domingo, julio 01, 2007

Hablamos con... Juan Carlos Naya (una entrevista)

Cada noche se encierra en los sótanos de un banco, uno de esos a los que solemos confiar nuestros secretos y pertenencias más valiosas.

El actor reivindica también la faceta de productor, aunque no ejerza de ello en Madrugada de cobardes, y nos invita a un espectáculo teatral que promete más de una sorpresa, tantas que la productora sabe que tendrá poco efecto negativo su aviso promocional: 10 euros la entrada, y si no gusta, devuelven el dinero.


Daniel Galindo: Después de diferentes experiencias con compañías formadas por decenas de miembros, ahora toca un montaje con un carácter más íntimo, no sólo por la trama, sino también por la producción.
Juan Carlos Naya:
Las grandes funciones de clásico en las que me he embarcado han sido con el Teatro Español, claro, empresa pública. Piezas de este tipo son muy difíciles de afrontar desde una compañía privada, por lo que hay que recurrir al formato del monólogo o a textos con muy pocos personajes. Embarcarse en historias con más gente es muy peligroso: como se suele decir, en el teatro ganas pesetas y pierdes duros.

DG: Ahí se enmarca una obra con la que diste rienda suelta a tu faceta como productor en la temporada pasada: Marlene.
JCN:
Es coincidencia también que los textos, adaptados en montajes menos multitudinarios, me han interesado. Desde que terminé El retrato de Dorian Gray, una gran producción, me fui hacia una función de dos personajes y autor español, caso de Marlene, de Martín Garrido; luego he estado con Bárbara Rey, los dos solos en un Ático con terraza y con la palabra de Juan José Alonso Millán…

DG: Y ahora, Madrugada de cobardes, escrita y dirigida por José Cabanach.
JCN:
Una aventura muy interesante, ya que en ella se habla de problemas de hoy y yo, la verdad, es que ya estaba algo cansado de referirme siempre a situaciones del siglo XVI y centurias venideras. Contar con un tipo comprometido, que domina el verbo y además pretende contar cosas reales, me pareció una oportunidad imposible de rechazar, sin olvidar que se crea una magia muy especial sobre las tablas trabajando con un solo compañero, con el que te tienes que batir en duelo interpretativo y al que tienes que recurrir en todo momento.

DG: Dos personajes encerrados en la cámara acorazada de un banco… ¿Con qué se encuentra el espectador cuando cae sobre él esa madrugada?
JCN:
Se va a topar con un buen texto, inquietante, en la que el autor, que además, también es director, juega con todos los trucos teatrales a su alcance. Lejos de parecer un relato monocorde, la función está tan bien planteada que atrapa a todo el mundo, al menos, eso creo. Y luego está el tema de las cajas de seguridad a las que muy pocos tienen acceso. Eso otorga un morbo y una tensión fundamental para que nadie se aburra, aderezado además de humor, drama, violencia y cotilleo: cada caja que se abre encierra todo un mundo por descubrir.

DG: Y por encima de todo, y nos ponemos algo metafóricos, la palabra, al igual que esas cajas, encierra muchos matices…
JCN:
Por desgracia, el valor de la palabra, la fuerza del vocabulario, se están perdiendo. Hay que transmitir con la palabra, pero también que ese discurso tenga un sentido, coherente con el mundo en el que vivimos.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con Joan Ollé (una entrevista)

Comenzó el viaje como actor, en 1974, una década más tarde se decantó por la dirección... A este usuario habitual del puente escénico Barcelona-Madrid le gustan los retos. Prueba de ello son sus próximos proyectos, que compagina mientras su versión de Soldados de Salamina sigue de gira por Cataluña y el resto de España hasta la próxima primavera: una excelente oportunidad parar disfrutar de la palabra bien dicha.

