domingo, julio 08, 2007

Hablamos con... Sergi López

Le conocemos por su trabajo en la pantalla grande, pero lo curioso es que el de Vilanova i la Geltrú se marchó hace años a Francia, a aprender más acerca del teatro, pero acabó convirtiéndose en uno de los europeos más requeridos por el cine, a un lado y otro de los Pirineos.

Daniel Galindo: …Y después de cuatro años dedicado en exclusiva al cine, al trabajo con cineastas como Stephen Frears, Manuel Poirier, Miguel Albaladejo y Guillermo del Toro, el actor vuelve a casa…
Sergi López:
Tenía muchas ganas de subirme de nuevo a un escenario. El teatro es la madre de todo. El cine siempre fue algo, no ya secundario, sino que no entraba en mis planes. Yo me fui a París a estudiar a una escuela de teatro, con lo cual el hecho de abandonar un poco ese camino, casi me dolía. Cuando veía a compañeros en escena me entraban ganas de estrangularles y ponerme en su lugar, así que me dije, antes de meterme en follones, vamos a intentar montar algo propio.

DG: Y tanto que lo habéis montado: Non Solum se estrenó en 2005 en el Festival Temporada Alta, de Girona, y tiene aún mucha vida por delante…
SL:
El espectáculo partió de la idea simple de reencontrarme con las tablas y fíjate por donde vamos: con bolos durante todo el verano, entre rodaje y rodaje. Es verdad que nos está desbordando un poco, porque queremos darle salida en dos idiomas, catalán y francés, y queremos machacarnos aún más porque, en cuanto podamos, lo haremos en castellano también. No tenemos la intención de explotarlo, por ejemplo, durante seis meses a fondo y nada más. Sé que compaginarlo con el cine es una muy feliz complicación, pero como estoy yo solo, pues me las apaño para ponerme de acuerdo conmigo mismo. Es algo muy personal, que queremos que crezca con nosotros, con el director, Jorge Picó, y conmigo.

DG: Tan personal que supone tu vuelta ese era tu deseo: volver al medio en el que criaste como actor…
SL:
…Y como persona. Yo tuve el feliz incidente de toparme con el cine y entonces tuve que aparcar mis proyectos con una joven compañía de teatro en París. Cambié de parcela pero siempre con la vista puesta en volver, en dotar de sentido algún día el porqué estoy en esto. No me gustaría perder la ilusión, olvidarme de que para mi, actuar es como un juego, aunque sea un tragedia. Es imprescindible disfrutar, encontrarse con el placer. Y el teatro te lo facilita

DG: Pero el cine abre muchas puertas…
SL:
Desde luego y es mágico, además de que lo puedan ver millones de personas, pero el teatro es muy potente en su sencillez: las cosas ocurren en un momento y ya, nunca más. El público es testigo privilegiado y el actor también. Cualquiera que haya probado este veneno, como aficionado o profesional, sabe de lo que estoy hablando.

DG: Inoculado el veneno, subimos el telón y encontramos a Sergi López haciendo muchas cosas a la vez…
SL:
Y todas mal (risas). Nunca pretendí hacer una cosa convencional pero tampoco sabía lo que quería hacer, más bien tenía claro lo que no quería hacer. Por eso el espectáculo ha salido un poco parecido a mi: extraño, surrealista, absurdo y muy, muy cómico. Como me reconozco mucho en el personaje, que son muchos al mismo tiempo, de ahí las risas del principio: canto mal, hago mimo mal y bailo mal… No quería caer en lo común, ni vanagloriarme de lo que puedo hacer más o menos bien, como un alarde. No, no me gusta la gente que presume.

DG: Se te nota contento con el resultado de Non Solum.
SL:
Sí, porque ha sido ver cumplido un sueño y una vez que lo armas, te das cuenta de que consigues emocionar a la gente. En esto, como en todo, lo importante era el juego, pasarlo bien, pero también la sinceridad… Quería comprobar si esto tenía sentido, si era capaz de llevar al público hasta paraísos insospechados.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

domingo, julio 01, 2007

Hablamos con... Juan Carlos Fresnadillo (una entrevista)

A punto de cumplir los 40, la carrera de este tinerfeño está más que consolidada después de una tarjeta de presentación que llegó hasta los Oscar con su cortometraje Esposados, en 2001 estrenó un primer largometraje sorprendente, Intacto, y ahora dignifica un encargo del mismísimo Danny Boyle: 28 semanas después.

