martes, febrero 27, 2007

Hablamos con... Luisa Martín

Madrileña, de 47 años, conocida gracias a la pequeña pantalla aunque curtida sobre los escenarios. Son muchos los que aún la recuerdan junto a Juan Echanove en El verdugo, por la que consiguió los principales premios de interpretación.

Enamorada del teatro -una veintena de trabajos corrobora el sentimiento- va más allá de su faceta como actriz y afronta la producción de Como abejas atrapadas en la miel, un montaje arriesgado y diferente.

DG: Dice el director que tienes en tu haber todos los registros, incluso los que no están inventados...
LM:
Qué va a decir él, que me ha tenido que aguantar: Esteve Ferrer, él sí que no para y eso, además de volverte loco, es muy enriquecedor... Hemos llegado al estreno muy tranquilos porque hemos hecho más ensayos generales de lo que habitualmente. Lo necesitábamos porque aquí somos pequeñas piezas de relojería, todos y cada uno de los que estamos delante y detrás tenemos que estar sometidos a una precisión exacta.

DG: Pero precisamente gracias al libreto y a la dirección, lo pasáis bien y eso se nota.
LM:
Me gusta el ritmo frenético, los cambios de personajes, el juego que plantea a partir de saltos temporales, el descubrimiento de pistas esenciales y las escenas paralelas. Es como trabajar con cámaras y el montaje de imágenes sobre las tablas, aprovecharse de lo mejor de dos medios maravillosos: el escénico y el audiovisual. Para poder provocar el desconcierto y el asombro en el público debemos estar, además, muy compenetrados: hay un componente de precisión ineludible para que el engranaje funcione al 100%.

DG: Embaucadora, inteligente, atractiva y hecha a sí misma, así es Alexa, una mujer con muchas aristas y secretos y capaz de engatusarnos con guiños...
LM:
Ahí está el juego que te mencionaba, uno de ellos. Yo no soy ambiciosa con los personajes, sino que soy más entusiasta del montaje. Aún así, esta mujer es la bomba, complicada y entretenida a la vez porque no la ves venir. Me gustó por las posibilidades que puede dar, por pasar por todos los estados de ánimo posibles, es un rol ideal para divertirse sobre el escenario más que sufrir.

DG: Supongo que también os enfrentaréis a muchas dificultades...
LM:
Hay muchas cosas difíciles en teatro, pero uno de los principales desafíos es encontrar un buen texto. ¿Cómo debe ser? Novedoso, atractivo por la estructura narrativa, por el tipo de personajes, sugerente... Tengo la suerte de tener muy cerca de Albert Mori, un espeleólogo de los textos teatrales acordes con la necesaria sátira social. Nuestro anterior proyecto, Historia de una vida, bebe de la misma necesidad por tratar un texto muy completo que hace referencia al mundo regido por el triunfo rápido y el afán por hacerse famoso a toda costa.

DG: Tras aquella producción, más intima y sencilla, aterrizas en un montaje propio de compañía nacional o gran empresa.
LM:
Si funciona la mitad de bien nos podemos dar por satisfechos. Supone un paso más, al cambiar de formato, y pasar de un ambiente más introspectivo a una fachada dominada por el glamour y lo urbano. En términos de producción, el salto es gigante, al contar con primeras figuras detrás del escenario, como la diseñadora Ana Garay y el iluminador Juanjo Llorens, y cinco actores más. Puesta la carne en el asador, sólo nos hace falta conseguir promoción, mantenerse arriba entre tan buena y variada oferta y con tan escaso apoyo.

DG: El reconocimiento del trabajo bien hecho anima a seguir con proyectos nuevos...
LM:
Sí, los hay, pero estamos muy concentrados en las abejitas. En caso de que marche bien tenemos un par de ideas en vista, no conmigo como actriz, aunque sí con otras intérpretes, ya que manifiesto mi gran admiración por las actrices españolas, de todas las edades, gente que trabaja mucho y no pierden la ilusión por el teatro, como Blanca Portillo y Blanca Apilánez, por mencionar a dos de ellas.

DG: ¿Y repetirías con Esteve como director?
LM:
Si el quiere, siempre. Es un profesional entusiasta que tira del carro con toda la fuerza y a veces sólo. Unos se encargan de la dirección escénica, otros descuidan los aspectos de realización, y también están quienes dejan la interpretación en manos de los actores. Él es el más apropiado para este montaje por su carácter extrovertido y su visión del trabajo, limpia y meticulosa.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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