Daniel Galindo: Hemos podido leer el libro, ver la película de David Trueba, quizás tengamos muy reciente su argumento, pero como bien sabemos, un texto acaba siendo siempre diferente en función de quien marca la visión...
Joan Ollé:
Y es un arma de doble filo, ya sabes eso de traduttore, traditore. Cuando se traslada algo de un lenguaje a otro traicionas su espíritu, por mucho que quieras respetar la esencia. Buscaba la fidelidad estricta; es decir, de este libro lo que más nos entusiasmó fue la escritura y yo no quería cambiarla, de ahí que apostase por quedarme cerca y conservar la estructura a partir de la palabra, una maravillosa materia prima.

DG: En esta búsqueda del héroe verdadero sobresale la fuerza del texto, que tiene a su servicio una curiosa sinfonía de voces y un soliloquio contundente bajo el nombre de Memoria de ultratumba.
JO:
Si la palabra está bien dicha y es buena, podemos recrear retratos y situaciones en la mente. Es lo contrario a lo de la una imagen vale más que 1.000 palabras. En eso centré el trabajo con los intérpretes, basado en la amistad y diferenciando varias partes. En la primera pretendí que dejarán de interpretar para pasar a ser instrumentos musicales: precisos en la dicción, en la musicalidad... En definitiva les he pedido que buceasen en el texto para llegar a la humanidad que desprende Javier Cercas, ya sea en el monólogo de un fascista que quería ser escritor o en un acto donde la emoción contenida sale a rebosar cuando se encuentran dos seres humanos olvidados, perdidos.

DG: ¿Qué nos dices de Javier Cercas? ¿Cómo ha vivido su ingreso en el teatro?
JO:
Ha sido un compañero de viaje espléndido. Él empezó diciendo "haz lo que quieras que yo ya he hecho lo mío; para que tú te explayes, tengo que apartarme". Pero desde el principio se mantuvo pegado a nosotros, aportando su ilusión. Su confianza sigue siendo la mejor garantía de que esto está saliendo bien.

DG: No has cambiado ni una sola palabra del texto, fidelidad máxima...
JO:
Era mi homenaje a un autor con la capacidad de conmover, y no todos la tienen. Acabé la novela una noche de verano en Grecia: me puse a llorar con las últimas páginas del libro y tuve muy claro que aquella emoción que sentí en privado tenía que trasmitírsela a los demás, al menos intentarlo. Fue relativamente fácil poner en pie el montaje, un grano más a nuestra pasión por recuperar el "teatro documento". Mucha gente ha disfrutado en privado de la historia, yendo a un asunto colectivo que es nuestra guerra civil... ¿por qué no llevarlo a un sitio vivo como el teatro, concelebrarlo en público y así releer la novela de otra manera?

DG: Esa misma idea de compartir movió a Josep María Pou a hacerse cargo de La cabra o ¿quién es Silvia?...
JO:
El teatro es un sitio de gente viva, donde la palabra sigue teniendo un valor, es el arte más fácil del mundo: uno que cuenta una historia y otro que la recibe. En nuestro mundo tecnológico, el teatro es la última iglesia y me refiero en el sentido de religar lo terrenal con lo trascendente. Antes las ciudades eran oscuras y las personas iban al teatro en busca de luz y espectáculo, ahora es quizás al revés: toda la vida es un espectáculo y creo que de vez en cuando es bueno refugiarse en el teatro, un lugar donde hay menos mentira que en la vida.

DG: Has apostado por una escena limpia, la luz, los actores y la palabra... ¿Hemos hecho pleno?
JO:
Creo que sí. Parece que el público ha captado nuestras intenciones y algunos maestros me han dicho que les ha gustado. Uno de ellos fue José Luis Gómez y como uno es todavía un chavalito que lo que quiere es aprender, le encanta que los grandes y el público le digan que estamos haciendo algo que no es estridente, donde no se grita y da idea de un teatro que, por lo menos, no molesta.