Daniel Galindo: Danny Boyle te recomendó para que dirigieras este encargo, de hecho, te envío un mensaje proponiéndote continuar la historia…
Juan Carlos Fresnadillo:
La primera reacción fue decir "esto es una locura", sobre todo porque yo admiró su trabajo y soy fan incondicional de 28 días después. Pero cuando hablé con Danny y los productores encontré las razones por las que podía encajar en el proyecto. Me dijeron que quería que crease una nueva película, diferente por completo, pero que respetase la esencia. Un tipo tan grande como es Boyle ha sido también muy generoso: lo primero que me dijo fue que me olvidase de lo que él había hecho y que filmara mi mirada.

DG: ¿Y te dieron libertad absoluta, partiendo de esa premisa?
JCF:
Sí, pude explayarme a nivel creativo y contra con mi equipo, Enrique López a la cabeza. Desarrollé unas ideas, las presenté y vi que en realidad les entusiasmaba mi trabajo. Fue contemplar la luz verde y coger las maletas e irnos a Londres a disfrutar de la aventura que se nos presentaba, un viaje en toda regla, no sólo por rodar en un idioma que desconocías, con actores de primer nivel y un equipo técnico que no se quedaba atrás. Y además de esa lección humana y vital, el viaje me ha servido de autoaprendizaje de mi mismo.

DG: La película derriba todos los clichés propios del género de terror y, no contento con eso, aportas también tu toque personal, sin olvidar una alta dosis de violencia…
JCF:
La historia en esta ocasión está dotada de un realismo salvaje. Me decante en parte por rodar como si se tratase de un documental. Yo creo que la realidad es violenta y sangrienta, y eso hay que contarlo, era una muestra de honestidad por mi parte: haberlo escondido no hubiese estado bien. Para que el relato tenga el impacto emocional que debe tener, en algunos momentos la cámara tiene que enseñar cosas destructivas y oscuras.

DG: Es una forma también de que el espectador se identifique con las víctimas de esos rabiosos, ¿no?
JCF:
Para engancharle tienes que enseñarle lo que supuestamente les ocurre a los personajes. Por eso hay que mostrar la crudeza en toda su dimensión, aunque de manera justificada. También quería innovar y aportar algo nuevo al cine de terror, mi obsesión era la de transmitir veracidad, además de captar la violencia y reflejar, por medio de una alegoría, el mundo en el que vivimos.


DG: Hablamos ahora de buenas críticas, excelentes en Gran Bretaña, y de una recaudación de más de 30 millones de dólares en sólo dos fines de semanas: los infectados pisan los talones de Spiderman 3… ¿Sufrimos de vértigo?
JCF:
Intento abstraerme, olvidarme de toda esa vorágine. El triunfo al otro lado del Atlántico y en la propia Gran Bretaña ha sido una sorpresa que me llena de orgullo y satisfacción, porque lo que han dicho críticos que para mí siempre han estado en un pedestal ha sido muy fuerte, y eso que la crítica siempre es dura con las películas de género, aunque tú te refieras a la peli como terror de autor.

DG: Lo cierto es que más vértigo da el fin de la humanidad, tal y como planteáis con la película…
JCF:
Estamos rodeados de amenazas, que cada vez parecen más cercanas, desde le calentamiento global a las enfermedades, pasando de manera inevitable por las guerras. Vuelve a surgir una preocupación general por nuestra destrucción. Estamos viviendo en una cultura que ella misma intuye que tiene un final. Quizás pueda pecar de pesimista diciendo esto, pero tengo la impresión de que estamos abocados a una destrucción, no sabemos en cuanto tiempo y tampoco quiere decir que sea algo negativo, me explico: desde un punto de vista histórico, después del desastre viene el renacimiento, todas las crisis son para bien y detrás de todo lo que se destruye acaba creándose algo nuevo y mejor.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... Juan Carlos Naya (una entrevista)

Cada noche se encierra en los sótanos de un banco, uno de esos a los que solemos confiar nuestros secretos y pertenencias más valiosas.

