez, como cabeza de familia.

D.G.: Dicen que es complicado rodar con niños, pero es mucho más complicado y arriesgado que un niño lleve el peso de la historia, ¿no?
K.R.S.:
Todo personaje que aparece en el metraje tiene la intención de evidenciar su interacción con el niño desde el punto de vista del pequeño. También en el plano técnico el enfoque estaba siempre en consecuencia de su perspectiva, tanto visual como emotiva.

D.G.: Como actor has trabajado con directores como Michelangelo Antonioni (Más allá de las nubes), Roberto Begnini (Pinocho), Gianni Amelio (Las llaves de casa) y pronto te veremos de nuevo como intérprete en Romanzo criminale, de Michele Placido. ¿Hay algo de ellos en tu ópera prima o has escapado de toda referencia?
K.R.S.:
Siempre aprendes, de lo positivo y de lo negativo, y he podido notar que un grandísimo siempre atraviesa por dificultades. Esto me hizo sentir más cómodo a la hora de afrontar las dificultades. Por otro lado he intentado plantear una película sin referencias explícitas a nadie: yo quería hacer algo personal, única, mía... y esto lo digo sin pretensiones de ningún tipo.

D.G.: La vida de Líbero está siendo larga, no deja de estrenarse en nuevos paises (Argentina, Reino Unido, Francia). Si ésta ha salido bien, está saliendo bien, puede que Kim esté pensando en una segunda...
K.R.S.:
Llevo acumulando notas y apuntes desde hace mucho tiempo, pero no sé cuál es la historia más urgente a contar. Seguro que será un proceso bastante largo, primero escribo con total libertad, sin presiones, y luego porque tengo que analizar qué quiero contar y cómo lo quiero hacer.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.