domingo, febrero 25, 2007

Toni Collette

Pequeña Miss Sunshine, Voces en la noche... ¿De qué nos suena esta actriz? Rebusque en su memoria, vaya hasta 1994 y saqué del cajón películas-que-dan-la-campanada La boda de Muriel.

Con esa cinta se dio a conocer incrementando la nómina de actores australianos de su generación (Eric Bana, Rachel Griffiths) adoptados por papá Hollywood, aunque lo cierto es que, en más de 15 años de carrera, nunca se ha desprendido de cierto halo independiente.

Ahora sí que vemos a Toni Collette detrás de aquella desesperada y alocada mujer, Muriel, que modernizó el mito de la Cenicienta con complejo de patito feo cuando anunció que su única ambición en la vida era casarse y enfundarse en un vestido de novia. Consiguió engañar a todos y obtuvo su primera candidaturas a los Globos de Oro y con ella un visado permanente para trabajar al otro lado del Pacífico.

La actriz nacida en 1972 sí representa un sueño en la vida de real, el de muchos jóvenes que acaban poniendo su nombre en los títulos de crédito de películas tan taquilleras como El sexto sentido y Las horas y eso que no encontramos el gen interpretativo en su ADN -su padre es camionero y su madre empleada en una empresa de mensajería-.

Sirvió de contrapunto a Cameron Diaz, que se metió En sus zapatos. En la cinta de Curstis Hanson (L.A. Confidential) volvió a adoptar ese rol de vecina de al lado en la que nadie se fija hasta que se da bruces con ella en el ascensor. Quizás sea la característica que más llama la atención de una actriz que, de manera tímida, se ha ido abriendo camino entre sus compañeras, más llamativas (y por lo general, insulsas) a priori.

Más allá del dato frívolo de que juega con su peso en función de un papel u otro -engordó 20 kilos para ser Muriel-, su capacidad para mimetizarse con ciertos personajes le ha llevado a interpretar a la madre de una aspirante a pequeña reina de belleza norteamericana, la chica más feucha eclipsada por Gwyneth Paltrow en Emma y la perturbada que se inventa enfermedades en el thriller Voces en la noche, junto a Robin Williams.

Todavía tenemos que presentar a Collette como "la que salía en..." porque a nuestro país no han llegado títulos que le han dado prestigio: 8 mujeres y media, donde Peter Greenaway la convierte en una monja que trabaja en un burdel, Japanese story, en la que debe guiar a un turista accidental, y Hotel Splendide, que la presenta como cocinera jefe de un curioso y remoto complejo turístico por el que pulula Daniel Craig, el último Bond.

Si quiere conocer otras de sus facetas siempre puede recurrir a Velvet Goldmine, en la que da vida a la sufrida esposa de una estrella del rock (Jonathan Rhys Meyers), y Un niño grande, insustancial comedia donde también aparece la chica de Sydney para gloria de sus productores. Pero no se apure, lo de Toni Collette es sólo cuestión de tiempo.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, febrero 16, 2007

Monica Bellucci

Hay que pensar mucho para encontrar alguien como ella: natural, capaz de atisbar un halo de sensualidad y hacer convincente un papel como el de María Magdalena.

Esa naturalidad innata que enamora a la cámara es la baza principal de la actriz nacida en 1964 en la pequeña localidad de Citta di Castello, curiosamente cerca de donde trabajaría muchos años después.

En La Pasión de Cristo según Mel Gibson, apareció con la cara lavada y claro, atrapó a los pocos que aún no se habían fijado en ella. Antes había vuelto locos a los chiquillos de un pueblo italiano durante la Segunda Guerra Mundial. Fue en Malena, de Giuseppe Tornatore (Cinema Paradiso), estrenada en el año 2000. Por aquel entonces el de Monica Bellucci era ya un rostro imprescindible en toda coproducción europea que se preciase y codiciado por directores en Hollywood.

Si es actriz es por culpa de Sophia Loren y Claudia Cardinale, aunque en sus inicios fue imagen publicitaria y modelo de pasarela. El trabajo en principio temporal que servía para pagar sus estudios en la Universidad de Perugia, se convirtió en puerta de entrada hacia la agencia Elite, la pequeña pantalla y, finalmente, el cine. Una trayectoria que la emparenta con otras de su generación, como Inés Sastre.

