sábado, noviembre 24, 2007

Hablamos con... Javier Cámara (una entrevista)

A las órdenes de Isabel Coixet, Julio Medem, Pedro Almodóvar y Agustín Díaz Yanes ha participado en los últimos éxitos del cine español, pero siempre reserva un hueco para los cineastas debutantes. Es el caso de Tomás Fernández, al frente de La torre de Suso. La película se proyectó dentro de la sección Zabaltegui, del Festival de San Sebastián y ya está en las carteleras.

Daniel Galindo: Queremos que seas tú, el protagonista absoluto, quien nos de unas pinceladas acerca de La torre de Suso.
Javier Cámara:
Pues con poco se dice mucho: es la primera película de un director con las ideas muy claras, que pretende contar la historia de un grupo de amigos que se vuelven a encontrar después de una década sin verse y se dan cuenta de que sus vidas han cambiando y también tienen que reconocer que sus sueños son otros.

D.G: Una cinta sobre la amistad, una comedia con un tono agridulce...
J.C:
Hay un claro homenaje a una generación que hubo en Asturias, la de los hijos de la minería, que se vio abocada a enfrentarse y superar duros problemas. Pero por el enfoque, los protagonistas pueden ser gente de cualquier rincón del planeta, y el tratamiento, con mucha delicadeza, ternura, y un poco de ironía, contribuye a que el mensaje universal que plantea llegue más lejos si cabe.

D.G: La película apela directamente a la sensibilidad del espectador, precisamente por el halo nostálgico que la envuelve...
J.C:
Lo cierto es que nosotros, los actores, no éramos conscientes de que estábamos recreando una especie de duelo por los amigos que se han ido, que ya no están... Los que se vuelven a reunir por circunstancias tristes son los verdaderos protagonistas. Es la típica película que terminas de ver y te apetece llamar a todo aquel al que hace tiempo que no ves. El espíritu de la película nos lo enseñó muy bien el director para que supiéramos transmitir ese sueño que el tenía, el de contar un trozo muy importante de su vida. Yo creo que el espectador va a reír y a llorar... Se lo va a pasar muy bien.

D.G: Te acompañan en el reparto actores como Malena Alterio y Gonzalo de Castro, sin olvidar a dos veteranos del cine y el teatro...
J.C:
Los que hacen de mis padres, menudo orgullo, porque a Emilio Gutiérrez Caba no hay que presentarlo y Mariana Cordero es una actriz que, igual a la gente no le suena su nombre, pero ha hecho cosas muy importantes a las órdenes de Fernando Colomo en Al sur de Granada, de Benito Zambrano en Solas, y pronto la veremos en Todos estamos invitados, de Manuel Gutiérrez Aragón.

D.G: Estoy pensando... Menuda vida les tuvo que dar tu personaje a esos padres...
J.C:
El chico huye de una vida prefabricada, de un futuro organizado por sus padres, que además, en este caso, son un hombre que ha vivido más de treinta años encerrado en una mina y una mujer que ha estado con el corazón en un puño, esperando una terrible llamada desde la mina... Pero eso le ocurre a Cundo aunque también podría pasarle a cualquiera de nosotros.

D.G: Hable con ella, Torremolinos 73, Lucía y el sexo, La mala educación, Malas temporadas, La vida secreta de las palabras, Ficción, Alatriste... Y todo esto y mucho más, Javier, en cuestión de muy poco tiempo...
J.C:
Y no me he dado ni cuenta... Como me lo paso tan bien, trabajando en lo que me gusta, me llaman y allá voy. Lo último que he terminado de rodar es la historia de un chef y una jefa de sala, a la que da vida Lola Dueñas, y se titula Fuera de carta, de Nacho García Velilla, al que también conocí en Siete vidas y cuando pienso que he dejado la pequeña pantalla para hacer cine con gente que sabe mucho de televisión, me entra la risa.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... Silvia Abascal

Esta madrileña de 28 años ha sabido conquistar a todos con trabajos en cine siempre diferentes, como El tiempo de la felicidad, La fuente amarilla, La voz de su amo, El lobo, Vida y color...

Ahora tenemos la oportunidad de disfrutar de sus dotes como intérprete en una ópera prima diferente y entrañable. Y pronto la veremos en el teatro, a las órdenes de Manuel González-Gil, convertida en una de las Gatas que deambularán por el escenario, al que tiene la necesidad de subirse al menos una vez al año.


