martes, octubre 10, 2006

Carmen Maura

Poseedora de un don especial para la interpretación, esta madrileña no tiene parangón en el cine de hoy, al menos en el español.

Hay excelentes actrices, aquí y en Europa, que acumulan experiencia, pero se cuentan con los dedos de una mano las que a sus 60 años continúan en activo, rifada entre los cineastas, acreedora de una mirada diferente y siendo algo que muchos dicen con demasiada ligereza: un icono.

Estaba al frente de una galería de arte cuando su vocación artística fue cobrando fuerza a finales de los sesenta: de los escenarios, los cortometrajes (Pomporrutas imperiales) y los café-teatros saltó a la televisión, donde recibía los piropos de Fernando García Tola ("nena, tú vales mucho"), alternándolos con intervenciones en varios Estudio 1.

Fernando Colomo y Fernando Trueba la convirtieron en la musa de la comedia disparatada que dejaba atrás la transición y se abría paso entre las moderneces y los progres: Alaska –por citar un nombre- era a la música lo que Carmen Maura al cine. Pero antes fue el teatro y antes también, chica Colomo, con Tigres de papel y ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?

"No fui la primera chica Almodóvar porque en aquellos momentos éramos tres ó cuatro". Con soltura se corta la etiqueta, aunque no se desdice de ella. Pepi, Luci, Bom... y otras chicas del montón sería la primera de seis colaboraciones entre la actriz tragicómica -según él- y el cineasta talentoso -según ella-. Maura puso voz y cuerpo a las historias del manchego, a las primeras, como ¿Qué he hecho yo para merecer esto? y Entre tinieblas, con las que entronca ahora Volver.

Premio Nacional de Cinematografía por su labor indiscutible a nuestro cine, Mario Camus la convirtió en una ex-terrorista de ETA en Sombras en una batalla y demostró, gracias a Ana Belén, Cómo ser mujer y no morir en el intento. Eso antes de instalarse en Francia, donde ha rodado a las órdenes de André Techiné (Alice y Martín), Martín Provost (El vientre de Juliette) y Etienne Chatiliez (La alegría está en el campo, por la que fue candidata al César). Habitual en los repartos internacionales de nuevos y consagrados directores, no le falta tiempo para hacer la maleta e irse a rodar a Argelia (El harén de Madame Osmane), Argentina (El sueño de Valentín), Italia (Ángeles de negro), México (Al otro lado) o Bélgica (25 grados en invierno). También a Israel, con Zona libre, en la que pronto la veremos como suegra de Natalie Portman a las órdenes del realizador Amos Gitai.


Circunstancias de la vida, en España rodó a finales de los 90 Lisboa, junto a Sergi López, el otro embajador de nuestro cine en Francia –con permiso, eso si, de Victoria Abril, Inés Sastre y José García-. Antonio Hernández la trajo de nuevo a España y Alex de la Iglesia hizo que deslumbrase con su protagonista absoluto en La comunidad: un nuevo Goya se sumaba a los conseguidos por Mujeres al borde de un ataque de nervios y ¡Ay, Carmela! donde fue el rostro de la República surgido del imaginario de José Sanchis Sinisterra y tamizado en 1990 por Carlos Saura.

Acaba de entrar en los sesenta y sigue ilusionada con el cine como el primer día. Para comprobarlo sólo basta ver su apoyo a jóvenes realizadoras en sus cortometrajes –dentro del proyecto 50 minutos- y disfrutar de Volver, punto final a 17 años de parón en la relación Maura-Almodóvar y puesta de largo de la misma química, la confianza, que siempre hubo entre musa y creador, esa que le permite hacer cosas al borde del precipicio sin miedo a despeñarse.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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Crítica de "Volver".

Avanzamos... "Volver".

Perfil de Carmen Maura.

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