DG: Y como "persona que está aprendiendo" seguro que tienes deberes por hacer... JO: En la Feria del Libro de Frankfurt acompaño a la cultura catalana con una especie de suicidio artístico que consiste en condensar la historia del habla catalana en hora y media. Estoy abocado al fracaso más estrepitoso, pero en el fondo creo que valdrá la pena ya que estarán Carles Santos, María del Mar Bonet, primera figuras de este trocito de piel de toro que es Cataluña. Quiero que el mundo se entere de que más allá de un pseudo problema político se pueden hacer cosas buenas por la cultura y el arte. Y con motivo de la Expo de Zaragoza dirigiré El ángel exterminador, de Buñuel, una idea de Jordi Mesalles, un querido amigo que falleció sin poder poner en escena su sueño.

DG: ¿Con ovejas sobre el escenario?
JO:
Pues no lo había pensado, aunque sí que es cierto que las ovejas son más caras que los actores. A lo mejor hay que mezclar unas cuantas con esas personas encerradas en una habitación de la que no pueden salir a pesar de que las puertas están abiertas. Otra vez será traduttore, traditore, pero en este caso robaremos ideas del cine y no de la literatura.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... José Carlos Plaza (una entrevista)

Hablar de este madrileño de 61 años es hacerlo de más 4 décadas de teatro en nuestro país. Su trayectoria abarca desde la gestión del Centro Dramático Nacional hasta la dirección escénica de óperas como Don Carlo, Wozzeck, Carmen y, recientemente, Fidelio.

Acabado su viaje hasta Jean Genet, retoma Afterplay, obsequio de Helio Pedregal y Blanca Portillo. En su agenda no hay hueco libre: habitual del Festival de Teatro Clásico, ya está metido en faena para sorprendernos con una Fedra muy especial con Alicia Hermida y Ana Belén.

Daniel Galindo: Un montaje muy laborioso, Splendid´s, le ha traído de cabeza estos últimos meses por ser una muestra atípica de teatro que no entronca con lo habitual. Es curioso que la obra salga de la cartelera el 3 de junio, un viaje demasiado corto después de tanto esfuerzo...
Jose Carlos Plaza:
Que su vida sea más corta de lo normal se atiene a la programación del CDN. Tiene muy acentuado el toque experimental y se pensó para darla a conocer a un determinado público. Se concibió como un desafío puntual y, hasta cierto punto, un acto de rebeldía al ir en contra de lo está en vigor: la frivolidad, la superficialidad, el olvidarse de uno mismo... Genet nos coloca un espejo delante y claro, no nos gusta mirarnos. Pero el teatro está para eso, para obligar al ser humano a mirarse dentro de sí y ver lo que no quiere reconocer. Quería, de alguna forma, continuar esa intención, aunque enfrentarme a este mundo poético y filosófico y además estrenar fue como lanzarse a una piscina sin saber si había suficiente agua.

DG: ¿En algún momento ha sentido que podía ahogarse? Si para nosotros ha sido un montaje difícil de digerir, para el director y los actores debe estar siendo una experiencia intensa.
JCP:
La función ha ido creciendo, los actores hablan de un viaje y como tal, tiene momentos en los que todo sale mejor y otros más abruptos. Es una bajada a un submundo que nunca se completó, es decir, Genet no da el visto bueno a la obra y es Sartre el que se enamora de ella... Yo creo que el autor no la considera terminada, por lo que hay un planteamiento por su parte de una cantidad de ideas, de una enorme fuerza de imágenes y sentimientos, pero con una débil o inexistente dramaturgia pretendida. Había que mantener una línea argumental en una obra en la que los personajes hablan por boca de un pensador. No ha sido fácil combinar esos procesos internos con el entorno en el que se desarrolla la historia, son gángsteres atrincherados en un territorio donde domina la inmundicia.

DG: Si para comunicar sentimientos se necesita un acto previo de confianza entre director y actor, en este caso responde a un vínculo mucho más estrecho.
JCP:
Hemos estado muy unidos. Es cierto que a veces se han sentido perdidos al no ver con claridad la luz que creo que yo sí percibí desde el principio, pero poco a poco, por su enorme fe hacia mí y hacia Genet, hicieron una entrega de confianza total, siendo los principales defensores de una dramaturgia que hemos hecho entre todos. Se tocan temas muy duros, se habla de la violencia, el miedo, la cobardía, la homosexualidad, los límites de la realidad, la pérdida de la identidad, del fracaso de una vida... Para ellos ha sido extenuante, no tengo palabras para agradecer lo que han hecho.