Daniel Galindo: Escuchando a Gabriel os ha dado la posibilidad de contar una historia de manera atípica, poniendo el acento en sentimientos y empleando sobre todo la música y la palabra...
Silvia Abascal:
La música es el más universal de las artes: todos entendemos su lenguaje y creo que es muy buena vía para que fluyan sentimientos de todo tipo. Y en esta película hay un fuerte protagonismo del amor, el rencor y la ternura, además de hablar de la recuperación de la ilusión, de las reconciliaciones y de lo que significa. Para llegar a buen puerto fue vital la batuta de José Enrique March quien, dentro de la humildad de esta producción, fue muy exquisito en formas y detalles.

D.G: Es una película que depara muchas sorpresas, entre ellas, ver cómo Silvia Abascal ejecuta piezas al violín...
S.A:
Qué va, qué va... ¿Tú sabes lo difícil que es el violín? Además me merece muchísimo respeto. Pero es como todo, hay que ser disciplinado y nunca decir que no puedes: de algo tiene que servir la disciplina, el tiempo y la energía dedicados, además de intentar dar lo máximo para ser lo más creíble posible. En eso consiste tu aportación como actriz, y no me olvido del respeto y el amor, en este caso, hacia el instrumento que es la joya del músico, del mismo modo que el cuerpo y la voz lo son para nosotros, los actores.

D.G: Una de las cosas buenas de la ficción es que te permite descubrir mundos que hasta la llegada de un guión o un libreto podían ser del todo desconocidos...
S.A:
Ese es el mayor lujo del actor. Yo creo que si eres un pelín curioso puedes aprender muchas cosas: todos tenemos mil parcelas dentro, algunas más escondidas que otras, pero la interpretación te permite acercarte a ellas de manera descarada. Además, es un oficio en el que, si te implicas, te hace más tolerante por ponerte en la piel del otro, tomando su perspectiva. Es cierto que debes intentar no juzgar al personaje, sino sentirlo para poder ampliar horizontes y caer en cosas que jamás te hubieses planteado.

D.G: ¿Es más especial un rodaje como el que os mantuvo ocupados con motivo de Escuchando a Gabriel? Supongo que al ser un proyecto con el que muchos empezaban en el mundo del cine, sería diferente a otros dirigidos por gente con más experiencia...
S.B:
Sí, empezando por los retos a los que nos enfrentábamos, uno de ellos era el listón tan alto que tenía que alcanzar Javier Ruiz con el personaje de Gabriel. He de confesaros que nada más leer el guión pedí a todos que ese personaje se convirtiese en varón, porque está lleno de matices y recorre todos los estados posibles. Luego, al coincidir mucha gente que seguro se va a abrir camino en esta industria, había sobre la mesa mucha ilusión y ahora estamos todos esperando a que la película se haga un hueco merecido, aunque la cosa está difícil, debido al aluvión de estrenos que hay cada semana.

D.G: Pero lo importante es lo que queda, trabajos como el de La dama boba, por el que te alzaste con una Biznaga de Plata en el Festival de Málaga y supuso tu tercera candidatura al Goya...
S.A:
Ya no sólo de cara a las críticas, los premios, los reconocimientos... Para mí son más ricos los procesos que los resultados, y con La dama boba, a las órdenes de Manuel Iborra, viví una época maravillosa, por muchas razones: siempre me dan mucho drama y esto era comedia; teníamos la posibilidad de jugar con el verso –que no se hacía desde que Pilar Miró rodó El perro del hortelano- y prepararnos con una mujer que tanto sabe, como es Alicia Hermida.

D.G: Y pronto te vamos a ver como una de las Enloquecidas; las otras dos son Verónica Forqué y Concha Velasco...
S.A:
Es una comedia loca, loca, que he rodado después de un proyecto para televisión, 48 horas, donde encarno a la hermana de Miguel Ángel Blanco. Enfoqué ese trabajo desde el rigor y la delicadeza, intentando ser objetiva e intentando obviar todas las referencias a aquel hecho que nos cambió a todos. Y pasar de ese drama a la comedia más irreverente fue un giro total: no sabes cuanto he disfrutado viendo a esos dos monstruos de la interpretación, así que espero que también vosotros lo paséis muy bien.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, noviembre 09, 2007

Hablamos con... Marta Belaustegui

Desde que tiene uso de razón, esta madrileña mantiene un idilio con el teatro, a veces dando la cara sobre el escenario, en otras ocasiones sacando adelante montajes desde la trastienda de la producción. Con ella hablamos de los entresijos de su compañía, Teatro del Duende, que pone en escena Dile a mi hija que me fui de viaje, con ella y María José Goyanes en los personajes principales.

