viernes, noviembre 10, 2006

Helen Mirren

Como Isabel II en The Queen se coloca en la quiniela de aspirantes al Oscar. Detrás del revuelo mediático de los últimos meses se esconde una actriz que no nació ayer.

Diez años más joven que Judy Dench –habitual ya de la saga Bond- y Maggie Smith –vista como profesora de Harry Potter-, Mirren comparte con ellas el porte británico que, unido a una maestría en el terreno de la interpretación, las convierte en embajadoras de la escena y el cine de su país de origen.

La recordada Calígula le dio popularidad, permitiéndole saltar el charco de vez en cuando hasta que se estableció en Los Ángeles, donde comparte hogar con el director Taylor Hackford (Oficial y caballero, El abogado del diablo, Ray). Fue Morgana en la mítica Excalibur, de John Boorman, se perdió en La costa de los mosquitos, junto a Harrison Ford, y se puso a las ordenes de Peter Greenaway en El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante. De las tres damas es Maggie la que suele salir menos de la isla, pero tanto Helen como Judy han paseado por la alfombra roja de los Oscar en varias ocasiones, una de ellas por Gosford Park, de Robert Altman.

The Queen le ha supuesto el visado para entrar en el universo de Stephen Frears. Es uno de esos personajes que marcan una carrera y parecen borrar de un plumazo todo lo anterior (y a veces, lo venidero). Hacer de Isabel II en medio de un espíritu casi revanchista, sin perder el aire british y el toque de seriedad justa, sin histrionismo, era un reto. ¿La habrá llamado la reina de Inglaterra para felicitarla por su excelente labor?

Conocido el beneplácito de público y crítica, seguro que no espera el telefonazo de Buckinham aunque desde el principio sintió un enorme respeto por una institución tan querida como criticada. Era la primera vez que alguien se acercaba al lado más humano y privado de una reina con dudas y emociones que, con otro estilo, había sido encarnada por más actrices (Prunella Scales, Imelda Staunton). Su admiración por Anna Magnani y Jeanne Moureau, mujeres con autoridad y confianza, queda patente en su visión de la mujer más poderosa del mundo, con permiso de Condolezza Rice.

Ha intentado imitarla desde la psicología y la imaginación una vez pasada la etapa donde la intriga y el temor se apoderaron de ella. El resultado lo tienen en pantalla y no deja indiferentes a nadie: el afán por intentar comprender al personaje real hizo que la actriz que tomaba té con pastas en Las chicas del calendario y sufrió La sombra de un secuestro se alzase con la Copa Volpi en el pasado Festival de Venecia. Ovacionada durante 5 minutos, el galardón incrementó el número de premios a su carrera como majestad: la londinense, nacida en 1945, parece ya una experta en este tipo de papeles ya que apareció como reina en La locura del rey Jorge (candidatura al Oscar incluida) y en 2005 protagonizó la miniserie Elizabeth I, galardonada con 9 premios Emmy.

Voz de otra reina muy animada en El príncipe de Egipto, el porte regio no le viene desde luego de familia ya que fue criada en un ambiente antimonárquico. En su siguiente proyecto escapa a esos roles, convirtiéndose en una coleccionista de libros surgida del imaginario de la escritora de libros infantiles Cornelia Funke.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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