viernes, noviembre 09, 2007

Hablamos con... Marta Belaustegui

Desde que tiene uso de razón, esta madrileña mantiene un idilio con el teatro, a veces dando la cara sobre el escenario, en otras ocasiones sacando adelante montajes desde la trastienda de la producción. Con ella hablamos de los entresijos de su compañía, Teatro del Duende, que pone en escena Dile a mi hija que me fui de viaje, con ella y María José Goyanes en los personajes principales.

Daniel Galindo: Contemplando la línea que seguís desde la compañía, vemos que habéis estrenado autores que en España no habían subido aún a las tablas...
Marta Belaustegui:
Es una satisfacción poder decir que, a pesar de que se había hecho mucho Pirandello, nadie se atrevió con La tinaja, el montaje con el que nosotros empezamos, un texto muy crítico, muy potente... Y desde entonces hemos pasado por Valle-Inclán y Bernard-Marie Koltés, sin olvidar a un Edward Albee desconocido, el de La comedia del bebé, hasta llegar a Denise Chalem, un Premio Molière que merecía ser traducido al castellano. Son textos que nos gustan y que conllevan a su vez un cierto riesgo y casi una obligación para que el espectador escuche discursos nuevos que, junto a la revisión de los clásicos, nos hacen evolucionar.

DG: A pesar de todos los quebraderos de cabeza que puede dar afrontar la producción de una obra modesta y distribuirla, sois muchos los actores que os empeñáis en esta gratificante tarea que es la de vivir para el teatro...
MB:
Salí de la Escuela de Arte Dramático y la verdad es que lo que quería era formar compañía, algo que he llegado a cumplir en tres ocasiones: algunas nos duraron muy poco, porque cuesta sostener los sueños, pero con Teatro del Duende ya llevo quince años. En realidad lo veo como una necesidad: es mi forma de expresarme y el trabajar en equipo te permite la posibilidad de esta en activo en todo momento y sentirte pleno como artista, sin tener que esperar a que los demás cuenten contigo.

DG: Dirección, interpretación, producción... Al fin y al cabo todo forma parte de lo mismo que, en definitiva, es contar historias...
MB:
Así es, aunque me da la sensación de que los que nos ponemos a ello, los que nos remangamos y nos ponemos las katiuskas estamos muy mezclados con los mercaderes, con los vendedores de arte, los que distribuyen teatro... Y llega un momento en el que todo se combina demasiado. Nosotros tenemos la compañía y es un espacio en el que no se mezcla nada, es un lugar muy puro, en el que se trabaja y hacemos las cosas porque nos sale del corazón, sin tener que hacer concesiones de ningún tipo y eso me hace sentir tan libre... Además me gusta generar trabajo e incluso, en determinadas ocasiones, contar conmigo misma.

DG: Y eso da frutos como en el caso de Dile a mi hija que me fui de viaje... ¿Cómo llegasteis a este texto?
MB:
De una manera casual, cuando fuimos a comprar los derechos del anterior montaje, La comedia del bebé, y quien nos los facilitó nos miró y nos dijo: 'tengo una obra y además las dos actrices están sentadas frente a mi'. Nos llamó la atención el comentario, leímos la obra y nos dejó sin respiración. Y esa sensación debe desembocar en algo... ¡y aquí está ya nuestra obra!

DG: Dos mujeres en una cárcel condenadas a comunicarse...
MB:
Yo creo que el título, Dile a mi hija... es una decisión porque los dos personajes inician un itinerario individual pero llega un momento en el que tienen que empezar a entenderse, aunque sea a la fuerza, y cada una toma su propia decisión. Es una historia de secretos y mentiras, aunque a partir de ellos, nazcan las grandes verdades. Es una historia de amor, fundamentalmente.

DG: Dos personajes que tienen que encontrarse...
MB:
El punto de partida es ese: en la vida nosotros elegimos con quien vivimos entre cuatro paredes y esa situación hace que la relación se tenga que establecer a la fuerza, en la incomunicación hay comunicación. Estás obligado a vivir con esa persona, y el día a día puede ser terrible o no. Lo atractivo de este texto es ver cómo se van encontrando dos seres tan diferentes entre sí, dando a entender que al final nos necesitamos unos a otros.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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