domingo, febrero 10, 2008

El primer Goya de Maribel

No ha comenzado mal 2008 para ella: Maribel Verdú ya está en Argentina para rodar Tetro, a las órdenes de Francis Ford Coppola, y además le ha dado una gran alegría a sus amigos y familiares.

Los que el pasado domingo estaban pendientes de que José Coronado pronunciase su nombre como mejor actriz protagonista por Siete mesas (de billar francés), una película que le ha dado grandes satisfacciones a una actriz a la que hemos visto crecer desde que Vicente Aranda le confió un papel en la serie de televisión La huella del crimen, en el episodio que dedicó a El crimen del capitán Sánchez, en 1984.

Dos años más tarde, Fernando Trueba y Montxo Armendáriz fueron responsables de su salto al cine, conEl año de las luces y 27 horas. De aquello han pasado más de 20 años, un periodo en el que ha tenido tiempo para pisar la alfombra roja de los Oscar (en 1993, junto con todo el equipo de Belle Epoque), protagonizar títulos imprescindibles en nuestro cine, caso de Amantes y La buena estrella, caer en el olvido y resurgir gracias a Guillermo del Toro y Gracia Querejeta. Con ella y Blanca Portillo reconoce haber formado un sólido y cómplice triángulo que va más allá de lo estrictamente profesional.

Con las maletas preparadas para irse a trabajar con uno de los grandes de Hollywood, en Argentina, donde se sintió bien acogida cuando rodó El niño de barro, Maribel Verdú acudió a la gala de entrega de los XXII Premios Anuales de Cinematografía. Era la quinta ocasión que aparecía en las quinielas al Goya, pero la experiencia de años anteriores le hizo adoptar la misma pose de siempre, mezcla de incredulidad y esperanza ahogada. Este año iba a ser diferente al de Amantes, cuando Silvia Munt se alzó con el Goya por Alas de mariposa, dejando a ella y Victoria Abril sin galardón; tampoco se iba a llevar el disgusto de 1997 al ver como Cecilia Roth 'se lo arrebataba' por Martín (Hache).

Lo dicho, tenía la cara preparada porque esperaba que dijesen el nombre de Belén Rueda, pero el Goya por fin acabó en sus manos por Siete mesas (de billar francés), que ya le ha valido, entre otros, el Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos y el Sant Jordi de RNE. Pero el Goya tiene otro sabor... Y mucho más intenso es, si cabe, por la película que más importante ha sido a nivel personal, ya que llevaba dos años de brazos cruzados, esperando que sonase el teléfono.

Era difícil que lo lograse, sobre todo porque cuando hay dos candidatas por la misma película en la misma categoría, y ahí estaba la Portillo, los votos de los académicos se suelen dividir -le pasó con Amantes-, pero el Goya no hace más que reafirmar la carrera de esta actriz de 37 años a la que le gustan los retos. Para comprobarlo sólo hay que echar un vistazo a lo que tiene por estrenar: Gente de mala calidad, una comedia a las órdenes de Juan Cavestany, con Alberto San Juan –el otro Goya- como compañero de reparto; la tremenda historia narrada en Los girasoles ciegos, adaptada por José Luis Cuerda, y, lo decimos en voz baja para que no se asuste, Tetro, del maestro Ford Coppola... Y lo que le queda.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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