Francis Ford Coppola vio en ella a una de las criaturas que pululaban por el castillo de Drácula (1992) y ya en el siglo XXI, los hermanos Wachowski contaron con ella para formar parte de los repartos de la segunda y tercera entrega de la trilogía iniciada con Matriz. De manera paralela en el viejo continente se labraba una carrera con menos afán comercial, con excepción de algún título como Asterix y Obelix: misión Cleopatra, donde daba vida a la caricatura de la reina de Egipto.

Estuvo a las órdenes de Isabel Coixet en A los que aman; mientras, en Italia y Francia no daba tregua: con 32 años protagonizó El apartamento, cinta por la que fue candidata a un César, equivalente francés a nuestro Goya. No sería el único fruto positivo de la experiencia. Sabemos que el futuro del cine europeo pasa por la coproducción: la unión hace la fuerza y ella lo practica en casa al estar emparejada con el francés Vincent Cassel (Ocean's 12), compañero de reparto en aquella aventura, a la que siguieron Doberman, El pacto de los lobos, Irreversible y Agentes secretos.

Pronto les veremos de nuevo juntos en Hesitan, ella como una bella vampiresa para recordar sus pinitos en Hollywood, donde pagan muy bien. Lo curioso es que hasta ahora sólo se ha publicitado su salario a este lado del Atlántico: aseguran que por ¿Cuánto me amas? cobró más de millón y medio de euros. Pero un buen salario no es lo único, ahí está por ejemplo N (Napoleón y yo), una curiosa visión propuesta por Paolo Virzì, director de Catterina va in città.

En 2007 veremos a Monica en múltiples facetas ya que tiene pendientes de estreno 5 cintas, entre ellas El elegido (Le Concile de pierre), de Guillaume Nicloux, y Shoot'Em Up, una violenta película de suspense dirigida por Michael Davis. En ella el británico Clive Owen cuida de Bellucci, una mujer embarazada que, por supuesto, habla, aunque esto no es necesario para ser una buena actriz: ella siempre saca a colación la el papel de Holly Hunter en El piano. Tampoco le importa el tiempo en pantalla sino la enjundia del personaje, como la reina del espejo de El secreto de los hermanos Grimm y la fisioterapeuta madura de una de las historias que componen el fresco de Manuale d'amore 2.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

sábado, enero 13, 2007

Brad Pitt


Demasiado guapo para llegar a ser buen actor. Eso decían. Si dejan de ver al rubio que cobra 18 millones de dólares por película, es que el intérprete le ha ganado la partida a la estrella.

Era el año 94. Tenía 31 años y atesoraba ya algunas películas (Kalifornia, Amor a quemarropa, Entrevista con el vampiro) pero Leyendas de pasión le presentó con honores. Era el primer protagonista de un actor que ya había despertado curiosidad entre las féminas gracias a su intervención en Thelma & Louise, junto a Susan Sarandon y Geena Davis y dirigido por Ridley Scott, y pescando en El río de la vida, a las órdenes de Robert Redford.

Atrás quedaba su etapa como chico anuncio de Levi’s y las apariciones puntuales en series como Dallas, Los problemas crecen y Treinta y tantos. Su legado iba abultando y se convirtió en objeto de videoclub, no necesariamente de culto: Seven, Sleepers, Siete años en el Tíbet, La sombra del diablo, etc. Del estreno de Leyendas de pasión han pasado 12 años y la diferencia está en los millones que cobra por película, dinero que no es lo primordial, sino el poso que dejen sus personajes en el público. Y no precisamente los de Troya y The Mexican. Se refiere a los más ‘intelectuales’, como el de 12 monos (Terry Gilliam), que le permitió acariciar el Oscar, reportándole al final su primer Globo de Oro.

En otros trabajos encuentra otro tipo de satisfacciones: Sr. y Sra. Smith dio frutos y no sólo en taquilla. Durante el rodaje, tantos planos junto a Angelina Jolie, dieron valor a eso de lo ‘del roce hace el cariño’. Infiltrados le otorgó lustre a la faceta de productor, que ha seguido alimentando con títulos como A mighty heart, de Michael Winterbottom, con su mujer actual (antes lo fueron Juliette Lewis y Jennifer Aniston) como protagonista de un relato basado en la muerte de un periodista en Afganistán. Pronto le veremos también en los títulos de crédito de Dirty tricks, que ahonda en el caso Watergate. Quiere seguir dejando huella, pero no desde los primeros planos.