DG: Considera al actor por encima de todo, un material sensible muy valioso...
JCP:
Y fundamental para que se pueda dar el hecho teatral. Sin ellos no habría nada y a ellos les debo el estar aquí. Sólo les puedo pagar siendo coherente con eso: tanto en el caso de Splendid's, como en Solas con Lola Herrera, Natalia Dicenta y Carlos Álvarez-Novoa, tenía que contar con profesionales que tuvieran ingredientes precisos: generosidad, valentía, sensibilidad, cultura...

DG: El proceso a la inversa se dio con Afterplay: dos actores-productores necesitaban una mirada externa, limpia y acertada... Tenía que ser Plaza.
JCP:
Y siempre se lo agradeceré: fue la experiencia íntima, del placer, el río tranquilo, lleno de ternura y paz... Casi la experiencia contraria a la idea de lucha y revolución que nos ha tenido ocupados en el CDN. Cada montaje tienes que afrontarlo de manera diferente y precisa. Me considero un servidor de los textos, que son como lienzos delicados: a veces tienes que trabajar sobre ellos, ya puede ser un Velázquez o un cuadro del siglo XXI. No pretendo tener un estilo propio, sólo sigo el texto, que me aporta una determinada forma de hacer, y al actor, que es lo más sagrado.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... Audrey Tautou (una entrevista)

Siempre le perseguirá la sombra de Amélie, aunque lo cierto es que ese papel le permitió trabajar más tarde a las órdenes de Stephen Frears (Negocios ocultos) y Ron Howard (El código Da Vinci).

El fascinante personaje creado por Jean-Pierre Jeunet también la convirtió en objeto de deseo de muchos aficionados al buen cine y embajadora de la nueva hornada de intérpretes europeos junto a Daniel Bruhl, pero de las subidas y bajadas a Montmartre han pasado ya 6 años. Actualmente, con 15 películas en su haber, la heredera del toque Hepburn, sigue labrándose un camino personal, no exento de devaneos interesantes y posible escapadas hollywoodienses: ya se sabe, la línea recta no siempre es la mejor opción.

Daniel Galindo: Después de dramas como Largo domingo de noviazgo te acercas de nuevo al género con el que te conocimos, mucho antes de Amélie incluso.
Audrey Tautou:
Sí, es un registro de comedia pura, más comedia que todas las películas que han calificado de comedia. Creo que no tenía un papel similar desde 1999, año del estreno de Venus: salón de belleza. Ah, y no me puedo olvidar de mi escapada española, a Barcelona, con Una casa de locos.

DG: ¿Hay algo de tu personaje en Un engaño de lujo que te gustaría llevarte puesto?
AT:
Muy poco, la verdad. No es una mala chica, pero sería su polo opuesto en la vida real. Tras ese lado banal hay un fondo soñador e infantil que le lleva a no reparar en medios para llegar a ser una princesa. Por eso y por muchos otros aspectos, es el personaje más lejano a mí, aunque no creas, no me causó muchos quebraderos de cabeza meterme en su piel: un buen vestido, un peinado y unos tacones altos sirvieron para allanar el recorrido. Además, rodar con todo el equipo fue una especie de vacaciones muy bien pagadas.

DG: Y de nuevo, en casa, cine europeo...
AT:
Nunca me fui, la verdad, si es que lo dices por El código Da Vinci.

DG: ¿Qué hizo una chica como tú en un rodaje como ese?
AT:
Intentar no dejarse llevar por el interés que rodeó al proyecto y sus lógicos miedos e inseguridades. A pesar de mis limitaciones lingüísticas, era ya la segunda cinta que rodaba en inglés, la primera, por cierto, con un compatriota vuestro y gracias a su trabajo en Francia, casi mío, Sergi López. Me fijé más en la forma de actuar de dos maestros como Tom Hanks y Jean Reno, que en la estructura del guión. Me gusta colaborar con gente interesante, que tenga cosas que contar y lo haga bien. Eso te puede llevar a trabajar en Turquía, Latinoamérica, España... donde sea, además nunca me hubiera visto haciendo una película tan grande, y eso que Largo domingo... fue brutal.