Daniel Galindo: Contemplando la línea que seguís desde la compañía, vemos que habéis estrenado autores que en España no habían subido aún a las tablas...
Marta Belaustegui:
Es una satisfacción poder decir que, a pesar de que se había hecho mucho Pirandello, nadie se atrevió con La tinaja, el montaje con el que nosotros empezamos, un texto muy crítico, muy potente... Y desde entonces hemos pasado por Valle-Inclán y Bernard-Marie Koltés, sin olvidar a un Edward Albee desconocido, el de La comedia del bebé, hasta llegar a Denise Chalem, un Premio Molière que merecía ser traducido al castellano. Son textos que nos gustan y que conllevan a su vez un cierto riesgo y casi una obligación para que el espectador escuche discursos nuevos que, junto a la revisión de los clásicos, nos hacen evolucionar.

DG: A pesar de todos los quebraderos de cabeza que puede dar afrontar la producción de una obra modesta y distribuirla, sois muchos los actores que os empeñáis en esta gratificante tarea que es la de vivir para el teatro...
MB:
Salí de la Escuela de Arte Dramático y la verdad es que lo que quería era formar compañía, algo que he llegado a cumplir en tres ocasiones: algunas nos duraron muy poco, porque cuesta sostener los sueños, pero con Teatro del Duende ya llevo quince años. En realidad lo veo como una necesidad: es mi forma de expresarme y el trabajar en equipo te permite la posibilidad de esta en activo en todo momento y sentirte pleno como artista, sin tener que esperar a que los demás cuenten contigo.

DG: Dirección, interpretación, producción... Al fin y al cabo todo forma parte de lo mismo que, en definitiva, es contar historias...
MB:
Así es, aunque me da la sensación de que los que nos ponemos a ello, los que nos remangamos y nos ponemos las katiuskas estamos muy mezclados con los mercaderes, con los vendedores de arte, los que distribuyen teatro... Y llega un momento en el que todo se combina demasiado. Nosotros tenemos la compañía y es un espacio en el que no se mezcla nada, es un lugar muy puro, en el que se trabaja y hacemos las cosas porque nos sale del corazón, sin tener que hacer concesiones de ningún tipo y eso me hace sentir tan libre... Además me gusta generar trabajo e incluso, en determinadas ocasiones, contar conmigo misma.

DG: Y eso da frutos como en el caso de Dile a mi hija que me fui de viaje... ¿Cómo llegasteis a este texto?
MB:
De una manera casual, cuando fuimos a comprar los derechos del anterior montaje, La comedia del bebé, y quien nos los facilitó nos miró y nos dijo: 'tengo una obra y además las dos actrices están sentadas frente a mi'. Nos llamó la atención el comentario, leímos la obra y nos dejó sin respiración. Y esa sensación debe desembocar en algo... ¡y aquí está ya nuestra obra!

DG: Dos mujeres en una cárcel condenadas a comunicarse...
MB:
Yo creo que el título, Dile a mi hija... es una decisión porque los dos personajes inician un itinerario individual pero llega un momento en el que tienen que empezar a entenderse, aunque sea a la fuerza, y cada una toma su propia decisión. Es una historia de secretos y mentiras, aunque a partir de ellos, nazcan las grandes verdades. Es una historia de amor, fundamentalmente.

DG: Dos personajes que tienen que encontrarse...
MB:
El punto de partida es ese: en la vida nosotros elegimos con quien vivimos entre cuatro paredes y esa situación hace que la relación se tenga que establecer a la fuerza, en la incomunicación hay comunicación. Estás obligado a vivir con esa persona, y el día a día puede ser terrible o no. Lo atractivo de este texto es ver cómo se van encontrando dos seres tan diferentes entre sí, dando a entender que al final nos necesitamos unos a otros.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.