El actor reivindica también la faceta de productor, aunque no ejerza de ello en Madrugada de cobardes, y nos invita a un espectáculo teatral que promete más de una sorpresa, tantas que la productora sabe que tendrá poco efecto negativo su aviso promocional: 10 euros la entrada, y si no gusta, devuelven el dinero.


Daniel Galindo: Después de diferentes experiencias con compañías formadas por decenas de miembros, ahora toca un montaje con un carácter más íntimo, no sólo por la trama, sino también por la producción.
Juan Carlos Naya:
Las grandes funciones de clásico en las que me he embarcado han sido con el Teatro Español, claro, empresa pública. Piezas de este tipo son muy difíciles de afrontar desde una compañía privada, por lo que hay que recurrir al formato del monólogo o a textos con muy pocos personajes. Embarcarse en historias con más gente es muy peligroso: como se suele decir, en el teatro ganas pesetas y pierdes duros.

DG: Ahí se enmarca una obra con la que diste rienda suelta a tu faceta como productor en la temporada pasada: Marlene.
JCN:
Es coincidencia también que los textos, adaptados en montajes menos multitudinarios, me han interesado. Desde que terminé El retrato de Dorian Gray, una gran producción, me fui hacia una función de dos personajes y autor español, caso de Marlene, de Martín Garrido; luego he estado con Bárbara Rey, los dos solos en un Ático con terraza y con la palabra de Juan José Alonso Millán…

DG: Y ahora, Madrugada de cobardes, escrita y dirigida por José Cabanach.
JCN:
Una aventura muy interesante, ya que en ella se habla de problemas de hoy y yo, la verdad, es que ya estaba algo cansado de referirme siempre a situaciones del siglo XVI y centurias venideras. Contar con un tipo comprometido, que domina el verbo y además pretende contar cosas reales, me pareció una oportunidad imposible de rechazar, sin olvidar que se crea una magia muy especial sobre las tablas trabajando con un solo compañero, con el que te tienes que batir en duelo interpretativo y al que tienes que recurrir en todo momento.

DG: Dos personajes encerrados en la cámara acorazada de un banco… ¿Con qué se encuentra el espectador cuando cae sobre él esa madrugada?
JCN:
Se va a topar con un buen texto, inquietante, en la que el autor, que además, también es director, juega con todos los trucos teatrales a su alcance. Lejos de parecer un relato monocorde, la función está tan bien planteada que atrapa a todo el mundo, al menos, eso creo. Y luego está el tema de las cajas de seguridad a las que muy pocos tienen acceso. Eso otorga un morbo y una tensión fundamental para que nadie se aburra, aderezado además de humor, drama, violencia y cotilleo: cada caja que se abre encierra todo un mundo por descubrir.

DG: Y por encima de todo, y nos ponemos algo metafóricos, la palabra, al igual que esas cajas, encierra muchos matices…
JCN:
Por desgracia, el valor de la palabra, la fuerza del vocabulario, se están perdiendo. Hay que transmitir con la palabra, pero también que ese discurso tenga un sentido, coherente con el mundo en el que vivimos.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con Joan Ollé (una entrevista)

Comenzó el viaje como actor, en 1974, una década más tarde se decantó por la dirección... A este usuario habitual del puente escénico Barcelona-Madrid le gustan los retos. Prueba de ello son sus próximos proyectos, que compagina mientras su versión de Soldados de Salamina sigue de gira por Cataluña y el resto de España hasta la próxima primavera: una excelente oportunidad parar disfrutar de la palabra bien dicha.

Daniel Galindo: Hemos podido leer el libro, ver la película de David Trueba, quizás tengamos muy reciente su argumento, pero como bien sabemos, un texto acaba siendo siempre diferente en función de quien marca la visión...
Joan Ollé:
Y es un arma de doble filo, ya sabes eso de traduttore, traditore. Cuando se traslada algo de un lenguaje a otro traicionas su espíritu, por mucho que quieras respetar la esencia. Buscaba la fidelidad estricta; es decir, de este libro lo que más nos entusiasmó fue la escritura y yo no quería cambiarla, de ahí que apostase por quedarme cerca y conservar la estructura a partir de la palabra, una maravillosa materia prima.

