sábado, marzo 24, 2007

Hablamos con... Gala Évora

No era una perfecta desconocida, pero casi. Hasta el año pasado esta joven de Sanlúcar de Barrameda tenía un currículum bastante parco de no ser por su participación en el grupo musical Papá Levante y un 'extra' en El día que nací yo, siendo muy niña. Provienes de una familia con gran tradición artística y ha pasado buena parte de sus 24 años cantando y bailando. Su entrada en el cine no ha podido ser más sonada: dar vida a La Faraona en Lola, la película.

Daniel Galindo: Uno ve el cartel, algún avance y sabe que te va a encontrar ahí, pero de pronto, apareces en pantalla con una fuerza que ya otros la querrían. Sorprende saber que es tu primera interpretación...
Gala Évora:
Pues lo es, lo es. Es algo que me dice mucha gente y cuando lo piensas detenidamente caes en la cuenta de que lo has tenido que hacer bien, porque no soy de las que causan sensación por el físico. Pero el mérito no es mío: Miguel Hermoso ha confiado la fotografía en Hans Burmann y también la música de Víctor Reyes te va anticipando la entrada en escena de cada personaje vital.

DG: Si llegar al cine es un sueño cumplido, encarnar a un mito y ver todo lo que conlleva debe ser una preciosa locura.
GE:
Desde la presentación en el Festival de Málaga, antes incluso, estoy en una especie de nube. Y que no se nos olvide que mi referente era una mujer que convertía en magia todo lo que tocaba. Desde siempre fue como una Virgen para mi, una imagen a la que rezaba y por la que tenía respeto y admiración. Además es como si fuera parte de mi familia: la asocio a mi abuelo y de hecho tengo un recuerdo lejano de haberla visto en su casa, él tocando la guitarra y ella bailando.

DG: Has hecho un exhaustivo trabajo de documentación, ¿a cuántas Lolas has conocido?
GE:
Sólo a una, pero con tantas facetas profesionales y humanas... Con este proyecto he tenido la oportunidad de darme cuenta de que Lola Flores no era sólo la más grande como artista, sino que también lo fue como persona, con su genio y temperamento, que es lo que la hacían única. Me ha llenado de vivencias, de detalles, que me han enriquecido muchísimo como persona, y eso es algo que jamás podré agradecer del todo. Ha sido todo un privilegio hacerla un poco mía, ella ya está dentro de mi.

DG: En algún momento te asaltaría el vértigo... ¿Cómo abordaste el trabajo?
GE:
A lo que le di más importancia fue al trabajo con Miguel, ya que durante mes y medio, sobre el guión, preparamos 'nuestra Lola'. Siempre tenía la sensación de que todo lo que tocaba, leía, contemplaba y aprendía, no era suficiente para interpretarla. Me atrapó la biografía En carne viva, escrita por Tico Medina, la autobiografía audiovisual El coraje de vivir, recortes de prensa y muchas de sus películas.

DG: ¿Cómo te cayó el peso de tanto referente y luego todo lo extracinematográfico, como la postura de sus hijas?
GE:
Fue bestial, llegó a abrumarme en demasiadas ocasiones, pero sobre todo el volumen de información. Se unía a que era mi primera película y por eso buscaba a José Luis (García Pérez) y a Ana (Fernández) que se convirtió en la amiga, la confidente, la persona a la que le contaba todo, y eso que mi madre real me acompañaba siempre. En cuanto a las hijas, intentaba ponerme en la piel de Rosario y Lolita: yo como hija no sé si aguantaría una película sobre mi madre, pero es verdad y creo que se ve, que todo el equipo puso el corazón en el proyecto, de ahí que quisiéramos dedicarle a Lola la película de parte de sus compañeros. Pero ya te digo, esto era una aproximación

DG: ¿Fue posible huir de la imitación?
GE:
Había que intentarlo, sobre todo para no estrellarte nada más salir. Está bien que el público vea en el personaje ciertos, muchos referentes, pero luego el personaje debe volar solo, para sorprender... Lola era irrepetible e inimitable, por eso quería llegar a otro lado, a nuestra Lola.

DG: Y seguro que os la reconocerán: vamos a ir pensando en un regalo prenavideño, quizás la candidatura al Goya...
GE:
Quita, quita... Es muy pronto para eso, ¿no? Sería bonito, pero lo tomaría como una palmadita, un empujoncito que me ratificase que no me estoy equivocando y si sirve para seguir trabajando, pues bienvenido sea.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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