sábado, noviembre 24, 2007

Hablamos con... Silvia Abascal

Esta madrileña de 28 años ha sabido conquistar a todos con trabajos en cine siempre diferentes, como El tiempo de la felicidad, La fuente amarilla, La voz de su amo, El lobo, Vida y color...

Ahora tenemos la oportunidad de disfrutar de sus dotes como intérprete en una ópera prima diferente y entrañable. Y pronto la veremos en el teatro, a las órdenes de Manuel González-Gil, convertida en una de las Gatas que deambularán por el escenario, al que tiene la necesidad de subirse al menos una vez al año.


Daniel Galindo: Escuchando a Gabriel os ha dado la posibilidad de contar una historia de manera atípica, poniendo el acento en sentimientos y empleando sobre todo la música y la palabra...
Silvia Abascal:
La música es el más universal de las artes: todos entendemos su lenguaje y creo que es muy buena vía para que fluyan sentimientos de todo tipo. Y en esta película hay un fuerte protagonismo del amor, el rencor y la ternura, además de hablar de la recuperación de la ilusión, de las reconciliaciones y de lo que significa. Para llegar a buen puerto fue vital la batuta de José Enrique March quien, dentro de la humildad de esta producción, fue muy exquisito en formas y detalles.

D.G: Es una película que depara muchas sorpresas, entre ellas, ver cómo Silvia Abascal ejecuta piezas al violín...
S.A:
Qué va, qué va... ¿Tú sabes lo difícil que es el violín? Además me merece muchísimo respeto. Pero es como todo, hay que ser disciplinado y nunca decir que no puedes: de algo tiene que servir la disciplina, el tiempo y la energía dedicados, además de intentar dar lo máximo para ser lo más creíble posible. En eso consiste tu aportación como actriz, y no me olvido del respeto y el amor, en este caso, hacia el instrumento que es la joya del músico, del mismo modo que el cuerpo y la voz lo son para nosotros, los actores.

D.G: Una de las cosas buenas de la ficción es que te permite descubrir mundos que hasta la llegada de un guión o un libreto podían ser del todo desconocidos...
S.A:
Ese es el mayor lujo del actor. Yo creo que si eres un pelín curioso puedes aprender muchas cosas: todos tenemos mil parcelas dentro, algunas más escondidas que otras, pero la interpretación te permite acercarte a ellas de manera descarada. Además, es un oficio en el que, si te implicas, te hace más tolerante por ponerte en la piel del otro, tomando su perspectiva. Es cierto que debes intentar no juzgar al personaje, sino sentirlo para poder ampliar horizontes y caer en cosas que jamás te hubieses planteado.

D.G: ¿Es más especial un rodaje como el que os mantuvo ocupados con motivo de Escuchando a Gabriel? Supongo que al ser un proyecto con el que muchos empezaban en el mundo del cine, sería diferente a otros dirigidos por gente con más experiencia...
S.B:
Sí, empezando por los retos a los que nos enfrentábamos, uno de ellos era el listón tan alto que tenía que alcanzar Javier Ruiz con el personaje de Gabriel. He de confesaros que nada más leer el guión pedí a todos que ese personaje se convirtiese en varón, porque está lleno de matices y recorre todos los estados posibles. Luego, al coincidir mucha gente que seguro se va a abrir camino en esta industria, había sobre la mesa mucha ilusión y ahora estamos todos esperando a que la película se haga un hueco merecido, aunque la cosa está difícil, debido al aluvión de estrenos que hay cada semana.

D.G: Pero lo importante es lo que queda, trabajos como el de La dama boba, por el que te alzaste con una Biznaga de Plata en el Festival de Málaga y supuso tu tercera candidatura al Goya...
S.A:
Ya no sólo de cara a las críticas, los premios, los reconocimientos... Para mí son más ricos los procesos que los resultados, y con La dama boba, a las órdenes de Manuel Iborra, viví una época maravillosa, por muchas razones: siempre me dan mucho drama y esto era comedia; teníamos la posibilidad de jugar con el verso –que no se hacía desde que Pilar Miró rodó El perro del hortelano- y prepararnos con una mujer que tanto sabe, como es Alicia Hermida.

D.G: Y pronto te vamos a ver como una de las Enloquecidas; las otras dos son Verónica Forqué y Concha Velasco...
S.A:
Es una comedia loca, loca, que he rodado después de un proyecto para televisión, 48 horas, donde encarno a la hermana de Miguel Ángel Blanco. Enfoqué ese trabajo desde el rigor y la delicadeza, intentando ser objetiva e intentando obviar todas las referencias a aquel hecho que nos cambió a todos. Y pasar de ese drama a la comedia más irreverente fue un giro total: no sabes cuanto he disfrutado viendo a esos dos monstruos de la interpretación, así que espero que también vosotros lo paséis muy bien.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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