DG: En esta búsqueda del héroe verdadero sobresale la fuerza del texto, que tiene a su servicio una curiosa sinfonía de voces y un soliloquio contundente bajo el nombre de Memoria de ultratumba.
JO:
Si la palabra está bien dicha y es buena, podemos recrear retratos y situaciones en la mente. Es lo contrario a lo de la una imagen vale más que 1.000 palabras. En eso centré el trabajo con los intérpretes, basado en la amistad y diferenciando varias partes. En la primera pretendí que dejarán de interpretar para pasar a ser instrumentos musicales: precisos en la dicción, en la musicalidad... En definitiva les he pedido que buceasen en el texto para llegar a la humanidad que desprende Javier Cercas, ya sea en el monólogo de un fascista que quería ser escritor o en un acto donde la emoción contenida sale a rebosar cuando se encuentran dos seres humanos olvidados, perdidos.

DG: ¿Qué nos dices de Javier Cercas? ¿Cómo ha vivido su ingreso en el teatro?
JO:
Ha sido un compañero de viaje espléndido. Él empezó diciendo "haz lo que quieras que yo ya he hecho lo mío; para que tú te explayes, tengo que apartarme". Pero desde el principio se mantuvo pegado a nosotros, aportando su ilusión. Su confianza sigue siendo la mejor garantía de que esto está saliendo bien.

DG: No has cambiado ni una sola palabra del texto, fidelidad máxima...
JO:
Era mi homenaje a un autor con la capacidad de conmover, y no todos la tienen. Acabé la novela una noche de verano en Grecia: me puse a llorar con las últimas páginas del libro y tuve muy claro que aquella emoción que sentí en privado tenía que trasmitírsela a los demás, al menos intentarlo. Fue relativamente fácil poner en pie el montaje, un grano más a nuestra pasión por recuperar el "teatro documento". Mucha gente ha disfrutado en privado de la historia, yendo a un asunto colectivo que es nuestra guerra civil... ¿por qué no llevarlo a un sitio vivo como el teatro, concelebrarlo en público y así releer la novela de otra manera?

DG: Esa misma idea de compartir movió a Josep María Pou a hacerse cargo de La cabra o ¿quién es Silvia?...
JO:
El teatro es un sitio de gente viva, donde la palabra sigue teniendo un valor, es el arte más fácil del mundo: uno que cuenta una historia y otro que la recibe. En nuestro mundo tecnológico, el teatro es la última iglesia y me refiero en el sentido de religar lo terrenal con lo trascendente. Antes las ciudades eran oscuras y las personas iban al teatro en busca de luz y espectáculo, ahora es quizás al revés: toda la vida es un espectáculo y creo que de vez en cuando es bueno refugiarse en el teatro, un lugar donde hay menos mentira que en la vida.

DG: Has apostado por una escena limpia, la luz, los actores y la palabra... ¿Hemos hecho pleno?
JO:
Creo que sí. Parece que el público ha captado nuestras intenciones y algunos maestros me han dicho que les ha gustado. Uno de ellos fue José Luis Gómez y como uno es todavía un chavalito que lo que quiere es aprender, le encanta que los grandes y el público le digan que estamos haciendo algo que no es estridente, donde no se grita y da idea de un teatro que, por lo menos, no molesta.

DG: Y como "persona que está aprendiendo" seguro que tienes deberes por hacer... JO: En la Feria del Libro de Frankfurt acompaño a la cultura catalana con una especie de suicidio artístico que consiste en condensar la historia del habla catalana en hora y media. Estoy abocado al fracaso más estrepitoso, pero en el fondo creo que valdrá la pena ya que estarán Carles Santos, María del Mar Bonet, primera figuras de este trocito de piel de toro que es Cataluña. Quiero que el mundo se entere de que más allá de un pseudo problema político se pueden hacer cosas buenas por la cultura y el arte. Y con motivo de la Expo de Zaragoza dirigiré El ángel exterminador, de Buñuel, una idea de Jordi Mesalles, un querido amigo que falleció sin poder poner en escena su sueño.

