Siempre le perseguirá la sombra de Amélie, aunque lo cierto es que ese papel le permitió trabajar más tarde a las órdenes de Stephen Frears (Negocios ocultos) y Ron Howard (El código Da Vinci).
El fascinante personaje creado por Jean-Pierre Jeunet también la convirtió en objeto de deseo de muchos aficionados al buen cine y embajadora de la nueva hornada de intérpretes europeos junto a Daniel Bruhl, pero de las subidas y bajadas a Montmartre han pasado ya 6 años. Actualmente, con 15 películas en su haber, la heredera del toque Hepburn, sigue labrándose un camino personal, no exento de devaneos interesantes y posible escapadas hollywoodienses: ya se sabe, la línea recta no siempre es la mejor opción.
Daniel Galindo: Después de dramas como Largo domingo de noviazgo te acercas de nuevo al género con el que te conocimos, mucho antes de Amélie incluso.
Audrey Tautou: Sí, es un registro de comedia pura, más comedia que todas las películas que han calificado de comedia. Creo que no tenía un papel similar desde 1999, año del estreno de Venus: salón de belleza. Ah, y no me puedo olvidar de mi escapada española, a Barcelona, con Una casa de locos.
DG: ¿Hay algo de tu personaje en Un engaño de lujo que te gustaría llevarte puesto?
AT: Muy poco, la verdad. No es una mala chica, pero sería su polo opuesto en la vida real. Tras ese lado banal hay un fondo soñador e infantil que le lleva a no reparar en medios para llegar a ser una princesa. Por eso y por muchos otros aspectos, es el personaje más lejano a mí, aunque no creas, no me causó muchos quebraderos de cabeza meterme en su piel: un buen vestido, un peinado y unos tacones altos sirvieron para allanar el recorrido. Además, rodar con todo el equipo fue una especie de vacaciones muy bien pagadas.
DG: Y de nuevo, en casa, cine europeo...
AT: Nunca me fui, la verdad, si es que lo dices por El código Da Vinci.
DG: ¿Qué hizo una chica como tú en un rodaje como ese?
AT: Intentar no dejarse llevar por el interés que rodeó al proyecto y sus lógicos miedos e inseguridades. A pesar de mis limitaciones lingüísticas, era ya la segunda cinta que rodaba en inglés, la primera, por cierto, con un compatriota vuestro y gracias a su trabajo en Francia, casi mío, Sergi López. Me fijé más en la forma de actuar de dos maestros como Tom Hanks y Jean Reno, que en la estructura del guión. Me gusta colaborar con gente interesante, que tenga cosas que contar y lo haga bien. Eso te puede llevar a trabajar en Turquía, Latinoamérica, España... donde sea, además nunca me hubiera visto haciendo una película tan grande, y eso que Largo domingo... fue brutal.
DG: Pero hay cintas que dejan una huella más profunda... ¿Pesa mucho la imagen de Amèlie Poulain?
AT: Al contrario, no pudo existir mejor tarjeta de presentación. El mejor regalo de tu vida no lo puedes asociar a un posible problema. Lo que peor llevo es la fama y la perdida de identidad y anonimato, dos cosas muy diferentes, libertades preciosas que quiero mantener, pero de la que suelen carecer los que acaban convirtiéndose sólo en una celebridad del cine norteamericano y, ya puestos, del cine mundial.
DG: Puede que te veamos como Coco Chanel...
AT: Y además en Francia, sí. El guión todavía se está escribiendo a partir de una novela de Ana Gavaldon, poco más se puede decir. Me encanta hacer películas en mi país, en toda Europa, la verdad, porque todavía queda un cine de autor, que me atrae muchísimo, por ejemplo Pedro Almodóvar, Julio Medem, Sergio Castellito, Isabel Coixet, Nanni Moretti... La verdad es que hay muy buenos guiones escritos en francés, español, italiano, alemán, sueco... incluso en inglés, con acento británico, por supuesto.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.
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