domingo, febrero 10, 2008

Nadine Labaki, un perfil

Hacer una película es una tarea difícil, pero lograr un sueño en un país sin infraestructura cinematográfica casi podríamos catalogarlo de milagro. Tenemos el ejemplo de esta joven libanesa.

"Para normalizar una realidad es necesario poder contar algo diferente de todo lo que nos resulta cotidiano". La frase podría tener un significado distinto si no viniera de una mujer de 34 años que ha crecido en medio de una guerra civil, cruel como todas y larga, muy larga.

Dicho esto, no resulta extraño que en su primera película –que dirige, escribe e interpreta- proponga una mirada, sutil e irónica, al día a día de la sociedad libanesa, desligándose de la noticia, del hecho puntual por el que Líbano sale en los informativos...

Podríamos apuntar que su Caramel no es más que un sencillo toque de atención que descubre la existencia de otras realidades relatadas de una manera atractiva, algo que parece gustar a todos: Nadine Labaki comprobó cómo su primer largometraje encandilaba al público mediterráneo en los festivales de Cannes y San Sebastián, donde se hizo con los premios que otorgaban el público y un jurado compuesto por jóvenes.

Labaki tiene por delante un futuro prometedor y, sobre todo, las ideas muy claras, como su interés en hacer cine a partir de lo cotidiano: "tienes que contar lo que mejor conoces, por eso las historias que muestro son las que siempre he escuchado". Los cinco personajes en torno a los que gira la trama de Caramel están inspirados en muchas de esas historias, en personas que conoce Labaki, quien se animó a ser una de las protagonistas después de un largo proceso de cásting a otras actrices.

Como muchas de su generación, esta libanesa nacida en 1974 ha sabido encontrar el equilibrio entre el modelo occidental y el oriental. En su país de origen, muchas mujeres se debaten entre el estereotipo más europeo y el peso de la tradición, presa, por si fuera poco, de más de 30 confesiones religiosas distintas. Ese farragoso mix cultural, alimentado por diferencias ideológicas, es el sustento casi imperceptible de su alabado primer trabajo. Así lo ha querido reflejar en su película, la más taquillera en un país donde cada año no pasan de las seis producciones, y ya son muchas.

Desconoce la razón del éxito de Caramel"quizás su pretensión de mostrar identidad propia acercándose a los usos occidentales"-, pero sí que cree que ayuda a llegar al público la posibilidad de reflejar toda la belleza que hay en lo cotidiano, en la gente normal, llena de contradicciones. Es la que puebla su universo más cercano, el de su Beirut natal, y también el de tantos creadores extranjeros que llegaban a su casa a través del videoclub donde alquilaba las películas con las que se recluía en casa, intentando escapar a la guerra civil que se veía desde su ventana. Así va camino de ser su cine, un trozo de vida narrado con toda la naturalidad posible.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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