Como actor aumentará la cosecha el año que viene: llegará el estreno de Ocean´s thirteen, junto a sus amigos George Clooney, Matt Damon y Julia Roberts, y a las órdenes de Steven Sodderbergh. Vuelve el dandy con clase, aunque el papel de macarra, chulo o desastrado no es que le caiga demasiado mal. Ahí están los personajes en El club de la lucha (David Fincher) y Snatch. Cerdos y diamantes (Guy Ritchie). El rubio se tiñe de moreno en El asesinato de Jesse James y quizás le veamos en la adaptación de la novela El curioso incidente del perro a medianoche.

Ahora saborea las primeras consecuencias de su experiencia más brutal hasta el momento. Babel le ha unido para siempre a Alejandro González-Iñárritu. Junto al mexicano y Cate Blanchett, con quien comparte secuencias muy duras, se ha hecho mayor: los 43 años se traducen en patas de gallo y algunas arrugas, pero no tema por él ya que el sentido de esta historia las ha acentuado para que todos nos olvidemos del chico guapo que está detrás de ese rostro cansado.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Ben Affleck


Hace unos años no había película en cuyo reparto no apareciera este joven de buena planta capaz de parecer el amigo bruto del colegio y poner al momento cara de no haber roto un plato.
Después de Diario de un ejecutivo agresivo, Ben Affleck regresa ahora a las pantallas con Hollywoodland. Lo hace en uno de sus mejores momentos despues de haber conseguido -para sorpresa de todos- la Copa Volpi por este papel en el último Festival de Venecia- y habiendo escrito de nuevo un guión y dado el salto con él a la dirección.

Affleck pertenece a una generación de treintañeros unidos en 1992 por su primera incursión cinematográfica, una cinta de nombre School Ties en la que coincidieron Matt Damon, Chris O`Donell y Brendan Fraser. Por aquel entonces e incluso antes –desde los 8 años- al joven Ben Affleck se le empezó a ver en un buen puñado de series de televisión, como Buffy, la cazavampiros y películas de "Serie B", estrenadas directamente en video y cuyos repartos integraron a muchos de los que hoy son estrellas, como Última llamada, La asesina de la oficina y Jóvenes desorientados, con unos desconocidos Milla Jovovich y Matthew Mcconaughey.

A pesar de que se dio a conocer en el Festival de Cine de Sundance en 1997 como protagonista de la comedia de Kevin Smith, Persiguiendo a Amy, Armageddon (Bruce Willis, Liv Tyler) fue el primero de un listado formado por títulos que pronto consagrarían al californiano, entre ellos Shakespeare in love y Pearl Harbor. La buena racha se incrementó con los protagonistas absolutos. La fórmula es sencilla: coges a Affleck y le colocas junto a una actriz popular, ya sea Gwyneth Paltrow (Algo que contar), Sandra Bullock (Las fuerzas de la naturaleza), Charlize Theron (Operación Reno) o Jennifer López (Una relación peligrosa).

Su lado más alternativo lo encontramos en las colaboraciones con el siempre polémico Smith, director de la mítica Clerks y la mencionada Persiguiendo a Amy. A mediados de los noventa inició con Mallrats una línea diferente a la que llevaba en el Hollywood de las estrellas, participando en el resto de títulos de un cineasta obsesionado con temas como los cómic y el hockey: Dogma, Jay y Bob el Silencioso contraatacan y Una chica de Jersey. En Clerks II, como no podía ser de otra forma, tenía una pequeña intervención.

No sólo con Smith atesora proyectos al margen de los grandes estudios. No podemos olvidar su debut como guionista junto a su amigo Matt Damon. Fue con motivo de El indomable Will Hunting, de Gus Van Sant, la historia de un joven rebelde y superdotado, con la que ganaron el Oscar al mejor guión. El actor, a punto de cumplir 35 años, vuelve a meterse en faena, aunque en esta ocasión saldrá a relucir su faceta como director con el título provisional de Gone, Baby, Gone (basado en un libro de Dennis Lehane, autor de Mystic River). Se trata de un proyecto acerca del secuestro de un niño y tiene como intérpretes a Ed Harris, su hermano Casey Affleck y Michelle Monaghan, compañera de reparto de Tom Cruise en Misión imposible III.

