domingo, julio 01, 2007

Hablamos con Joan Ollé (una entrevista)

Comenzó el viaje como actor, en 1974, una década más tarde se decantó por la dirección... A este usuario habitual del puente escénico Barcelona-Madrid le gustan los retos. Prueba de ello son sus próximos proyectos, que compagina mientras su versión de Soldados de Salamina sigue de gira por Cataluña y el resto de España hasta la próxima primavera: una excelente oportunidad parar disfrutar de la palabra bien dicha.

Daniel Galindo: Hemos podido leer el libro, ver la película de David Trueba, quizás tengamos muy reciente su argumento, pero como bien sabemos, un texto acaba siendo siempre diferente en función de quien marca la visión...
Joan Ollé:
Y es un arma de doble filo, ya sabes eso de traduttore, traditore. Cuando se traslada algo de un lenguaje a otro traicionas su espíritu, por mucho que quieras respetar la esencia. Buscaba la fidelidad estricta; es decir, de este libro lo que más nos entusiasmó fue la escritura y yo no quería cambiarla, de ahí que apostase por quedarme cerca y conservar la estructura a partir de la palabra, una maravillosa materia prima.

DG: En esta búsqueda del héroe verdadero sobresale la fuerza del texto, que tiene a su servicio una curiosa sinfonía de voces y un soliloquio contundente bajo el nombre de Memoria de ultratumba.
JO:
Si la palabra está bien dicha y es buena, podemos recrear retratos y situaciones en la mente. Es lo contrario a lo de la una imagen vale más que 1.000 palabras. En eso centré el trabajo con los intérpretes, basado en la amistad y diferenciando varias partes. En la primera pretendí que dejarán de interpretar para pasar a ser instrumentos musicales: precisos en la dicción, en la musicalidad... En definitiva les he pedido que buceasen en el texto para llegar a la humanidad que desprende Javier Cercas, ya sea en el monólogo de un fascista que quería ser escritor o en un acto donde la emoción contenida sale a rebosar cuando se encuentran dos seres humanos olvidados, perdidos.

DG: ¿Qué nos dices de Javier Cercas? ¿Cómo ha vivido su ingreso en el teatro?
JO:
Ha sido un compañero de viaje espléndido. Él empezó diciendo "haz lo que quieras que yo ya he hecho lo mío; para que tú te explayes, tengo que apartarme". Pero desde el principio se mantuvo pegado a nosotros, aportando su ilusión. Su confianza sigue siendo la mejor garantía de que esto está saliendo bien.

DG: No has cambiado ni una sola palabra del texto, fidelidad máxima...
JO:
Era mi homenaje a un autor con la capacidad de conmover, y no todos la tienen. Acabé la novela una noche de verano en Grecia: me puse a llorar con las últimas páginas del libro y tuve muy claro que aquella emoción que sentí en privado tenía que trasmitírsela a los demás, al menos intentarlo. Fue relativamente fácil poner en pie el montaje, un grano más a nuestra pasión por recuperar el "teatro documento". Mucha gente ha disfrutado en privado de la historia, yendo a un asunto colectivo que es nuestra guerra civil... ¿por qué no llevarlo a un sitio vivo como el teatro, concelebrarlo en público y así releer la novela de otra manera?

DG: Esa misma idea de compartir movió a Josep María Pou a hacerse cargo de La cabra o ¿quién es Silvia?...
JO:
El teatro es un sitio de gente viva, donde la palabra sigue teniendo un valor, es el arte más fácil del mundo: uno que cuenta una historia y otro que la recibe. En nuestro mundo tecnológico, el teatro es la última iglesia y me refiero en el sentido de religar lo terrenal con lo trascendente. Antes las ciudades eran oscuras y las personas iban al teatro en busca de luz y espectáculo, ahora es quizás al revés: toda la vida es un espectáculo y creo que de vez en cuando es bueno refugiarse en el teatro, un lugar donde hay menos mentira que en la vida.

DG: Has apostado por una escena limpia, la luz, los actores y la palabra... ¿Hemos hecho pleno?
JO:
Creo que sí. Parece que el público ha captado nuestras intenciones y algunos maestros me han dicho que les ha gustado. Uno de ellos fue José Luis Gómez y como uno es todavía un chavalito que lo que quiere es aprender, le encanta que los grandes y el público le digan que estamos haciendo algo que no es estridente, donde no se grita y da idea de un teatro que, por lo menos, no molesta.

DG: Y como "persona que está aprendiendo" seguro que tienes deberes por hacer... JO: En la Feria del Libro de Frankfurt acompaño a la cultura catalana con una especie de suicidio artístico que consiste en condensar la historia del habla catalana en hora y media. Estoy abocado al fracaso más estrepitoso, pero en el fondo creo que valdrá la pena ya que estarán Carles Santos, María del Mar Bonet, primera figuras de este trocito de piel de toro que es Cataluña. Quiero que el mundo se entere de que más allá de un pseudo problema político se pueden hacer cosas buenas por la cultura y el arte. Y con motivo de la Expo de Zaragoza dirigiré El ángel exterminador, de Buñuel, una idea de Jordi Mesalles, un querido amigo que falleció sin poder poner en escena su sueño.

DG: ¿Con ovejas sobre el escenario?
JO:
Pues no lo había pensado, aunque sí que es cierto que las ovejas son más caras que los actores. A lo mejor hay que mezclar unas cuantas con esas personas encerradas en una habitación de la que no pueden salir a pesar de que las puertas están abiertas. Otra vez será traduttore, traditore, pero en este caso robaremos ideas del cine y no de la literatura.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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