DG: Pero hay cintas que dejan una huella más profunda... ¿Pesa mucho la imagen de Amèlie Poulain?
AT:
Al contrario, no pudo existir mejor tarjeta de presentación. El mejor regalo de tu vida no lo puedes asociar a un posible problema. Lo que peor llevo es la fama y la perdida de identidad y anonimato, dos cosas muy diferentes, libertades preciosas que quiero mantener, pero de la que suelen carecer los que acaban convirtiéndose sólo en una celebridad del cine norteamericano y, ya puestos, del cine mundial.

DG: Puede que te veamos como Coco Chanel...
AT:
Y además en Francia, sí. El guión todavía se está escribiendo a partir de una novela de Ana Gavaldon, poco más se puede decir. Me encanta hacer películas en mi país, en toda Europa, la verdad, porque todavía queda un cine de autor, que me atrae muchísimo, por ejemplo Pedro Almodóvar, Julio Medem, Sergio Castellito, Isabel Coixet, Nanni Moretti... La verdad es que hay muy buenos guiones escritos en francés, español, italiano, alemán, sueco... incluso en inglés, con acento británico, por supuesto.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Hablamos con... Alberto San Juan (una entrevista)

Teatro, cine... Da igual siempre que haya una buena oportunidad para superarse. A este madrileño que dejó el periodismo por el viejo oficio de actor le atraen los retos, y el de Bajo las estrellas, lo era.

Esta cinta, opera prima del director Félix Viscarret, arrasó en el pasado Festival de Málaga, donde también hubo premio para el protagonista. Y es que Alberto San Juan interpreta a un personaje que bien podría haberse presentado como un ser odioso, dentro de un complejo mundo de sentimientos que había que anclar a tierra firme.


Daniel Galindo: El director pensó en ti desde que empezó a leer la novela, aunque el personaje fuese irrespetuoso, caradura, tierno, un poco perdido en el mundo… ¿Cómo es Beni según Beni o, mejor dicho, en palabras de Alberto San Juan?
Alberto San Juan:
Mi personaje padece un sentimiento de orfandad. Su forma de no sufrir es no implicarse en nada, pero un accidente le obliga a tomar postura. Es la ansiada segunda oportunidad, la que le llega a una persona que iba a la deriva. Al final se da cuenta de que la solución no consiste en encerrarse en uno mismo sino en darse: además la moral social no vale, sólo la honestidad de los sentimientos.

DG: Hay que decir que Viscarret siempre remarca que Alberto, como actor es reservado y correcto, muy diferente a este rol que te devuelve, en cierta manera, a la infancia…
ASJ:
Y hace muy bien porque gran parte de la vida adulta es absurda y dolorosa sin motivo aparente. Fernando Aramburu ya dejó bien claro la filosofía de este personaje en la novela El trompetista del Utopía y Félix se ha encargado de, respetando su esencia, matizar mucho más su comportamiento y de incidir en la visión vitalista con la que afronta la muerte, un tema que planea sobre toda la evolución dramática de esta película ‘de carreteras perdidas’.

DG: Lo de road-movie a la navarra suena como un plato de menú…
ASJ:
Y de postre, el western, porque Benito Lacunza es un antihéroe que vuelve a casa a saldar una cuenta y encuentra personajes que viven en ninguna parte.

DG: Y de nuevo os cruzáis Emma Suárez y tú, en Bajo las estrellas, y pronto te veremos junto a Maribel Verdú…
ASJ:
Bonita casualidad. Trabajar con Emma en Horas de luz fue una de las cosas más intensas que he vivido, es única. Y luego está Gente de mala calidad, a las órdenes de mi amigo Juan Cavestany y teniendo como compañera de reparto a Maribel en una comedia amarga, muy amarga, sobre gente que hace las cosas mal.