DG: ¿Con ovejas sobre el escenario?
JO:
Pues no lo había pensado, aunque sí que es cierto que las ovejas son más caras que los actores. A lo mejor hay que mezclar unas cuantas con esas personas encerradas en una habitación de la que no pueden salir a pesar de que las puertas están abiertas. Otra vez será traduttore, traditore, pero en este caso robaremos ideas del cine y no de la literatura.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... José Carlos Plaza (una entrevista)

Hablar de este madrileño de 61 años es hacerlo de más 4 décadas de teatro en nuestro país. Su trayectoria abarca desde la gestión del Centro Dramático Nacional hasta la dirección escénica de óperas como Don Carlo, Wozzeck, Carmen y, recientemente, Fidelio.

Acabado su viaje hasta Jean Genet, retoma Afterplay, obsequio de Helio Pedregal y Blanca Portillo. En su agenda no hay hueco libre: habitual del Festival de Teatro Clásico, ya está metido en faena para sorprendernos con una Fedra muy especial con Alicia Hermida y Ana Belén.

Daniel Galindo: Un montaje muy laborioso, Splendid´s, le ha traído de cabeza estos últimos meses por ser una muestra atípica de teatro que no entronca con lo habitual. Es curioso que la obra salga de la cartelera el 3 de junio, un viaje demasiado corto después de tanto esfuerzo...
Jose Carlos Plaza:
Que su vida sea más corta de lo normal se atiene a la programación del CDN. Tiene muy acentuado el toque experimental y se pensó para darla a conocer a un determinado público. Se concibió como un desafío puntual y, hasta cierto punto, un acto de rebeldía al ir en contra de lo está en vigor: la frivolidad, la superficialidad, el olvidarse de uno mismo... Genet nos coloca un espejo delante y claro, no nos gusta mirarnos. Pero el teatro está para eso, para obligar al ser humano a mirarse dentro de sí y ver lo que no quiere reconocer. Quería, de alguna forma, continuar esa intención, aunque enfrentarme a este mundo poético y filosófico y además estrenar fue como lanzarse a una piscina sin saber si había suficiente agua.

DG: ¿En algún momento ha sentido que podía ahogarse? Si para nosotros ha sido un montaje difícil de digerir, para el director y los actores debe estar siendo una experiencia intensa.
JCP:
La función ha ido creciendo, los actores hablan de un viaje y como tal, tiene momentos en los que todo sale mejor y otros más abruptos. Es una bajada a un submundo que nunca se completó, es decir, Genet no da el visto bueno a la obra y es Sartre el que se enamora de ella... Yo creo que el autor no la considera terminada, por lo que hay un planteamiento por su parte de una cantidad de ideas, de una enorme fuerza de imágenes y sentimientos, pero con una débil o inexistente dramaturgia pretendida. Había que mantener una línea argumental en una obra en la que los personajes hablan por boca de un pensador. No ha sido fácil combinar esos procesos internos con el entorno en el que se desarrolla la historia, son gángsteres atrincherados en un territorio donde domina la inmundicia.

DG: Si para comunicar sentimientos se necesita un acto previo de confianza entre director y actor, en este caso responde a un vínculo mucho más estrecho.
JCP:
Hemos estado muy unidos. Es cierto que a veces se han sentido perdidos al no ver con claridad la luz que creo que yo sí percibí desde el principio, pero poco a poco, por su enorme fe hacia mí y hacia Genet, hicieron una entrega de confianza total, siendo los principales defensores de una dramaturgia que hemos hecho entre todos. Se tocan temas muy duros, se habla de la violencia, el miedo, la cobardía, la homosexualidad, los límites de la realidad, la pérdida de la identidad, del fracaso de una vida... Para ellos ha sido extenuante, no tengo palabras para agradecer lo que han hecho.

DG: Considera al actor por encima de todo, un material sensible muy valioso...
JCP:
Y fundamental para que se pueda dar el hecho teatral. Sin ellos no habría nada y a ellos les debo el estar aquí. Sólo les puedo pagar siendo coherente con eso: tanto en el caso de Splendid's, como en Solas con Lola Herrera, Natalia Dicenta y Carlos Álvarez-Novoa, tenía que contar con profesionales que tuvieran ingredientes precisos: generosidad, valentía, sensibilidad, cultura...