Mimado por Hollywood, es de los pocos actores que pueden afirmar que han sido superhéroes. Encarnó a uno de la factoría Marvel en la adaptación cinematográfica de Daredevil, un abogado ciego que tiene el resto de sus sentidos muy aguzados. Ahora en Hollywoodland da una vuelta de tuerca y encarna al actor que en su momento encarnó a 'El Hombre de Acero' para la pequeña pantalla en los años 50. Como apunte de prensa rosa podemos decir que aquí fue donde conoció a Jennifer Garner, su actual mujer y madre de su hija.
El que otrora fue paladín de la justicia tiene pendiente de estreno Smoking Aces, junto a Ray Liotta y Andy Garcia. Y su nombre suena para encarnar al comandante Spock en la película que narra el origen de la saga Star Treck que podría rodar J.J. Abrams (Alias, Perdidos, Misión imposible III).

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Christian Bale


Steven Spielberg confió en él como protagonista de El imperio del sol. Tenía sólo 13 años. Unos cuantos años después le vemos en El truco final (El prestigio), de Nolan.

Pero este hijo de piloto de aviones y bailarina circense descubrió lo bueno y lo malo de la fama demasiado pronto, una experiencia que le apartó de las pantallas hasta que se consideró lo bastante formado como para afrontar el trabajo de actor y toda su parafernalia.

Christian Bale creció. A lo mejor no le pone cara, pero era el apuesto galán de la última versión de Mujercitas, donde rondaba a una de las chicas surgidas del imaginario de Louise May Alcott. Ese mismo chico, con 30 kilos menos y algunos años más, llegó hace poco a las pantallas convertido en el esqueleto andante protagonista de El maquinista, producción española de la factoría Filmax.

La cinta de Brad Anderson retrataba lo que ocurre cuando el insomnio se convierte en una pesadilla terrorífica. Algo así como un mal sueño fue la preparación del personaje. Recuerda que su dieta diaria estaba compuesta por una lata de atún, una manzana y tabaco, mucho tabaco. Testigo del trabajo concienzudo fue la actriz Aitana Sánchez Gijón, que ve en Bale a uno de los mejores intérpretes por la pasión que pone en su profesión.

Tiempo después y ya bastante repuesto del cambio, reconoce que se arriesgó, que está muy bien entrar en la piel de un personaje, pero no a costa de la salud. Asegura este hombre de 1,90 metros de altura y más de 80 kilos que no se reconocía en la piel del yuppie asesino de American psycho, pero más le costó identificarse con el famélico protagonista de El maquinista.

Cotiza como uno de los actores más solicitados de Hollywood y la prueba la tuvimos, cuando llegó embutido en el traje del murciélago más grande y cinematográfico que existe. Christian Bale fue rostro y cuerpo de Batman en el episodio introductorio de la saga, Batman begins. La película, dirigida por Christopher Nolan (Memento), nos cuenta el dilema del millonario Bruce Wayne, que no sabe si disfrutar de su fortuna o dedicarse en cuerpo y alma a hacer el bien. De nuevo a las órdenes de Christopher Nolan, aparece Christian Bale para la gran pantalla en El truco final (El prestigio), en el que comparte reparto con Hugh Jackman y Scarlett Johansson.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Sofia Coppola

Su visión de María Antonieta, a la que ve con el rostro de Kirsten Dunst, ha cosechado tantos elogios como abucheos. Ella ni se inmuta, bastante tiene con ser la última cineasta rebelde.

Se paseó delante de la cámara, diseñó su moda, pasó largas temporadas en hoteles impersonales de Japón -¿les suena de algo?- y se convirtió en icono de la crítica con una adaptación muy ‘independiente’.

Reacia a que le digan lo que tiene que hacer, la neoyorquina de 36 años apunta hacia un cine con sello propio: Las vírgenes suicidas, Lost in translation y ahora María Antonieta, cada cual más heterodoxa y al margen del Hollywood más comercial. ¿Una reina en el Versalles del siglo XVIII a ritmo de rock? Cosas de la hija de Francis Ford Coppola.

Muy fina ella, idea que apuntala su imagen delicada, Sofia Carmina fue educada en los mejores colegios, pero no hagan elucubraciones apresuradas: cada curso estaba sometida a las más estrictas reglas y corsés, normas que en vacaciones se iban por la borda al asistir a los rodajes de su padre, como el de Apocalipsis Now en Filipinas. También aprendió a interpretar sobre las tablas y en películas hechas en familia como Cotton Club y Peggy Sue se casó.