DG: Hemos leído que Alberto San Juan todavía no ha encontrado su lugar en el cine… ¿Después de una década delante de la cámara?
ASJ:
Lo cierto es que en parte es así: me considero más vinculado al teatro, donde me siento con más autonomía y más dominio a la hora de trabajar. Después de unas cuantas, muchas películas, me sigue dando la sensación de que el escenario es más humano que el cine al no estar sometido a tanta presión económica: el teatro vale para pagar el alquiler y la compra, hacerse rico es difícil.

DG: Pero engancha… Y, además, ya sea en Animalario o en otro proyecto, Andrés Lima y tú vais a muerte…
ASJ:
Siempre que podemos… Ya le he pedido un pequeño papel en la zarzuela que dirigirá en el año que viene. Por ahora estoy concentrado en una nueva versión de Arlequín, servidor de dos patrones, de Carlo Goldoni, para el Teatro de La Abadía.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

sábado, junio 16, 2007

Arthur Miller, un perfil

El hijo de unos emigrantes vieneses personificó el sueño americano y fue más lejos aún, al sentar las bases del teatro del siglo XX y contribuir a derribar ese mismo sueño.

Vivió la centuria anterior de manera intensa aunque esperó al recién entrado siglo XXI para despedirse, no sin antes dejarnos su ingente obra literaria que abarca, tras unos primeros cuentos y novelas, desde piezas teatrales tan conocidas como Todavía crece la hierba y Todos eran mis hijos, hasta guiones, el primero, Vidas rebeldes, llevado al cine por John Huston.

En España son muchos los que han versionado al considerado como uno de los mejores dramaturgos del siglo pasado. Su teatro forma parte del repertorio tanto de grandes teatros, como de pequeñas compañías. Juan Echanove viajó con El precio durante varias temporadas. Así pudo estar más cerca de un "ídolo" que influyó en su forma de interpretar y en sus posturas sociales y políticas. Esa forma de ver el teatro realista, más allá del naturalismo, "del nobilísimo arte de entretener", fue convenciendo a todos.

De él se decía algo así como que era a la lengua inglesa lo que Bertolt Brecht a la alemana. Nunca quiso aleccionar a sus espectadores, sino jugar con la ironía y la sátira. Su mensaje está más cerca de la moral humana que de la política. Sus dramas inciden en los valores familiares y morales de la sociedad occidental de mediados del siglo XX, aunque en todos aparece bien marcado su peculiar acento crítico. Y algo que a todos nos gusta mucho de los textos, su vigencia, permanece inalterable incluso en los textos que ambientó cuatro siglos atrás, como Las brujas de Salem (Teatro Español, Madrid, hasta el 15 de julio) vinculado al momento en que fue escrito, pero cuyo vigor moral lo sitúa por encima de épocas y casos concretos.

De eso, de crear fuentes teatrales inalterables, primeras referencias, se encargó este maestro de la pluma que igual alababa al marxismo, que lo criticaba, sufrió la caza de brujas del senador McCarthy y denunció la intervención de Estados Unidos en Corea y Vietnam. Avisó de la desunión de la sociedad, la que siempre ha inquietado a los más puritanos y conservadores, y se hizo fuerte en la idea de que, en realidad, nada es permanente e inalterable, de ahí la progresión de su mundo literario.

En España recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2002. Miller fue tan conocido por sus obras, como por su activismo político y su vida sentimental. Se casó en tres ocasiones: con su novia del colegio, Mary Slattery, la hija católica de un vendedor de seguros; con la actriz Marilyn Monroe, de la que también se divorció, y con la fotógrafa austriaca Ingeborg Morath, que retrató magníficamente la Guerra Civil española.

Con La muerte de un viajante se alzó con el prestigioso Pullitzer. La primera versión teatral de esta pieza, dirigida por Elia Kazan en 1949, se llevó 6 premios Tony… Muy buenas perspectivas para un drama escrito en seis semanas cuando contaba con 33 años. El guionista y dramaturgo se marchó de viaje con la muerte el 10 de febrero de 2005. Tenía 89 años.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

sábado, junio 02, 2007

El universo Coixet se expande hasta Hollywood

Se han descubierto tres nuevos satélites: Penélope Cruz, Ben Kingsley y Dennis Hopper. Orbitan a las órdenes de la cineasta en Nueva York y Vancouver.