DG: El proceso a la inversa se dio con Afterplay: dos actores-productores necesitaban una mirada externa, limpia y acertada... Tenía que ser Plaza.
JCP:
Y siempre se lo agradeceré: fue la experiencia íntima, del placer, el río tranquilo, lleno de ternura y paz... Casi la experiencia contraria a la idea de lucha y revolución que nos ha tenido ocupados en el CDN. Cada montaje tienes que afrontarlo de manera diferente y precisa. Me considero un servidor de los textos, que son como lienzos delicados: a veces tienes que trabajar sobre ellos, ya puede ser un Velázquez o un cuadro del siglo XXI. No pretendo tener un estilo propio, sólo sigo el texto, que me aporta una determinada forma de hacer, y al actor, que es lo más sagrado.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... Audrey Tautou (una entrevista)

Siempre le perseguirá la sombra de Amélie, aunque lo cierto es que ese papel le permitió trabajar más tarde a las órdenes de Stephen Frears (Negocios ocultos) y Ron Howard (El código Da Vinci).

El fascinante personaje creado por Jean-Pierre Jeunet también la convirtió en objeto de deseo de muchos aficionados al buen cine y embajadora de la nueva hornada de intérpretes europeos junto a Daniel Bruhl, pero de las subidas y bajadas a Montmartre han pasado ya 6 años. Actualmente, con 15 películas en su haber, la heredera del toque Hepburn, sigue labrándose un camino personal, no exento de devaneos interesantes y posible escapadas hollywoodienses: ya se sabe, la línea recta no siempre es la mejor opción.

Daniel Galindo: Después de dramas como Largo domingo de noviazgo te acercas de nuevo al género con el que te conocimos, mucho antes de Amélie incluso.
Audrey Tautou:
Sí, es un registro de comedia pura, más comedia que todas las películas que han calificado de comedia. Creo que no tenía un papel similar desde 1999, año del estreno de Venus: salón de belleza. Ah, y no me puedo olvidar de mi escapada española, a Barcelona, con Una casa de locos.

DG: ¿Hay algo de tu personaje en Un engaño de lujo que te gustaría llevarte puesto?
AT:
Muy poco, la verdad. No es una mala chica, pero sería su polo opuesto en la vida real. Tras ese lado banal hay un fondo soñador e infantil que le lleva a no reparar en medios para llegar a ser una princesa. Por eso y por muchos otros aspectos, es el personaje más lejano a mí, aunque no creas, no me causó muchos quebraderos de cabeza meterme en su piel: un buen vestido, un peinado y unos tacones altos sirvieron para allanar el recorrido. Además, rodar con todo el equipo fue una especie de vacaciones muy bien pagadas.

DG: Y de nuevo, en casa, cine europeo...
AT:
Nunca me fui, la verdad, si es que lo dices por El código Da Vinci.

DG: ¿Qué hizo una chica como tú en un rodaje como ese?
AT:
Intentar no dejarse llevar por el interés que rodeó al proyecto y sus lógicos miedos e inseguridades. A pesar de mis limitaciones lingüísticas, era ya la segunda cinta que rodaba en inglés, la primera, por cierto, con un compatriota vuestro y gracias a su trabajo en Francia, casi mío, Sergi López. Me fijé más en la forma de actuar de dos maestros como Tom Hanks y Jean Reno, que en la estructura del guión. Me gusta colaborar con gente interesante, que tenga cosas que contar y lo haga bien. Eso te puede llevar a trabajar en Turquía, Latinoamérica, España... donde sea, además nunca me hubiera visto haciendo una película tan grande, y eso que Largo domingo... fue brutal.

DG: Pero hay cintas que dejan una huella más profunda... ¿Pesa mucho la imagen de Amèlie Poulain?
AT:
Al contrario, no pudo existir mejor tarjeta de presentación. El mejor regalo de tu vida no lo puedes asociar a un posible problema. Lo que peor llevo es la fama y la perdida de identidad y anonimato, dos cosas muy diferentes, libertades preciosas que quiero mantener, pero de la que suelen carecer los que acaban convirtiéndose sólo en una celebridad del cine norteamericano y, ya puestos, del cine mundial.

