viernes, abril 20, 2007

Danny Boyle, un perfil

Su manera de hacer cine, arriesgada y sugerente, gana adeptos, sin olvidar que es capaz de conciliar dos modelos de industria: el europeo y el norteamericano.

Analizando su filmografía encontramos experimentos que van más allá de las meras películas: 10 años separan por ejemplo Tumba abierta de Millones, dos aproximaciones distintas a la hora de afrontar un mismo tema: la primera con aire más desencantado, aderezada con misterio y humor negro, y la segunda, dando pie a la fantasía.

Después de la fábula cuasi-infantil, muchos pensaron que este valorado cineasta había dulcificado sus formas, pero no, tan sólo sigue siendo fiel a su ideario, dominado por la máxima de jugar con el espectador, desconcertarle, no darle tregua. Lo mismo nos relata una entrañable historia protagonizada por dos mocosos que atesoran un botín de 230.000 libras esterlinas (haga el cambio: 1 euro equivale a 67 peniques) que embarca a un reparto en Sunshine, un viaje suicida hacia el astro rey, a punto de morir y llevarse con él todo rastro de vida.

Detrás de estas y otras cintas se esconde la misma persona, un genio creativo de 51 años que cuenta con la extraordinaria facultar de narra historias. A mediados de la pasada década brotaron en el vasto páramo cinematográfico internacional creadores dotados de un don especial que les permitía olisquear por los diversos formatos y géneros. Cineastas británicos como Michael Winterbottom, Danny Boyle y, algo antes, Stephen Frears, comenzaban a contar con el beneplácito de público y crítica.

El segundo largometraje de un director teatral que venía de Manchester se convirtió en visado de entrada a la industria norteamericana: Trainspotting llevó a Hollywood a Boyle y su actor fetiche, Ewan McGregor (en casa se quedaría Robert Carlyle). Juntos rodarían Una historia diferente, con Cameron Diaz y a medio camino entre lo comercial y lo independiente con marca.

Con Leonardo DiCaprio y Virginie Ledoyen rodó La playa en uno de los parajes asolados por el Tsunami que cambió en diciembre de 2005 la geografía física y humana del sureste asiático. Su escasa repercusión en las pantallas norteamericanas, que no en el resto del mundo, le hicieron replantearse su futuro inmediato. Deja Hollywood por su país natal y comienza una nueva senda por un terreno que hace 15 años era impensable en el Reino Unido, donde dominaba el cine con conciencia social de Ken Loach y otros que denunciaban el régimen político de Margaret Thatcher, la dama de hierro.

Él mismo había rodado Tumba abierta (1994), más cínica ante el poder del dinero que su recién estrenado cuento moral, en el que encontramos la conexión Winterbottom, cineasta de su generación con el que coincide en más aspectos que en los estrictamente formales: Millones se levantaba sobre un argumento de Cottrelll Boyce, guionista de 24 hours party people, y estaba producida por Graham Broadbent, que estuvo al tanto de Welcome to Sarajevo, ambas del director de Código 46, que el año pasado desembarcaba en la cartelera española con Camino a Guantánamo.

Boyle tiene la intención de adaptar al cine Porno, continuación literaria de Trainspotting, de Irvine Welsh. Se trata de un proyecto que uniría de nuevo a Boyle y McGregor, al que se tilda como demasiado mayor para encarnar al mismo personaje que le elevó a la fama hace algo más de una década. Mientras llegue la confirmación continúa en su afán de despistarnos tocando palos distintos: ahora le toca el turno a la ciencia ficción con Sunshine, un título que pertenece a la hornada de cintas apocalípticas con sustancia y ambientadas en un futuro no tan lejano (caso de la apabullante Hijos de los hombres, de Alfonso Cuarón).

Como siempre, ha contado con libertad para hacer lo que quería desde un principio: acercarse, física y metafóricamente, al sol como nadie lo había hecho antes, con una trama apoyada en el suspense y el terror, sin olvidar los componentes filosófico y religioso, y empleando un reparto capaz de interpretar los personajes límite creados por uno de sus guionistas habituales, Alex Garland, y él mismo.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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