El motivo es el rodaje de su sexto largometraje, Elegy, basado en la novela de Philip Roth El animal moribundo. Isabel Coixet rueda de nuevo en inglés, ésta vez a partir de un guión no escrito por ella, y lo hace después de ser uno de los altavoces de los Invisibles, el proyecto de Javier Bardem que le emparentó con Wim Wenders, Mariano Barroso y Fernando León de Aranoa.

Demasiado viejo para morir joven fue su tarjeta de presentación en 1988. Tenía 26 años y con ella optó al Goya a la mejor dirección novel. Emma Suárez, Fernando Guillén y Carmen Elías fueron los primeros en girar en torno a esta creadora sui generis, luego llegarían muchos otros, compatriotas afines a su cine -Javier Cámara y los hermanos Almodóvar como productores-, y foráneos, como Tim Robbins y Monica Bellucci. No hay diferencia entre ellos ya que el cine es su mejor visado.

Con Cosas que nunca te dije comenzó su periplo norteamericano. Continuaría con Mi vida sin mí 8 años más tarde, sin olvidar la escala gallega de A los que aman, con Patxi Freytez, Gary Piquer y Albert Pla, entre otros. Tras su pasional historia de amor paneuropea cogió las maletas y se marchó hasta Canadá para relatarnos su 'triste cuento vitalista' en el que Amanda Plummer, Mark Ruffalo, María de Medeiros, Deborah Harry y Scott Speedman tenían un protagonismo activo.

Al contrario de otros cineastas que comenzaron en el mundo de la publicidad, Coixet no lo ha abandonado: lo mismo sigue a Manolo Escobar en la búsqueda de su carro, que manda a Leonor Watling al quinto pino, bien equipada eso sí. Su manera de realizar ha marcado un estilo propio que se puede ver cuando la actriz se transforma en la voz de Marlango y protagoniza videoclips como el de It´s all right.

Su abuela vendía entradas en un viejo cine de Barcelona y de ahí le viene su vocación. Dice que nunca quiso ser actriz, sino la persona que hacía esas hermosas historias, relatos que sirven para transmitir una idea concreta del mundo: aprovecha su obra para dar a conocer músicos como Anthony & the Johnsons, recuperar escritores como John Berger y plasmar su peculiar catálogo de píldoras sobre el amor, la familia y la amistad.

Si en todas sus películas da pinceladas acerca de su compromiso social, en La vida secreta de las palabras lo hace con mayor profusión: su refugiada bosnia, interpretada por Sarah Polley, estaba íntimamente relacionada con el Consejo Internacional de Rehabilitación de Víctimas de la Tortura, una sólida y necesaria institución que permite que supervivientes al tormento puedan dejar de sobrevivir para intentar vivir.

Su quinto largometraje parece una extensión del Viaje al corazón de la tortura, documental con el que recorrió el lado más siniestro de la India, el corazón de los Balcanes y Turquía. Detrás de sus gafas de pasta y su personalidad estridente se parapeta un carácter curioso, una rara avis ávida de indagar en la vida de los otros y contárnosla, empeñándose a través de su productora Miss Wasabi, su nombre de guerra.

Siempre que le llaman para participar en un proyecto colectivo no pone excusas. Había motivo para gritar junto a otros y criticar al Gobierno de José María Aznar. Ella lo hizo narrando La insoportable levedad del carrito de la compra. Dejando a un lado su activismo, se tomó unas vacaciones para declarar su amor por París con un episodio rodado en el barrio de la Bastilla con Sergio Castellito como cicerone. Y ahí no termina la historia ya que es una de las cinco cineastas que se han unido bajo el paraguas del medio ambiente para rodar un corto sólo con la ayuda de un móvil. Incombustible.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.