DG: Puede que te veamos como Coco Chanel...
AT:
Y además en Francia, sí. El guión todavía se está escribiendo a partir de una novela de Ana Gavaldon, poco más se puede decir. Me encanta hacer películas en mi país, en toda Europa, la verdad, porque todavía queda un cine de autor, que me atrae muchísimo, por ejemplo Pedro Almodóvar, Julio Medem, Sergio Castellito, Isabel Coixet, Nanni Moretti... La verdad es que hay muy buenos guiones escritos en francés, español, italiano, alemán, sueco... incluso en inglés, con acento británico, por supuesto.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... Alberto San Juan (una entrevista)

Teatro, cine... Da igual siempre que haya una buena oportunidad para superarse. A este madrileño que dejó el periodismo por el viejo oficio de actor le atraen los retos, y el de Bajo las estrellas, lo era.

Esta cinta, opera prima del director Félix Viscarret, arrasó en el pasado Festival de Málaga, donde también hubo premio para el protagonista. Y es que Alberto San Juan interpreta a un personaje que bien podría haberse presentado como un ser odioso, dentro de un complejo mundo de sentimientos que había que anclar a tierra firme.


Daniel Galindo: El director pensó en ti desde que empezó a leer la novela, aunque el personaje fuese irrespetuoso, caradura, tierno, un poco perdido en el mundo… ¿Cómo es Beni según Beni o, mejor dicho, en palabras de Alberto San Juan?
Alberto San Juan:
Mi personaje padece un sentimiento de orfandad. Su forma de no sufrir es no implicarse en nada, pero un accidente le obliga a tomar postura. Es la ansiada segunda oportunidad, la que le llega a una persona que iba a la deriva. Al final se da cuenta de que la solución no consiste en encerrarse en uno mismo sino en darse: además la moral social no vale, sólo la honestidad de los sentimientos.

DG: Hay que decir que Viscarret siempre remarca que Alberto, como actor es reservado y correcto, muy diferente a este rol que te devuelve, en cierta manera, a la infancia…
ASJ:
Y hace muy bien porque gran parte de la vida adulta es absurda y dolorosa sin motivo aparente. Fernando Aramburu ya dejó bien claro la filosofía de este personaje en la novela El trompetista del Utopía y Félix se ha encargado de, respetando su esencia, matizar mucho más su comportamiento y de incidir en la visión vitalista con la que afronta la muerte, un tema que planea sobre toda la evolución dramática de esta película ‘de carreteras perdidas’.

DG: Lo de road-movie a la navarra suena como un plato de menú…
ASJ:
Y de postre, el western, porque Benito Lacunza es un antihéroe que vuelve a casa a saldar una cuenta y encuentra personajes que viven en ninguna parte.

DG: Y de nuevo os cruzáis Emma Suárez y tú, en Bajo las estrellas, y pronto te veremos junto a Maribel Verdú…
ASJ:
Bonita casualidad. Trabajar con Emma en Horas de luz fue una de las cosas más intensas que he vivido, es única. Y luego está Gente de mala calidad, a las órdenes de mi amigo Juan Cavestany y teniendo como compañera de reparto a Maribel en una comedia amarga, muy amarga, sobre gente que hace las cosas mal.

DG: Hemos leído que Alberto San Juan todavía no ha encontrado su lugar en el cine… ¿Después de una década delante de la cámara?
ASJ:
Lo cierto es que en parte es así: me considero más vinculado al teatro, donde me siento con más autonomía y más dominio a la hora de trabajar. Después de unas cuantas, muchas películas, me sigue dando la sensación de que el escenario es más humano que el cine al no estar sometido a tanta presión económica: el teatro vale para pagar el alquiler y la compra, hacerse rico es difícil.

DG: Pero engancha… Y, además, ya sea en Animalario o en otro proyecto, Andrés Lima y tú vais a muerte…
ASJ:
Siempre que podemos… Ya le he pedido un pequeño papel en la zarzuela que dirigirá en el año que viene. Por ahora estoy concentrado en una nueva versión de Arlequín, servidor de dos patrones, de Carlo Goldoni, para el Teatro de La Abadía.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.