Entre sus hitos, algunos curiosos: es la única actriz que ostenta el honor de haber participado en las tres entregas de El Padrino –aunque si papá dirige, no es muy difícil que digamos-. También, y este es más valorado, fue la primera estadounidense en ser candidata a un Oscar al mejor director. Fue el año de Lost in translation, la estatuilla al mejor guión original, la revelación dramática (y vocal) de Bill Murray y el éxito más sonado de Scarlett Johansson.

Su historial profesional nos descubre que es autora de una de las Historias de Nueva York que su padre rodó junto a Woody Allen y Martin Scorsese, y que apareció en La guerra de las galaxias: La amenaza fantasma: búsquenla. En el amoroso destaca que fue pareja de los también cineastas Spike Jonze y Quentin Tarantino. De su futuro poco se sabe, tan sólo que al igual que otros compañeros de generación, con su tercera película cierra una trilogía no planificada, ésta acerca del proceso de madurez de mujeres diferentes.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Alejandro González-Iñárritu

Es responsable del rediseño de la Torre de Babel, esa que otros hombres construyeron presos de su ansiedad por tocar el cielo. Si Dios la derruyó y esparció a los seres humanos por el mundo, obligándoles a hablar distintas lenguas, el polifacético cineasta mexicano plantea que es posible la comunicación entre los hombres si cada uno derriba la torre y los muros que se levantan sobre las fronteras que nos separan. Para ello nos cuenta en Babel una fábula sobre el dolor, que es lo que nos hace iguales.

Dirige, escribe, produce, es creativo publicitario y compone bandas sonoras. Si me lo permiten, es como un Dios todopoderoso que remueve conciencias y valores éticos. Hace 6 años se dio a conocer con Amores perros, después de más de 30 borradores de guión. Antes de su tarjeta de presentación cinematográfica este obsesivo creador ya había demostrado sus dotes como realizador con el telefilme Detrás del dinero, pero lo suyo era el cine, emular a sus referentes: Akira Kurosawa, Robert Altman, Quentin Tarantino y Jean-Luc Godard.

Vino al mundo el 15 de agosto de 1963 y con 17 años se embarcó en diferentes aventuras, como las que le llevaron a trabajar como lavacoches y marinero, en la vendimia y en una discoteca de la Costa del Sol. Se congratula de entretener a la gente, algo que aprendió a hacer en la radio durante 5 años, hasta que entró en el mundo de la televisión: a los 27 fue jefe de antena y producción de Televisa. Y siguió alimentando el gusanillo: película a película se ha ganado el respeto de todos y ahora que tiene el apoyo de Hollywood, se mantiene al margen de la industria, a sabiendas de que es el cineasta mimado al que permite ciertas licencias, entre ellas, la de asestar duros golpes al espectador que pretende ver una ‘americanada’.

Teórico del cine, busca la gramática visual de cada momento, proporcionando diferentes emociones a través de técnicas dispares. Considera que bastante tiene con la parte formal y decide que la música es cosa de otros, ‘del más grande’, Gustavo Santaolalla. Es uno de sus habituales, el otro colaborador conocido lo encontramos en el guión: confía en la mano de Guillermo Arriaga, que firmó los libretos de la atroz trilogía iniciada por la cinta protagonizada por Gael García Bernal y Goya Toledo –acerca de la pasión desenfrenada-, continuada con 21 gramos (2003) -reflexión sobre la muerte y la idea de pérdida-, y finalizada con Babel -su parábola acerca de la incomunicación y la compasión-.

La intensidad puede llegar a saturar y todo parece indicar que dejarán de trabajar mano a mano. Lo que no apaciguará será su espíritu nómada: de México al mundo, pasando por Estados Unidos. No concibe el cine sin riesgo y tampoco deja pasar el activo componente de denuncia social que tiene este altavoz tan poderoso. Y juega con las armas a su alcance, como la de viajar de Marruecos a Japón, haciendo suya la Teoría del Caos y explicándola con ayuda de Cate Blanchett y Brad Pitt, que entran en un universo dominado por la tragedia coral donde ya orbitan Naomi Watts, Benicio del Toro y Sean Penn.


Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.