El hijo de unos emigrantes vieneses personificó el sueño americano y fue más lejos aún, al sentar las bases del teatro del siglo XX y contribuir a derribar ese mismo sueño.
Vivió la centuria anterior de manera intensa aunque esperó al recién entrado siglo XXI para despedirse, no sin antes dejarnos su ingente obra literaria que abarca, tras unos primeros cuentos y novelas, desde piezas teatrales tan conocidas como Todavía crece la hierba y Todos eran mis hijos, hasta guiones, el primero, Vidas rebeldes, llevado al cine por John Huston.
En España son muchos los que han versionado al considerado como uno de los mejores dramaturgos del siglo pasado. Su teatro forma parte del repertorio tanto de grandes teatros, como de pequeñas compañías. Juan Echanove viajó con El precio durante varias temporadas. Así pudo estar más cerca de un "ídolo" que influyó en su forma de interpretar y en sus posturas sociales y políticas. Esa forma de ver el teatro realista, más allá del naturalismo, "del nobilísimo arte de entretener", fue convenciendo a todos.
De él se decía algo así como que era a la lengua inglesa lo que Bertolt Brecht a la alemana. Nunca quiso aleccionar a sus espectadores, sino jugar con la ironía y la sátira. Su mensaje está más cerca de la moral humana que de la política. Sus dramas inciden en los valores familiares y morales de la sociedad occidental de mediados del siglo XX, aunque en todos aparece bien marcado su peculiar acento crítico. Y algo que a todos nos gusta mucho de los textos, su vigencia, permanece inalterable incluso en los textos que ambientó cuatro siglos atrás, como Las brujas de Salem (Teatro Español, Madrid, hasta el 15 de julio) vinculado al momento en que fue escrito, pero cuyo vigor moral lo sitúa por encima de épocas y casos concretos.
De eso, de crear fuentes teatrales inalterables, primeras referencias, se encargó este maestro de la pluma que igual alababa al marxismo, que lo criticaba, sufrió la caza de brujas del senador McCarthy y denunció la intervención de Estados Unidos en Corea y Vietnam. Avisó de la desunión de la sociedad, la que siempre ha inquietado a los más puritanos y conservadores, y se hizo fuerte en la idea de que, en realidad, nada es permanente e inalterable, de ahí la progresión de su mundo literario.
En España recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2002. Miller fue tan conocido por sus obras, como por su activismo político y su vida sentimental. Se casó en tres ocasiones: con su novia del colegio, Mary Slattery, la hija católica de un vendedor de seguros; con la actriz Marilyn Monroe, de la que también se divorció, y con la fotógrafa austriaca Ingeborg Morath, que retrató magníficamente la Guerra Civil española.
Con La muerte de un viajante se alzó con el prestigioso Pullitzer. La primera versión teatral de esta pieza, dirigida por Elia Kazan en 1949, se llevó 6 premios Tony… Muy buenas perspectivas para un drama escrito en seis semanas cuando contaba con 33 años. El guionista y dramaturgo se marchó de viaje con la muerte el 10 de febrero de 2005. Tenía 89 años.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.
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