Una estación de paso, El último viaje de Robert Rylands, Cuando vuelvas a mi lado y Héctor. Cuatro películas, sólo cuatro, y la cineasta madrileña se había convertido ya en un referente del cine reciente español.
La última, Siete mesas (de billar francés), estaba llamada a ser una de las grandes apuestas de este final de año, pero antes incluso de su estreno oficial ha dado más de una satisfacción, como la Concha de Oro al mejor guión y el reconocimiento, también en San Sebastián, a una de sus actrices, Blanca Portillo.
Daniel Galindo: Sabemos que te ha quedado un regusto amargo tras los premios que os habéis traído de San Sebastián...
Gracia Querejeta: No quiero que nadie lo entienda mal, pero me ha dado pena que Maribel se quedara sin premio. Me gusta mucho que hayan destacado la labor de Blanca, también el premio al mejor guión: está muy bien que se reconozca la labor más solitaria, que es la de escritura, pero me hubiese gustado que el premio a la actriz fuese ex aequo, porque Blanca y Maribel se sostienen una a la otra.
D.G: Blanca Portillo y Maribel Verdú, dos mujeres, dos personajes, condenados a entenderse...
G.Q: Por circunstancias de la vida no tienen más remedio que sacar a flote un negocio, un viejo salón de billares. Su relación cambia conforme avanza el metraje y al final es la película más optimista que he hecho. Salió de manera espontánea porque, después de esos veinte primeros minutos demoledores, necesitaba reírme de los dramas. Ha sido una necesidad y creo que el espectador agradece que entremezcles lo cómico con lo trágico. Ahí está por ejemplo el equipo de billaristas, que parecen sacados de otra época y le dan el toque menos dramático a la trama.
D.G: Ya se va diciendo que las tres formáis un nuevo núcleo duro del cine español, al menos en cuanto a amistad se refiere...
G.Q: Nunca se sabe lo que puede pasar cuando unos actores y un director empiezan a trabajar mano a mano: puede que la cuestión quede ahí y luego cada uno se marche a su casa, y hay veces que se sobrepasa la línea y desde trabajo se llega a la amistad. En nuestro caso se ha producido una doble fortuna, porque no siempre ocurre y tampoco tiene que pasar necesariamente, pero es cierto que con ellas me he sentido muy a gusto, me siento bien.
D.G: Blanca y Maribel son nuevas en el universo Querejeta; quien no llegar por primera vez a un proyecto tuyo es el guionista David Planell.
G.Q: Ya habíamos trabajado juntos en Héctor y lo cierto es que ha sido un trabajo muy intenso, aunque hemos tardado menos tiempo en parirlo que el anterior, alrededor de un año, muy poco si somos conscientes de mi lentitud habitual. Aunque hemos tenido dedicación exclusiva al proyecto, tengo que decir que ha sido un proceso muy fluido y muy, muy gratificante. Además te enriquece ver otro punto de vista sobre un mismo hecho.
D.G: Como ocurrió con Héctor, la película supone echar un vistazo al barrio de siempre, en este caso al municipio madrileño de Coslada, con ayuda de personajes luchadores, que son una constante en tu cine...
G.Q: Sí, yo creo que casi lo hago ya para exorcizar los miedos que puedo tener en un momento determinado de mi vida. Tiene mucho que ver con la necesidad de autoconvencerse de que casi siempre suele haber salida incluso de las situaciones más tremendas. Yo escribo para vengarme de los fantasmas y las cosas que me paralizan. Lo hago con ese propósito, pero el caso es que no me curo, aunque sí que todas mis historias, aunque el punto de partida pueda ser dificultoso o penoso, de pronto giran y eso es porque alguien acaba echándole ganas a las cosas y trabajo. De esta forma uno también contribuye a que pueda encontrarse con otras vías para tirar hacia delante y estar mejor de como uno estaba.
D.G: Y es por ese mensaje positivo y esa manera de contar las cosas que tus películas gustan tanto...
G.Q: No soy yo quien tiene que responder a eso, pero es cierto que todos pretendemos llegar al mayor número de público. Yo al menos no tengo intención de quedarme con mis cosas para mí misma y los míos, quiero que las películas fluyan para la gente que las está viendo. A veces pienso que quizás no sean fáciles o cómodas, pero sí creo que juegan con el valor de la cercanía: me gusta que el espectador se sienta reconocido en los problemas que está planteando la historia.
D.G: Tres veces has pasado ya por Donosti, la primera vez fue con El último viaje... La segunda con Cuando vuelvas a mi lado, acompañando a esas tres mujeres que deben cargar con las cenizas en un viaje al pasado...
G.Q: Esta película es diferente: no tiene flashbacks, todo el rato es hacia delante... Tendrá puntos en común con Cuando vuelvas... Incluso con Rylands, no lo sé, yo tengo la sensación de que todas las películas que he hecho, que tampoco son tantas, están unidas por una fina línea unas con otras y desde luego Siete mesas… es heredera de todo lo que he hecho anteriormente. También es distinta, yo sé que es distinta.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.
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